"Mediator                            Dei"
Sobre la Sagrada Liturgia
20 de noviembre de 1947
Sobre la Sagrada Liturgia
20 de noviembre de 1947
C)            MEDIOS PARA PROMOVER ESTA PARTICIPACIÓN
1º            Varios medios y maneras de participar. 
            128. Son, pues, dignos de alabanza aquellos que, a fin de  hacer más            factible y fructuosa para el pueblo cristiano la participación             en el Sacrificio Eucarístico, se esfuerzan en poner  oportunamente            entre las manos del pueblo el «Misal Romano», de forma que            los fieles, unidos con el Sacerdote, rueguen con él, con sus            mismas palabras y con los mismos sentimientos de la Iglesia, y  aquellos            que tienden a hacer de la Liturgia, aun externamente, una  acción            sagrada en la que comuniquen de hecho todos los asistentes.  Esto puede            realizarse de varias formas, a saber: cuando todo el pueblo,  según            las normas rituales, o bien responde disciplinadamente a las  palabras            del Sacerdote, o sigue los cantos correspondientes a las  distintas partes            del Sacrificio, o hace las dos cosas, o, finalmente, cuando en  las Misas            solemnes responde alternativamente a las oraciones del  Ministro de Jesucristo            y se asocia al canto litúrgico.
2°            Sus condiciones e intención.
            129. Estas maneras de participar en el Sacrificio son dignas  de alabanza            y aconsejables cuando obedecen escrupulosamente a los  preceptos de la            Iglesia. Están ordenadas sobre todo a alimentar y fomentar la            piedad de los cristianos y a su íntima unión con Cristo            y con su Ministro visible, y a estimular aquellos sentimientos  y aquellas            disposiciones de ánimo con las que es preciso que nuestra alma             se configure al Sumo Sacerdote del Nuevo Testamento.
3°            Excesos. 
            130. Pero si bien demuestran de modo exterior que el  Sacrificio, por            su naturaleza, en cuanto es realizado por el Mediador entré  Dios            y los hombres, ha de considerarse obra de todo el Cuerpo  Místico            de Cristo, no son necesarias para constituir su carácter  público            y común.
            131. Además la Misa «dialogada» no puede sustituir            a la Misa solemne, la cual, aun cuando sea celebrada con la  sola presencia            de los Ministros, goza de una particular dignidad por la  majestad de            los ritos y el aparato de las ceremonias, aunque su esplendor y  su solemnidad            aumenten en grado máximo, si, como la Iglesia desea, asiste un             pueblo numeroso y devoto.
            132. Hay que advertir también. que están fuera de la verdad            y del camino de la recta razón aquellos que, arrastrados por            falsas opiniones, atribuyen a todas estas circunstancias tanto  valor            que no dudan en afirmar que, al omitirlas, la acción sagrada            no puede alcanzar el fin prefijado.
            133. No pocos fieles, en efecto, son incapaces de usar el  «Misal            Romano», aun cuando esté escrito en lengua vulgar, y no            todos están en condiciones de comprender rectamente, como  conviene,            los ritos y las ceremonias litúrgicas. El ingenio, el carácter             y la índole de los hombres son tan variados y diferentes, que            no todos pueden ser igualmente impresionados y guiados por las  oraciones,            los cantos o las acciones sagradas realizadas en común.  Además,            las necesidades y las disposiciones de las almas no son  iguales en todos            ni son siempre las mismas en cada, persona. ¿Quién, pues,            podrá decir, movido de tal prejuicio, que todos estos  cristianos            no pueden participar en el Sacrificio Eucarístico y gozar sus            beneficios? Pueden ciertamente hacerlo de otras maneras, que a  algunos            les resultan fáciles, como por ejemplo, meditando piadosamente             los misterios de Jesucristo o realizando ejercicios de piedad y  rezando            otras oraciones, que, aunque diferentes en la forma de los  sagrados            ritos, corresponden a ellos por su naturaleza.
4°            Normas y exhortaciones. 
134.            Por cuya razón, os exhortamos, Venerables Hermanos, a que en            Vuestra Diócesis o jurisdicción eclesiástica reguléis            y ordenéis la manera más apropiada en que el pueblo pueda            participar en la acción litúrgica, según las normas            establecidas por el «Misal Romano» y según los preceptos            de la Sagrada Congregación de Ritos y del Código de Derecho            Canónico; de forma que todo se lleve a cabo con el necesario            decoro y no se consienta a nadie, aun cuando sea Sacerdote,  que emplee            los Sagrados Sacrificios para arbitrarios experimentos.
            135. A tal propósito, deseamos también que en las distintas            Diócesis, lo mismo que ya existe una Comisión para el            Arte y la Música Sagrada, se constituya también una Comisión            para promover el Apostolado litúrgico, a fin de que bajo  vuestro            vigilante cuidado todo se realice diligentemente, según las  prescripciones            de la Sede Apostólica.
            136. En las Comunidades religiosas también debe observarse  exactamente            todo lo que sus propias Constituciones han establecido en esta  materia,            y no deben introducirse novedades que no hayan sido  previamente aprobadas            por los Superiores.
            137. En realidad, por varias que puedan ser las formas y las  circunstancias            externas de la participación del pueblo en el Sacrificio  Eucarístico            y en las otras acciones litúrgicas, se debe siempre procurar            con todo cuidado que las almas de los asistentes se unan al  Divino Redentor            con los más estrechos vínculos posibles y que su vida            se enriquezca con una santidad cada vez mayor y crezca cada  día            más la gloria del Padre celestial.

 inundado por um mistério de luz que é Deus   e N´Ele vi e ouvi -A ponta da lança como chama que se desprende, toca o eixo da terra, – Ela estremece: montanhas, cidades, vilas e aldeias com os seus moradores são sepultados. - O mar, os rios e as nuvens saem dos seus limites, transbordam, inundam e arrastam consigo num redemoinho, moradias e gente em número que não se pode contar , é a purificação do mundo pelo pecado em que se mergulha. - O ódio, a ambição provocam a guerra destruidora!  - Depois senti no palpitar acelerado do coração e no meu espírito o eco duma voz suave que dizia: – No tempo, uma só Fé, um só Batismo, uma só Igreja, Santa, Católica, Apostólica: - Na eternidade, o Céu!
inundado por um mistério de luz que é Deus   e N´Ele vi e ouvi -A ponta da lança como chama que se desprende, toca o eixo da terra, – Ela estremece: montanhas, cidades, vilas e aldeias com os seus moradores são sepultados. - O mar, os rios e as nuvens saem dos seus limites, transbordam, inundam e arrastam consigo num redemoinho, moradias e gente em número que não se pode contar , é a purificação do mundo pelo pecado em que se mergulha. - O ódio, a ambição provocam a guerra destruidora!  - Depois senti no palpitar acelerado do coração e no meu espírito o eco duma voz suave que dizia: – No tempo, uma só Fé, um só Batismo, uma só Igreja, Santa, Católica, Apostólica: - Na eternidade, o Céu! 