quinta-feira, 12 de julho de 2012

Los Orígenes del Santo Sacrificio de la Misa

    
El remedio a nuestra tibieza actual deberá ser a la vez doctrinal y litúrgico.
Los Orígenes del Santo Sacrificio de la Misa
Debemos urgentemente reencontrar el sentido de Dios, la reverencia de su majestad soberana, el temor y el amor de su santo nombre, la noción verdadera del sacrificio. El remedio a nuestra tibieza actual deberá ser a la vez doctrinal y litúrgico: estudiar y enseñar oportuna e importunamente la doctrina católica, y devolver a nuestras celebraciones su carácter sagrado de sacrificio y de oblación a la divina majestad. Nada mejor para ello que escudriñar la tradición y la revelación para ver lo que fue desde el principio y lo que debe ser la santa misa, así como las desviaciones que alteraron su santidad en el transcurso de los siglos.
Si no puede haber religión sin sacrificio, ¿dónde está el sacrificio de los cristianos? Evidentemente en la misa. Al menos tal ha sido siempre la enseñanza de la Iglesia católica. Hagamos pues otra pregunta: ¿En qué se asemejan nuestras misas a un sacrificio? ¿Dónde está en ellas la manifestación clara y decidida de nuestra adoración y de nuestra suma reverencia a Dios? ¿Dónde la afirmación de nuestra perfecta sumisión a sus preceptos? Desgraciadamente hay que reconocer que la evolución de las celebraciones litúrgicas en los últimos años no ayuda a ver en ellas un sacrificio. Muchas prédicas exaltan la dignidad del hombre más que la grandeza de Dios, y hacen hincapié sobre los derechos del hombre más que sobre la ley y los preceptos divinos. El altar del sacrificio ha sido sustituido por una mesa, la comunión se recibe de pie y ya no de rodillas, y fácilmente se excusa cualquier pecado sin necesidad de contrición. Todo esto hace que nos preguntamos a veces si el culto del hombre no ha reemplazado en alguna medida entre nosotros el culto de Dios.ler...