segunda-feira, 30 de março de 2015

La confesión es todo para salvar y sanar tu alma. Padre Juan Manuel Rodríguez de la Rosa


Muchos piensan que la Misericordia de Dios es lo bueno de Dios, es decir, dicen: “Tengo  un pecado y me acuerdo de la Misericordia, y ya está”. La Misericordia Divina es la Suprema Justicia de Dios, que humanamente no podemos entender.
Dios Padre es el Supremo. El Señor es el Justo Juez. El Espíritu Santo es el bálsamo del penitente, pues teniendo la sentencia del Padre, siendo el Señor el Justo Juez, la invocación en el último momento al Espíritu Santo es la salvación del pecador, recibe, por ello, la Misericordia de Dios. La Misericordia del Padre no es entendible para el hombre.
Justicia-Confesión-Misericordia. He aquí cómo opera la verdadera Misericordia Divina; para que obre ha de haber previamente confesión, dolor de los pecados y sentir la contrición del alma; es para la sanación del cuerpo y salvación del alma.
¿Cómo obra la Misericordia de Dios? Como Juez permite pruebas para la purificación integra  del alma. Si será Justo, que dentro de su Justicia nos permite rectificar, comprender lo injusto cometido ante Él. De esta purificación, tribulación, el alma contrita por sus ofensas vuelve al Padre al dirigirse al confesionario. Es así  la Misericordia Divina abraza y limpia al pecador, haciéndolo resplandecer con el esplendor de la Gracia Divina.
Enfermamos por la impureza del alma y llevando a cabo la limpieza del pecado -a través de la confesión- es en esa purificación permite que se cure la persona.
Vamos a estudiar con detalle la parábola del hijo pródigo. Veremos  todo el proceso por donde pasa el alma desde que libremente comete pecado hasta que termina reconciliado con Dios.
PARÁBOLA DEL HIJO PRÓDIGO.  Lc. 15, 11, 32.
Un hombre tenía dos hijos. El menor dijo a su padre: “Padre, dame la parte que me corresponde de la hacienda.
EXIGENCIA. El hijo le exige al padre. Esto es lo que hacemos con Dios, exigirle.
Y él les repartió la hacienda.
OBEDIENCIA Y CUMPLIMIENTO. El padre obedece a la exigencia del hijo. Dios nos atiende, cosa distinta es lo que nos da, nos guste  o no.
A los pocos días el menor recogió sus cosas, se marchó a un país lejano y disipó su fortuna viviendo disolutamente.
DECISIÓN. En la decisión hay una consecuencia que nos traerá bien o mal. Pero, si nos dirigiéramos a preguntar al Padre Dios Todopoderoso no tendríamos problemas, y tampoco sus consecuencias. Cuando nuestras decisiones son al margen de Dios, las consecuencias se pagan muy caras a lo largo de nuestra vida.
Cuando lo había gastado todo, sobrevino una gran hambre en aquella comarca y, comenzando a pasar necesidad
CONSECUENCIA Y PRUEBA. Aquí empieza la JUSTICIA DE DIOS. En esta prueba se ve la necesidad y valores de la persona, sus ingratitudes con Dios –el reproche-, pero también el arrepentimiento, actuando la Misericordia Divina.
fue a servir a la casa de un hombre de aquel país,
SOMETIMIENTO Y OBLIGACIÓN a la voluntad divina ante la necesidad del alma.
quien lo mandó a sus campos a cuidar cerdos.
CUMPLIR. El alma debe cumplir la voluntad de Dios.
Había deseado llenar su estómago de las algarrobas que comían los cerdos,
COMIENZA EL DESEO DE CAMBIO. El alma desea cambiar al experimentar las consecuencias de su decisión.
pero nadie se las daba.
RECHAZO. El alma siente el rechazo a su alrededor.
Entonces,  entrando en sí mismo, dijo. “¿cuántos jornaleros de mi padre tienen pan de sobra,
RECAPACITAR Y RECONOCER el pecado. El alma reconoce el valor de lo que quiso perder. Ahora, en su entendimiento es capaz de simplificar todo lo que no valoró.
mientras que yo aquí me muero de hambre?
REFLEXIÓN: ante el pecado mortal que niega la presencia divina.
Me levantaré, iré a mi padre y le diré. “Padre, he pecado contra el cielo y contra ti. Ya no soy digno de llamarme hijo tuyo; hazme como uno de tus obreros”.
DECISIÓN-ACTUACIÓN-CONFESIÓN-ARREPENTIMIENTO. Se obra el milagro de Dios, y ante Él, cuando el alma en pleno arrepentimiento y reflexión es capaz de pronunciar todo lo cometió contra Dios Todopoderoso.
En su arrepentimiento, el alma reconoce su bajeza ante el pecado cometido, clama por la Justicia de Dios y pide recibir el justo castigo.
