sábado, 16 de outubro de 2010

El Papa Benedicto XVI presidirá mañana, en plaza San Pedro, la Santa Misa en la cual canonizará a seis beatos: Beato Stanislao Kazimierczyk, Beato André Bessette, Beata María de la Cruz MacKillop, Beata Cándida María de Jesús, Beata Julia Salzano, Beata Bautista Varano

La santidad vivida en diversos contextos: seis nuevos santos

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El Papa Benedicto XVI presidirá mañana, en plaza San Pedro, la Santa Misa en la cual canonizará a seis beatos. El Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, Mons. Angelo Amato, ha concedido una entrevista a L’Osservatore Romano para comentar algunos rasgos característicos de los nuevos santos que tendrá la Iglesia. Ofrecemos nuestra traducción en lengua española.
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¿Qué sugiere la diversa proveniencia social de los seis canonizados del domingo?

La santidad está siempre presente en la Iglesia, en toda parte del mundo. Todavía hoy bautizados santos continúan siendo una buena noticia para la Iglesia y para la sociedad civil, beneficiadas no sólo por su ejemplo sino también por sus empresas caritativas.
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El primero, en orden temporal, es Stanislao Kazimierczyk. El milagro atribuido a su intercesión, la curación del conde Pedro Komorowski, ocurrió en 1617. ¿Cómo es posible valorar hoy que aquella sanación haya sido realmente milagrosa?

El milagro atribuido a Kazimierczyk es increíble. Está bien testimoniado y cuidadosamente descrito en la documentación médica de aquellos años. Por otro lado, él siempre se dedicó con amor a la asistencia de los enfermos. Los médicos aquel tiempo – subrayó en una entrevista a L’Osservatore Romano del 21 de agosto el presidente de la Comisión médica de nuestra Congregación – no sólo eran muy buenos sino también muy escrupulosos y anotaban todo minuciosamente. Incluso a distancia de siglos, por lo tanto, no habría una opinión diferente respecto a la milagrosa curación instantánea del conde. Quisiera añadir que la fama de santidad Stanislao se ha conservado viva hasta nuestros días en Polonia, sobre todo en Cracovia. Murió en olor de santidad en Kazimierz, en 1489.
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El cuidado de los enfermos parece haber sido también la preocupación de otro de los seis beatos que serán canonizados.

El beato André Bessette, un religioso laico, muy devoto de san José – en cuyo honor hizo construir un santuario que tuvo en custodia por toda su vida -, animado por una gran caridad y por un profundo espíritu de oración, acostumbraba visitar a los enfermos. Los consolaba y los exhortaba a tener una confiada devoción al santo. Concluido el noviciado y el período de formación, le fue asignada la tarea de portero del colegio de Nuestra Señora de Montreal, donde pasó cuarenta años desarrollando con profunda humildad su servicio. En el tiempo en que estaba libre, el beato visitaba a los enfermos y los consolaba, animándolos a nutrir una afectuosa devoción hacia san José.
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Por María de la Cruz MacKillop festejan juntos en estos días, en Roma, los australianos y los escoceses.

Era hija de católicos escoceses inmigrantes en Australia. El cuidado de los niños pobres era su vocación. Con este fin fundó una congregación religiosa. Las Hermanas de San José del Sagrado Corazón de Jesús tuvieron enseguida una gran difusión en Australia y en otros lugares todavía hoy están presentes en trescientas cuarenta obras. La figura de educadora santa de MacKillop está muy viva en aquel continente. Frente a las muchas dificultades, sor María nunca perdió el ánimo, conservando su confianza en la Divina Providencia y profundizando su compromiso al servicio de la Iglesia y de la promoción humana y religiosa de su ambiente. De salud enfermiza, en los últimos años se vio obligada a utilizar una silla de ruedas a causa de algunos golpes apopléticos que, aunque debilitaron su cuerpo, no le quitaron la lucidez mental ni debilitaron su fe y caridad.
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También Cándida María de Jesús, en cierto sentido, ha vivido la experiencia de la emigración y también ella ha fundado un instituto religioso.

Se trata de una española, fundadora de la Congregación de las Hijas de Jesús para la educación de la infancia y de la juventud necesitada. Desde el día de la su primera Comunión, advirtió con fuerza el deseo de pertenecer totalmente al Señor Jesús: tal convicción será fielmente mantenida también luego, a pesar de la insistencia de sus padres frente a ventajosas propuestas de matrimonio. En edad juvenil se puso al servicio de la familia de un magistrado, cuya esposa la favoreció en la vida espiritual y en la oración. También con la ayuda del confesor, Cándida María comenzó a definir las características de su espiritualidad: devoción eucarística y mariana, predilección por los pobres, donación de sí misma, penitencia y meditación de la Pasión del Señor.

Pero también es fundadora de un instituto religioso la italiana Julia Salzano, nacida en Santa Maria Capua Vetere, en la provincia de Caserta, que fundó la Congregación de las Religiosas Catequistas del Sagrado Corazón, cuyo apostolado es la formación de las jóvenes generaciones mediante la catequesis.
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También la Salzano fundó un instituto religioso: ¿qué experiencia hizo madurar en ella una obra similar?

Julia manifestó de muy joven su carisma no sólo de educadora sino también de catequista, colaborando con dedicación en la catequesis parroquial de los niños de primera Comunión y organizando talleres de costura para el arreglo de las iglesias pobres. De este modo, se consolidó en ella la intención de fundar un instituto religioso que tuviera como principal finalidad la educación religiosa de las jóvenes generaciones. Julia prosiguió en su actividad de catequista, sin descuidar a ninguna categoría de personas: desde los niños hasta los jóvenes, los adultos, e incluso los militares de la primera guerra mundial. Su compromiso educativo, desarrollado con fe y competencia, fue apreciado unánimemente no sólo por los fieles sino también por las autoridades civiles. El intenso compromiso en la fundación y la pasión por el apostolado no disminuyeron ni siquiera durante las frecuentes crisis de angina pectoris, una de las cuales, en 1929, resultó fatal para ella.
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Del todo diversa parece ser la experiencia vivida por la fundadora de un monasterio, que está entre los que serán proclamados santos el domingo: la noble Varano.

La noble Bautista Varano fundó un monasterio para contemplativas clarisas, del cual fue abadesa hasta su muerte, ocurrida en 1524. Además de ser una santa monja, la Varano fue una gran mística, distinguiéndose por el lirismo y la profundidad espiritual de sus escritos. Desde pequeña advirtió la fascinación de la vida religiosa. Pero sólo después de haber superado períodos de intensa lucha interior y la oposición paterna pudo realizar su vocación, vistiendo el hábito de las clarisas en el monasterio de Santa Clara de Urbino. Sucesivamente, con la institución de un convento cerca de Camerino, la beata se trasladó allí con otras compañeras. Aquí fue nombrada abadesa y, al terminar su mandato, varias veces confirmada. Su perfil interior estuvo marcado por un continuo ejercicio ascético y por la unión mística con Cristo Crucificado. De sus reflexiones sobre la Sagrada Escritura y sobre los textos litúrgicos surgieron varios escritos de meditación, apreciados también por personas de gran espiritualidad. A comienzos del siglo XVI, la ciudad de Camerino se convirtió en centro de tensiones políticas y de auténticos enfrentamientos bélicos, al punto que la beata se vio obligada a escapar. Pero, una vez que regresó, se convirtió en un punto de referencia para ciudadanos, autoridades religiosas y civiles.
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