sábado, 14 de março de 2015

Antes de morir el Fundador del Opus Dei envió tres cartas – entre 1972 y 1974 – a los fieles de la Prelatura y que son de gran importancia para el propio Fundador 1 de julio de 2011


LAS CARTAS PROFÉTICAS de Las TRES CAMPANADAS de San Josemaría Escrivá.

 

Antes de morir el Fundador del Opus Dei envió tres cartas – entre 1972 y 1974 – a los fieles de la Prelatura que, por la importancia que el propio Fundador les dio, son conocidas en la Obra como las Tres Campanadas.
Estas cartas no han sido publicadas, quedando restringidas a algunos de los fieles numerarios de la Prelatura. Solamente se han filtrado dos de ellas, cuyos algunos párrafos se transcriben más abajo y con negrilla algunas frases que corren por nuestra cuenta. Una de ellas -según se comenta, mucho más dura que las otras dos- permanece inaccesible, incluso para la mayoría de los miembros numerarios de la Prelatura.
Más allá de lo que dicen las cartas, que tampoco sorprende, lo relevante de ellas pasa por el hecho de que fueron tenidas a la vista para el proceso de canonización del Fundador -que se centra en los últimos años de la vida de Escrivá de Balaguer – y ninguna objeción doctrinal o eclesial fue realizada por las autoridades vaticanas sobre estos escritos. Es decir, existe una aceptación por parte de la Autoridad Máxima de la Iglesia de estas opiniones del Fundador del Opus Dei como legítimas -más allá de ser opiniones- sobre el post-concilio y la situación interna de la Iglesia. Como se verá, algunos de los conceptos del Fundador van un poco más allá de la alegoría de SS Pablo VI -precisa y contundente pero limitada en su explicitación- sobre el “humo de Satanás” que se ha colado dentro de la Iglesia de Dios. Sólo se hace hincapié en el hecho de que estas cartas fueron escritas hace ¡35 años! ¡Lo que diría ahora!
En el 36 aniversario de su llegada al Cielo las publicamos.
Tiempo de prueba son siempre los días que el cristiano ha de pasar en esta tierra. Tiempo destinado, por la misericordia de Dios, para acrisolar nuestra fe y preparar nuestra alma para la vida eterna.

Tiempo de dura prueba es el que atravesamos nosotros ahora, cuando la Iglesia misma parece como si estuviese influida por las cosas malas del mundo, por ese deslizamiento que todo lo subvierte, que todo lo cuartea, sofocando el sentido sobrenatural de la vida cristiana.
Llevo años advirtiéndoos de los síntomas y de las causas de esta fiebre contagiosa que se ha introducido en la Iglesia, y que está poniendo en peligro la salvación de tantas almas…

Convenceos, y suscitad en los demás el convencimiento, de que los cristianos hemos de navegar contra corriente. No os dejéis llevar por falsas ilusiones.Pensadlo bien: contra corriente anduvo Jesús, contra corriente fueron Pedro y los otros primeros, y cuantos —a lo largo de los siglos— han querido ser constantes discípulos del Maestro. Tened, pues, la firme persuasión de que no es la doctrina de Jesús la que se debe adaptar a los tiempos, sino que son los tiempos los que han de abrirse a la luz del Salvador. Hoy, en la Iglesia, parece imperar el criterio contrarioy son fácilmente verificables los frutos ácidos de ese deslizamiento. Desde dentro y desde arriba se permite el acceso del diablo a la viña del Señor, por las, puertas que le abren, con increíble ligereza, quienes deberían ser los custodios celososleer...