- BUENA EDUCACION EN IGLESIAS Y CAPILLAS
- PROTOCOLO RELIGIOSO
- Cuando acudo a un templo católico, ¿QUE HAGO?
- LA LITURGIA (el protocolo en la Santa Misa y otros actos de culto)
- La Sagrada Eucarístia
- ¿POR QUE ES MEJOR COMULGAR EN LA BOCA?
- LA GENUFLEXION
- las vestiduras de los ministros (durante los actos litúrgicos)
- la vestimenta propia de los sacerdotes
- SANTIGUARSE Y PERSIGNARSE
- La SANTA MISA paso a paso
Los sacerdotes, al igual que a otras profesiones o mejor dicho vocaciones profesionales, les identificamos por sus atuendos. Es decir, en medio de un hospital reconocemos al cirujano, médico o enfermero por sus distintas vestimentas (incluso por los colores). Pues igual que ellos nos curan y necesitamos tenerlos localizados y agradecemos que nos lo facilite su indumentaria, los curas "de almas" son identificables por la ropa que deben llevar en función de su vocación sacerdotal.
Por esta razón, el clérigo debe llevar «un traje eclesiástico decoroso, según las normas establecidas por la Conferencia Episcopal y según las legitimas costumbres locales». El traje, cuando es distinto del talar, debe ser diverso de la manera de vestir de los laicos y conforme a la dignidad y sacralidad de su ministerio. La forma y el color deben ser establecidos por la Conferencia Episcopal, siempre en armonía con las disposiciones de derecho universal.
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La vestimenta propia del sacerdote es la sotana. Pero el clériman también es un signo adecuado de consagración, manifestando esa separación entre lo profano y lo sagrado. Aunque el hábito eclesiástico propio del presbítero sea por excelencia la túnica talar, el clériman es un hábitus ecclesiasticus y todo lo que aquí se dice a favor de la sotana, se puede aplicar al clériman. En caso de que estas hojas las lea un religioso, evidentemente, lo dicho aquí de la sotana valdrá para su propio hábito religioso.
............................., la costumbre era que cuando uno se ordenaba como clérigo, a partir de ese momento, todas sus vestiduras eran clericales.Manifestando de forma externa y visible la consagración total a Dios del propio ser, de la propia vida, de todos los pensamientos y deseos. Por eso, desde la recepción de la orden menor de la tonsura todas las vestiduras debían ser clericales. La tonsura era el signo de esta mentalidad. El sacerdote no sólo llevaba ropas sacerdotales, sino que incluso sus cabellos llevaban el signo de la consagración.
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