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Presentamos nuestra traducción de una entrevista concedida por mons. Bernard Fellay, Superior de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X, al periódico Nouvelles Calédoniennes.
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La Fraternidad de San Pío X se califica como tradicionalista pero se la acusa de fundamentalismo. Vosotros os oponéis, sin embargo, a todos los avances progresistas dados por la Iglesia desde 1962…
Nuestra situación es controvertida pero está también vinculada a esto que ocurre en la Iglesia Católica. La vida de la Iglesia ha cambiado con el concilio. Y el balance es devastador. Ha disminuido la cantidad de sacerdotes y religiosas. Hay una pérdida de vitalidad religiosa difundida. Se debe hacer algo para restaurar la situación. La total libertad destruye la sociedad. Los hombres tienen necesidad de una ayuda especial para conocer el camino de Dios y la salvación de las almas. Por otro lado, el Papa ha vuelto a ideas tradicionales. Él ve muy bien que hay una desviación que se debe corregir. Tal vez estamos mucho más cerca del Papa de lo que parece.
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¿Os habéis sorprendido por lo que Benedicto XVI dijo sobre tolerar el uso del preservativo en casos excepcionales, para combatir el AIDS?
He quedado un poco desilusionado por el libro. Pero he estado muy satisfecho por el cambio que se introdujo después: es claro que Roma quiere aclarar la cuestión del preservativo que ha creado confusión. El preservativo no es el modo para resolver este problema de salud. Va contra la naturaleza del acto de matrimonio porque impide el resultado normal de tal acto. La familia es muy importante. El acto deber ser hecho en el matrimonio. Hay una disciplina que debe ser respetada, que tenía mucho valor en el pasado y que hoy es despreciada.
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¿Sois conscientes de ir contracorriente respecto a la evolución de la sociedad?
Sí, soy bien consciente de ello. Pero no me molesta. A veces digo, incluso, que nos toman por marcianos. Pero no somos marcianos.
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¿El objetivo de vuestra comunidad es siempre el de formar parte de la Iglesia Católica?
Sí, siempre hemos sostenido que no queremos seguir un camino aparte. Nos mantenemos como católicos y lo seguimos siendo. Nosotros esperamos que Roma nos reconozca como verdaderos obispos. Por otro lado, ya no se usa la palabra “cismáticos” con nosotros. Por lo tanto, si no somos cismáticos ni heréticos, significa que somos claramente católicos. El Papa dijo que hay sólo un problema de orden canónico. Basta un acto de Roma para decir que ha terminado y que nosotros reingresamos en la Iglesia. Esto llegará. Soy muy optimista.
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¿Aceptareis, entonces, las decisiones del Vaticano II?
No, no de este modo. Pedimos que sean disipadas las grandes ambigüedades del Vaticano II.
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¿A qué llamáis las grandes ambigüedades?
En primer lugar, la libertad religiosa: ¿qué significa que cada hombre tiene el derecho de elegir su religión? No, el buen Dios ha fundado una sola. Luego, el ecumenismo: ¿es posible que un hombre se puede salvar en otras religiones diversas de la católica? No, existe sólo la Iglesia que salva.
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Sin embargo, existen diversas religiones en el mundo. ¿Qué legitimidad tenéis para negarlas?
Veo que existen pero no llegan a producir los efectos de la religión católica. Para afirmarlo, nos apoyamos en lo que dice la Iglesia antigua. El acercamiento de la Iglesia está bien explicado en el Vaticano I. Hay un montón de signos exteriores que permiten reconocer que la religión católica es la verdadera. Es una ciencia que se aprende. El ideal sería, naturalmente, demostrar la existencia de Dios. Nos acercamos a ello.
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Fuente: Messa in latino
Traducción: La Buhardilla de Jerónimo
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