Se levantó y fue a su padre.
Cuando nos dirigimos (“dirigirnos=humillamos” es todo, ya obra el Espíritu Santo) a Dios Padre, después de reconocernos indignos ante Él, nos da la recompensa (sea para bien o para mal según lo entienda el alma, pero siempre es un bien para el alma) después de nuestra valía humana.
Cuando aún estaba lejos, su padre le vio
El Padre Eterno nunca rechaza si hay pleno arrepentimiento de mi pecado. Por muy lejos que esté un alma de Dios, Dios siempre está a su lado. Nunca debemos temer el rechazo de Dios Padre, pero siempre reconociéndonos pecadores.
y, lleno de emoción fue corriendo a echarse al cuello de su hijo
Ante el arrepentimiento, la Gratitud de Dios -la felicidad que siente el Padre Eterno- la convierte en   Gracia, la que se obra ante el pecador.
y le cubrió de besos.
Son las gracias que nos proporciona Dios Padre, Dios Justo.
El hijo empezó a decirle: “Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no soy digno de llamarme hijo tuyo”.
La confesión ante Dios tiene que ser íntegra, reconociendo todo pecado y humillándose ante Dios.
Pero el padre dijo a sus criados: “En seguida, sacad el traje mejor y ponédselo, ponedle un anillo en su mano y sandalias en sus pies. Traed el ternero cebado, matadlo y festejemos alegremente; porque ese hijo mío había muerto y ha vuelto a la vida, se había perdido y ha sido hallado”. Y se pusieron a festejarlo.
Se obra la Gracia de Dios ante el indigno pecador. La alegría de Dios se muestra en el perdón que lleva a la salvación del alma. Aquí actúa la Misericordia de Dios.
Su hijo mayor estaba en el campo. Cuando vino y se acercó a la casa, al oír la música y los cantos llamó a uno de sus criados y le preguntó qué era aquello.
Aquí empieza la obra de quien no es juez, peros sí sentencia: al “oír”, dando  lugar a un daño que cometemos cuando prejuzgamos lo que no nos gusta.
Éste le dijo: “ha vuelto tu hermano, y tu padre ha matado el ternero cebado, porque lo ha recobrado sano”.
Aquí se produce un nuevo pecado, por parte de quien contesta sin autorización al no dirigir a quien pregunta a la persona afectada. Aun así, Dios Padre, nos da una nueva oportunidad de poder darle una visión distinta de lo que se va a obrar.
Él se enfadó, y no quería entrar;
Cuando estamos enfadados nos relevemos ante Dios, y no acudimos al confesionario.
su padre salió a persuadirle,
Dios Padre nos da infinitas oportunidades  para aceptar su voluntad e ir a confesar los pecados de nuestra alma.
pero él contestó a su padre: “Hace ya tantos años que te sirvo sin desobedecer jamás tus órdenes, y nunca me diste un cabrito para divertirme con mis amigos.
REPROCHAMOS a Dios Padre ante las contestaciones que lanzamos con ofensas. ¿Somos capaces de exigir a Dios?
Pero llega este hijo tuyo que dilapidó su hacienda con  prostitutas, y vas y le matas el ternero cebado”.
Ajusticiamos con soberbia, ira, maldad, volvemos a cometer pecado uno tras otro. Dios Padre permite esto para que en el desempeño de nuestra misión en la vida cumplamos con Su voluntad.
Pero él le respondió: “Hijo, tú estás siempre conmigo, y todo lo mío es tuyo. Pero había que festejar y alegrarse, porque tu hermano que estaba muerto ha vuelto a la vida, estaba perdido y ha sido hallado”.
Dios Padre siempre nos dice: hijo, tú estás siempre conmigo, y todo lo mío es tuyo. Pero para que el Padre diga que “todo lo mío es tuyo”, previamente hemos tenido que ganárnoslo.
Dios Padre siempre nos enseña: siempre hay una y muy importante enseñanza en todo. Todo lo que es de Dios.
Dios Padre siempre nos explica todo: con enseñanza y  firmeza en todas las pruebas que nos permite.
Dios Padre siempre nos lo facilita todo: para poder comprender todo lo que Él nos da; siempre tiene que haber un profundo deseo de querer cumplir la voluntad de Dios.
Dios Padre siempre nos da una oportunidad: la de la confesión.
El Señor, por muy perdidos que estemos, siempre recupera al alma pecadora. Para Dios no importa el tiempo que un alma tarda en reconocer su pecado y sentir contrición de su alma. He aquí la importancia para un católico de reconocer que la salvación de su alma está en el confesionario. “Estaba muerto y ha vuelto a la vida”.
Cuando un pecador en el confesionario es capaz de pronunciar todos los pecados que ha guardado en su alma durante años, es ahí donde actúa la Gracia  y ayuda de Dios.
Padre Juan Manuel Rodríguez de la Rosa