quinta-feira, 1 de setembro de 2011

NO OS AVERGONCÉIS DE VUESTRA SOTANA

Mons. Bernard Tissier de Mallerais

SERMÓN DE LA TOMA DE SOTANA, 2 DE FEBRERO DE 2011

El 2 de febrero de este año en curso la iglesia de Saint Nicolás du Chardonnet, en París, tuvo el inestimable privilegio de dar cabida a la ceremonia de tomas de sotanas del Seminario Saint Curé d´ Ars de Flavigny, el Seminario Frances de la Hermandad de San Pío X. Con la asistencia de un numeroso clero y una concurrencia importante de fieles dieciséis jóvenes recibieron la sotana, la librea del Señor.
Queridos hermanos:
Agradecemos sinceramente a la iglesia de Saint Nicolás du Chardonnet y a sus sacerdotes la acogida dispensada al Seminario de Flavigny para esta ceremonia de imposición de sotanas.
Esta fiesta de la Santísima Virgen, la Presentación del Niño Jesús en el Templo y Purificación de Nuestra Señora, nos parece que se acomoda perfectamente a esta forma de sotanas.

En efecto, queridos jóvenes, estáis aquí para ofreceros y consagraros al Señor, de la misma forma que la Santísima Virgen y San José llevaron al Niño Jesús al Templo para consagrarlo, ya que era el Primogénito de la familia, el primer nacido de la Santísima Virgen -y el único nacido de la Santísima Virgen- y por lo tanto debía ser consagrado al Señor. Era la parte del Señor pero era ya el Consagrado por excelencia desde el primer instante de su Encarnación, cuando la Divinidad ungió totalmente su santa Humanidad haciendo de Él el sacerdote por excelencia. Acto seguido la santísima Virgen y San José debían rescatarlo con dos monedas de plata y el sacrificio de dos pichones y así poder guardarlo. Sin duda llevaron a cabo el rito para rescatarlo pero, por supuesto, no se trataba de apartarlo de su consagración a Dios. Jesús permanecía como el consagrado, el sacerdote por excelencia.

Tal es la actitud, queridos amigos, que vosotros tenéis hoy: consagraros a Dios y mantener esta consagración en adelante. Debido a esto se os va a imponer la sotana, el hábito del clérigo, aunque sólo dentro de un año es cuando recibiréis la tonsura. Es el hábito del clérigo, el hábito del futuro sacerdote y esta ceremonia es sumamente emocionante para todos vosotros, queridos jóvenes, que con impaciencia, una santa impaciencia, esperáis dende hace algunos meses este momento en el que vais a transformar ele exterior de vuestro ser y que corresponderá a la transformación interior que ya se produjo cuando decidisteis entrar en el Seminario. También emocionante para ustedes, queridas familias, que evidentemente van a ver a estos muchachos bajo otro aspecto que les impondrá un tanto pero que a la vez es muy edificante y que les va a ayudar en su camino hacia Dios.

Hablemos un poco de la sotana y del testimonio unido a ella. En el profeta Malaquías se dice, lectura que hemos oído hace unos instantes y que prefigura la Presentación de Jesús en el Templo, que el Señor vendrá a su Templo. Se trata de una forma nueva y especial- con el fin de purificar a los Hijos de Levi, como el oro y la plata en el crisol, para que ofrezcan a Dios sacrificios como en los días antiguos y así el sacrificio de Judá en Jerusalén, es decir la iglesia, agrade al Señor. Por lo tanto se trata de una renovación del sacerdocio. Por supuestos que en la Sagrada Escritura se trata de la desaparición del sacerdocio antiguo y de la aparición del sacerdocio de nuestro Señor Jesucristo. Pero hoy en día, queridos jóvenes, se trata de la conservación del sacerdocio de siempre. Hoy en día el señor viene de nuevo, espiritualmente, en esta fiesta de la Presentación para purificar a los Hijos de Levi gracias a este humilde ejército de la hermandad de San Pío X, gracias a Monseñor Lefebvre, para purificar el sacerdocio católico y restituirle su identidad.

Esta es la profunda significación de esta toma de sotanas y vosotros sois conscientes de ello. Vuestro deseo es participar más tarde en el sacerdocio auténtico de nuestro Señor Jesucristo para ofrecer un sacrificio puro y santo y agradable a Dios, es decir: el Sacrificio de la Cruz, renovado de forma incruenta en el altar. Es en la tarea de renovación del sacerdocio católico que queréis trabajar. Tal es la misión que la divina Providencia nos ha asignado sin mérito alguno por nuestra parte.

La sotana rica en símbolos
Queridos jóvenes seminaristas, vuestra sotana es rica en enseñanzas, Nuestro Fundador, en los Estatutos de la Hermandad y también en diferentes escritos, describe los frutos maravillosos de la sotana que –desgraciadamente- los sacerdotes modernos adoptando el clergyman o el traje civil han perdido de vista. Me acuerdo muy bien que Monseñor Lefebvre nos decía: “Vuestra sotana es vuestro hábito religioso porque el sacerdote es el religioso de Dios”.

