Misa tradicional en el Tercer Monasterio de la Visitación (Madrid).
Entonces, el presbítero se gira. Sostiene en alto y con las dos manos la Sagrada Forma y dice en latín las palabras del Evangelio de San Juan: “Ecce Agnus Dei, ecce qui tollis pecata mundi” (este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo).
Esta escena, que resultará familiar a los devotos de celebrar la misa de acuerdo a su forma extraordinaria, se repite todos los domingos a las once de la mañana en la céntrica iglesia madrileña del Tercer Monasterio de la Visitación de la Hermanas Salesas. Y, desde la promulgación en 2007 por el Papa Benedicto XVI del motu proprio Summorum Pontificum, este rito poco a poco se va haciendo presente en distintas ciudades españolas.
Alcalá, Pamplona, Pontevedra, Sevilla, Gijón, Córdoba, Cádiz… Son algunas de las urbes que ya se han beneficiado de la medida del Papa Ratzinger, que está dando lugar a situaciones novedosas.
En algunas ciudades, los sacerdotes han comenzado a oficiar la misa tradicional en capillas o parroquias. En otras, la iniciativa ha partido de los fieles, y el obispo del lugar ha encargado a sacerdotes diocesanos que oficien por el misal del beato Juan XXIII. Sin las polémicas y divisiones que muchos temían, la forma extraordinaria de la misa, poco a poco, va enriqueciendo la vida espiritual de varias diócesis españolas.
Pero esta liturgia no siempre se ha vivido con la naturalidad actual. El rito gregoriano no ha estado prohibido nunca -hecho que recalca Summorum Pontificum- pero durante décadas, desde la reforma litúrgica de 1969, las trabas por parte de no pocas autoridades eclesiásticas para celebrar la eucaristía con el viejo misal eran, en muchos casos, insalvables.
Durante años, y desde distintos sectores eclesiales, se ha identificado a los seguidores del rito gregoriano con la posición tomada por monseñor Lefebvre y, a partir de ahí, no era infrecuente vivir situaciones de marginación. Muchas veces los simpatizantes de la misa tradicional fueron tratados -en palabras del por entonces cardenal Ratzinger- como “apestados”.
Quien conoce bien la historia reciente de la misa tradicional en España es José Luis Cabrera, coordinador de la página web Una Voce Málaga, uno de los sitios de referencia mundial en Internet para los seguidores del usus antiquor.
Para todas la edades
Cabrera explica que “con Ecclesia Dei, el anterior motu proprio promulgado en 1988 por Juan Pablo II, era necesario solicitar permiso al obispo para celebrar la misa en su forma extraordinaria, y solo lo concedieron en Madrid y Barcelona. Tras Summorum Pontificum este permiso no es necesario y ahora se celebra en trece ciudades españolas”.
Para comprobar que la situación de marginación es, en gran parte, agua pasada basta con pasarse un domingo cualquiera por las Salesas. Entre la feligresía hay personas mayores -a la salida del templo, una mujer de edad avanzada comenta emocionada a unas amigas que esta es la misa que conoció en su infancia-, pero, sobre todo, se ve juventud; abundan los matrimonios con niños pequeños, los hombres y mujeres de mediana edad y los universitarios.
El padre Raúl Olazabal es el superior en España del Instituto de Cristo Rey y el celebrante de la misa por el rito gregoriano en las Salesas. Vestido con sotana, explica el fenómeno con un suave acento argentino: “En las personas jóvenes hay una profunda llamada a la búsqueda de Dios. Muchas veces las personas no practicantes se sienten atraídas por la sacralidad del rito y encuentran, como ellas mismas afirman, más fácilmente a Dios”.
Que la actitud de “apestados” haya sido en gran parte superada es mérito de BXVI. Durante toda su vida el Papa Benedicto ha sido un gran estudioso de la liturgia, y su conocimiento científico de la cuestión se refleja en una posición que trasciende las diferencias entre el nuevo rito y el antiguo.
En palabras del padre Olazábal: “el Papa creo que está, por una parte, procurando corregir las cosas que se han visto como no positivas de una reforma que se ha hecho rápidamente, y, por otra parte, tal y como dice en el motu proprio, busca que poco a poco aparezcan las riquezas de una y otra liturgia para que se enriquezcan mutuamente”.
* Reportaje íntegro en el número 268 del semanario, desde el 12 de marzo en los quioscos.
fonte:Albadigital