segunda-feira, 23 de março de 2015

La Santa Misa Tradicional lo es Todo. Ecce Agnus Dei . Padre Juan Manuel Rodríguez de la Rosa

La Santa Misa Tradicional lo es Todo




LA SANTA MISA TRADICIONAL LO ES TODO, porque TODO en ella es del TODOPODEROSO. TODO, desde el más simple y elocuente AMEN, hasta la ceremonia más sublime, es para Dios.
La Santa Misa Tradicional es Obra perfecta del Santo Espíritu de Dios, es Obra de Dios. No es obra del pobre ingenio humano, ni de la ignorante sabiduría humana, es Obra de la Sabiduría de Dios. Es la Obra Santa del Cordero Divino, del Agnus Dei. Es Su Sacrificio. Y tal Sacrificio no podía, por menos, que estar acompañado de palabras, frases y oraciones santas, de ceremonias impregnadas del santo temor de Dios. Pues sólo el temor de Dios nos sitúa en nuestro lugar, dejando al Señor el suyo. Es el temor de Dios el que nos hace ser conscientes de nuestra verdadera realidad, de nuestra “nada”, ante la realidad de DIOS TODOPODEROSO.
Esta realidad nuestra, nuestra “nada”, ante la presencia del Cordero Divino, el Padre Eterno y del Santo Espíritu, junto con la Santísima Virgen y la Corte Celestial, hace que TODO en la Santa Misa Tradicional sea para la Gloria de Dios. Sacerdote y fieles “miran” al Cordero de Dios que se inmola en el altar, “miran” al Padre Eterno y al Divino Espíritu, y a toda la Corte Celestial. Pues TODO el Cielo está pendiente de la Santa Misa Tradicional.
Somos la “nada” ante el TODO.
La Santidad de la Santa Misa Tradicional hace vivir a los fieles y ser conscientes del pecado, la mentira, la falsedad y la traición que hay en el mundo; ahuyentando al maligno, quien no soporta tanta reverencia, respeto y adoración en las ceremonias; situándoles ante la pureza, virginidad y castidad perfectísima del Altísimo, avivando en todos el deseo de vivir esa perfección.
La Santa Misa Tradicional al ser toda de Dios, es TODO de la Iglesia. Es un verdadero compendio de la Fe católica, de las verdades profesadas por la Iglesia. El primado de Pedro, la Comunión de los Santos, el dogma del Purgatorio, el Sacrificio expiatorio de Nuestro Señor, el aumento de la Gracia, la oración de intercesión…, son verdades vividas y enseñadas en la Santa Misa Tradicional. Verdades que no varían, como no varía la Santa Misa Tradicional. Característica, ésta, esencial de la Santa Misa Tradicional, que al no poderse manipular ni alterar nos da la garantía de que las verdades que contiene permanecen ante TODO.
La Santa Misa Tradicional al ser toda de Dios, es, consecuentemente, de todo lugar y de toda época. Es universal, como universal es la VERDAD que contiene: el Sacrificio de Cordero Divino.
Al situarnos ante la Santa Misa Tradicional, ante el Sacrifico del Agnus Dei, sentimos el compromiso que adquirimos, ante tal divino Sacrificio, de la fidelidad a nuestra Fe católica recibido a través de la Tradición.; la responsabilidad, al ser testigos de la Sangre del Cordero derramada y Su Santísimo Cuerpo entregado por nuestros pecados, de defender la fe de todos los ataques contra ella; y la fortalezade que somos revestidos, que es la fortaleza del Sagrado Corazón de Jesús, cuya obra perfectísima es el Sacrificio del Agnus Dei, perpetuado en el altar hasta el fin de los tiempos.
Porque el TODO, es el TODOPODEROSO.
Padre Juan Manuel Rodríguez de la Rosa

Ecce Agnus Dei




El Divino Cordero está con toda la humanidad haciéndonos partícipes de tomar su Santo Cuerpo y su Divina y Misericordiosa Sangre derramada por la salvación de las almas de Dios Padre.
En la Santa Misa, y ante la Santísima Virgen, estamos postrados ante este divino y bendecido momento en el que hemos sido partícipes de acompañar a Nuestro Señor Jesucristo desde el Monte de los Olivos hasta el Calvario, pasando por las diferentes estaciones del Camino de la Cruz.
He aquí el Cordero de Dios Ecce Agnus Dei- sufriendo por todo lo que ha de sufrir, entregándose entero al Padre Eterno en unión con el Divino Espíritu. Siente, como hombre, el sufrimiento por el que se entrega al Padre por la salvación de las almas.
El Cordero de Dios se prepara ante Dios Padre, Dios de Justicia, asumiendo la sentencia de este divino Juicio en el que la humanidad fue juzgada para toda para eternidad. Nos juzga el Padre Eterno. A ti y a mí. Si no fuera por este juicio de Amor que es la Santa Misa, hubiéramos sido ajusticiados por causa del Pecado original.
El Cordero de Dios se dispone a decir: Padre Dios hágase tu voluntad. Y así, la Sangre de este Divino Cordero brota y se desliza desde su bendita Cabeza, emanando por sus poros gotas de sangre derramadas por ti y por mí. ¡Qué estremecedor el sacrificio del altar!
El Divino Cordero de Dios se prepara, tiembla, sudoroso, emana un olor imposible de oler, nuestros pecados huelen a eso exactamente, huelen a maldad, a los hijos de la maldad.
El Cordero Divino de Dios se prepara nuevamente, empieza a caer, a pesar de estar inmóvil su bendito Cuerpo postrado en tierra ante el Padre, en el Monte de los Olivos. El Divino Cordero prosigue ante Dios Padre camino del Calvario.
Señor Jesucristo que te has ofrecido como Víctima y Cordero Divino de Dios para la salvación de las almas de Dios Padre; indignos somos, Señor, de ser testigos de tu Santo Sacrificio, pero amorosos de Ti te pedimos Ámanos en cada momento para que te sintamos palpables en ese latir de tu bendita presencia en el altar del sacrificio. Anti ti, Señor sólo podemos ofrecerte nuestra nada.
Señor mío y Dios mío, perdónanos porque no sabemos ante lo que nos presentamos en cada Santa Misa: ante el justo Juez y Dios todopoderoso. Intercede por nosotros indignos, pero suplicantes ante Ti para que con tu Sacrificio Santo limpies todos nuestros pecados. Amén.
Padre Juan Manuel Rodríguez de la Rosa