Por lo tanto consideraos como religiosos, espiritualmente hablando; vuestra sotana es vuestro hábito religioso, así pues no os la quitéis excepto si hay persecuciones que nos obliguen a ello. Es vuestro hábito religioso que expresa en consecuencia que os apartáis del mundo, que el Señor os pone aparte para que volváis al mundo y prediquéis a los fieles.

El odio del mundo hacia la sotana
Y por eso el mundo os va a odiar. El mundo no quiere la sotana. La sotana expresa la separación del mundo. Como el sacerdote no es un hombre como los otros se encuentra retirado del mundo, tal como dice Jesús en el sermón después de la Cena: “Yo os he sacado del mundo” y seguidamente: “De nuevo os envío al mundo”. Así pues hay esta separación que fue vuestra decisión al entrar en el Seminario y que es ya una renuncia, un sacrificio. Renunciáis a una vida de familia, a un matrimonio legítimo. Renunciáis a ciertas alegrías licitas de este mundo. Es un sacrificio. Lo sabéis bien. Este sacrificio durará toda su vida. Contemplad a la Santísima Virgen: es feliz escuchando las palabras llanas de fe y de alegría del anciano Simeón que proclama: “Oh Señor, mis ojos han visto a vuestro Salvador que he esperado toda mi vida, ahora ya no me queda más que morir de alegría” (…) Al mismo tiempo es el dolor de la Santísima Virgen al oír estas palabras de Simeón: “Una espada de dolor atravesará tu alma”, y “este Niño será un signo de contradicción”.
Queridos amigos, vosotros también seréis signo de contradicción por vuestra sotana. A menudo oiréis bromas, críticas, burlas, incluso quizá algunas veces por parte de sacerdotes. Más no os avergoncéis de vuestra sotana. Será para vosotros una profesión. Es lo que decía Monseñor Lefebvre: “La sotana es un testimonio y una predicación, un sermón sin palabras”, porque con ella se predica la presencia de Jesús en el mundo, en un mundo laicizado Jesús está siempre presente y quiere reinar. Esa es vuestra profesión silenciosa. La sotana también predica la penitencia por su color negro, por su hechura amplia que disimula las formas del cuerpo. Predica la penitencia, la renuncia, esta es la predicación que no le gusta al mundo, el malvado mundo que pertenece al demonio y que vosotros proclamáis.

La sotana es en primer lugar un testimonio, una predicación. Además la sotana aleja a los malos espíritus y a los que les están sometidos, decía Monseñor Lefebvre. El demonio no tolera la sotana. La sotana os protegerá de cantidad de ocasiones de pecados a los que se está expuesto en el mundo y a los que el sacerdote no puede exponerse. Guardad vuestra sotana y la sotana os guardará.

Por otra parte la sotana atrae a las almas buenas, incluso las almas que no creen, los no creyentes, la sotana atrae los corazones, atrae a las almas rectas y generosas. A menudo, oiréis decir esto: “¡Por fin un auténtico sacerdote!”. Alguien en la calle os dirá: “¡Por fin un auténtico sacerdote! ¡No sabía que aún existiese algo así! “No soy practicante, os dirán, pero sí fuera a morir es a alguien como usted a quien yo llamaría”. “Ah, un auténtico sacerdote!”. Eso es lo que oiréis porque las almas buenas se sienten atraídas por el hombre de Dios tal como vosotros seréis.

Y en consecuencia, decía Monseñor Lefbvre, es ese sentido la sotana facilita muchísimo el apostolado. (…) Me acuerdo que un día en París, andando por la calle, una mamá y su niño pasaron junto a mí y el niño me dijo señalándome con el dedo: “Jesús, Jesús”. Este niño tenía razón y la mamá le decía: “¡calla, cállate!”. Y yo le dije: “No, tiene razón. El sacerdote es Jesús”.

La sotana facilita el apostolado. La sotana nos muestra a Jesús. Mientras que un sacerdote camuflado no muestra ya a Jesús. Tiene dificultades para entablar una conversación con la gente. Un sacerdote de paisano ¿cómo puede dirigir la palabra a alguien? ¡Pero si está camuflado! Vosotros no seréis sacerdotes camuflados, (…) Un día estaba yo en un avión, era justo después del ataque a las Torres Gemelas. Por supuesto que en esos momentos no se sentía uno seguro en el avión. De suerte que el pasajero que estaba ami lado me dijo: “Al lado de usted me siento seguro”. Y es que había comprendido que yo era sacerdote. Otra vez en el aeropuerto de Buenos Aires yo iba con mi sotana y alguien me dijo: “Padre, ¿podría usted confesarme?” (…) Nos fuimos a un rincón y nos sentamos en un banco y oí su confesión. Una confesión magnífica… que por supuesto no os voy a contar pero que supuso una gracia, una gracia extraordinaria. La sotana obra maravillas.

Queridos amigos, guardad vuestra sotana. ¡Viva la sotana! Y viva vuestro futuro sacerdocio bajo la protección de la Santísima Virgen María, la madre del sacerdote y por eso la Madre del futuro sacerdote.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Fuente: Revista Tradición Católica nº231, Marzo-Abril 2011
 
http://wwwapostoladoeucaristico.blogspot.com/2011/09/no-os-avergonceis-de-vuestra-sotana.html