28/05/10 El Concilio Vaticano II, de carácter pastoral que no dogmático, a través de uno de sus documentos más relevantes, estableció la reforma litúrgica con el fin de "acrecentar de día en día entre los fieles la vida cristiana, adaptar mejor a las necesidades de nuestro tiempo las instituciones que están sujetas a cambio, promover todo aquello que pueda contribuir a la unión de cuantos creen en Jesucristo y fortalecer lo que sirve para invitar a todos los hombres al seno de la Iglesia". Bajo esta perspectiva, los padres conciliares aprobaron la primera constitución magisterial, llamada Sacrosantum Concilium, en la que decretaron una serie de normas que tendrían que ser tenidas en cuenta en los ulteriores documentos con el fin de garantizar la legitimidad de la reforma.
Sin embargo, las comisiones creadas por el Papa Pablo VI una vez finalizó el Sínodo, no supieron o no quisieron, mantener su fidelidad a los dictados del Concilio, dando lugar a una de las peores y más desastrosas aplicaciones, que ha culminado con la casi completa desacralización y secularización en el seno de la Iglesia Católica desde sus orígenes.
De ahí, que no se puede responsabilizar por completo al Concilio de lo sucedido, sino a aquellos que se dejaron llevaron por sus propios intereses en la aplicación de las normas emanadas del mismo. Como ejemplo, hoy citamos el uso de la lengua latina y la vernácula en los nuevos ritos. No hace falta ser un experto para constatar la contradicción entre lo que la Iglesia enseñó y lo que luego se hizo (y ahora todos sufrimos).
Dice el numero 36 de Sacrosantum Concilium: "Se conservará el uso de la lengua latina en los ritos latinos, salvo derecho particular. Sin embargo, como el uso de la lengua vulgar es muy útil para el pueblo en no pocas ocasiones, tanto en la Misa como en la administración de los Sacramentos y en otras partes de la Liturgia, se le podrá dar mayor cabida, ante todo, enlas lecturas y moniciones, en algunas oraciones y cantos, conforme a las normas que acerca de esta materia se establecen para cada caso en los capítulos siguientes".
Pues bien, hoy ya no se conserva, en el Novus Ordo, y de manera general, ningún uso del latín y el Misal Romano ha sido completamente traducido a las lenguas vernáculas. Lo cual ha generado, además, numerosos errores doctrinales debido a unas traducciones que han pervertido en muchos casos y de manera completa el sentido original de lo expresado en el latín.
Conviene pues denunciar ante los fieles que el Concilio jamás dictó ninguna norma que avale la desaparición completa del latín en la liturgia católica, sino la traducción de algunas partes de la Misa con el fin de que ésta pudiera ser mejor comprendida por los fieles. Pero ya se ve que hoy, las cosas no son como se indicaron que debían ser. Y éste es sólo un ejemplo de esta lamentable aplicación conciliar. Cualquier fiel que lo desee, puede acceder a través de la página web del Vaticano a esos documentos y comprobar, por sí mismo, hasta dónde llega el esperpento.
Sin embargo, las comisiones creadas por el Papa Pablo VI una vez finalizó el Sínodo, no supieron o no quisieron, mantener su fidelidad a los dictados del Concilio, dando lugar a una de las peores y más desastrosas aplicaciones, que ha culminado con la casi completa desacralización y secularización en el seno de la Iglesia Católica desde sus orígenes.
De ahí, que no se puede responsabilizar por completo al Concilio de lo sucedido, sino a aquellos que se dejaron llevaron por sus propios intereses en la aplicación de las normas emanadas del mismo. Como ejemplo, hoy citamos el uso de la lengua latina y la vernácula en los nuevos ritos. No hace falta ser un experto para constatar la contradicción entre lo que la Iglesia enseñó y lo que luego se hizo (y ahora todos sufrimos).
Dice el numero 36 de Sacrosantum Concilium: "Se conservará el uso de la lengua latina en los ritos latinos, salvo derecho particular. Sin embargo, como el uso de la lengua vulgar es muy útil para el pueblo en no pocas ocasiones, tanto en la Misa como en la administración de los Sacramentos y en otras partes de la Liturgia, se le podrá dar mayor cabida, ante todo, enlas lecturas y moniciones, en algunas oraciones y cantos, conforme a las normas que acerca de esta materia se establecen para cada caso en los capítulos siguientes".
Pues bien, hoy ya no se conserva, en el Novus Ordo, y de manera general, ningún uso del latín y el Misal Romano ha sido completamente traducido a las lenguas vernáculas. Lo cual ha generado, además, numerosos errores doctrinales debido a unas traducciones que han pervertido en muchos casos y de manera completa el sentido original de lo expresado en el latín.
Conviene pues denunciar ante los fieles que el Concilio jamás dictó ninguna norma que avale la desaparición completa del latín en la liturgia católica, sino la traducción de algunas partes de la Misa con el fin de que ésta pudiera ser mejor comprendida por los fieles. Pero ya se ve que hoy, las cosas no son como se indicaron que debían ser. Y éste es sólo un ejemplo de esta lamentable aplicación conciliar. Cualquier fiel que lo desee, puede acceder a través de la página web del Vaticano a esos documentos y comprobar, por sí mismo, hasta dónde llega el esperpento.
fonte:sector católico