 ¡Queridos hermanos y hermanas!
 ¡Queridos hermanos y hermanas!
En  este cuarto domingo de Adviento el Evangelio de san Mateo narra cómo  sucede el nacimiento de Jesús colocándose desde el punto de vista de San  José. Él era el prometido de María, la cual “antes de empezar a estar  juntos ellos, se encontró encinta por obra del Espíritu Santo”. El Hijo  de Dios, realizando una antigua profecía, se hace hombre en el seno de  una virgen, y ese misterio manifiesta a la vez el amor, la sabiduría y  el poder de Dios a favor de la humanidad herida por el pecado. San José  es presentado como hombre "justo", fiel a la ley de Dios,  disponible a cumplir su voluntad. Por eso entra en el misterio de la  Encarnación después de que un ángel del Señor, apareciéndosele en  sueños, le anuncia: “José, hijo de David, no temas tomar contigo a María  tu mujer porque lo engendrado en ella es del Espíritu Santo. Dará a luz  un hijo y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo  de sus pecados”.
Abandonado el pensamiento de repudiar en secreto a María, la toma consigo, porque ahora sus ojos ven en ella la obra de Dios.
San Ambrosio comenta que “En José nos fue dada la amabilidad y la figura del justo, para hacer más digna su calidad de testimonio”. Él -prosigue Ambrosio- “no habría podido contaminar el templo del Espíritu Santo, la Madre del Señor, el seno fecundado por el misterio”. A pesar de haber experimentado turbación, José actúa “como le había ordenado el ángel del Señor”, seguro de cumplir lo justo. También poniendo el nombre de “Jesús” a ese Niño que rige todo el universo, él se sitúa en las filas de los servidores humildes y fieles, parecidos a los ángeles y a los profetas, parecidos a los mártires y a los apóstoles -como cantan antiguos himnos orientales. San José anuncia los prodigios del Señor, dando testimonio de la virginidad de María, de la acción gratuita de Dios, y custodiando la vida terrena del Mesías. Veneremos por tanto al padre legal de Jesús, porque en él se perfila el hombre nuevo, que mira con fe y valentía al futuro, no sigue su propio proyecto, sino que se confía totalmente a la infinita misericordia de Aquel que realiza las profecías y abre el tiempo de la salvación.
Queridos amigos, a San José, patrono universal de la Iglesia, deseo confiar a todos los Pastores, exhortándoles a ofrecer “a los fieles cristianos y al mundo entero la humilde y cotidiana propuesta de las palabras y de los gestos de Cristo”. Que nuestra vida pueda adherirse cada vez más a la Persona de Jesús, precisamente porque “Aquel que es el Verbo asume Él mismo un cuerpo, viene de Dios como hombre y atrae a sí a toda la existencia humana, la lleva al interior de la palabra de Dios”. Invoquemos con fe a la Virgen María, la llena de gracia “adornada por Dios”, para que, en la próxima Navidad, nuestros ojos se abran y vean a Jesús, y el corazón se alegre en este admirable encuentro de amor.
*Alocución durante el rezo del Ángelus de hoy domingo 19 de diciembre

 inundado por um mistério de luz que é Deus   e N´Ele vi e ouvi -A ponta da lança como chama que se desprende, toca o eixo da terra, – Ela estremece: montanhas, cidades, vilas e aldeias com os seus moradores são sepultados. - O mar, os rios e as nuvens saem dos seus limites, transbordam, inundam e arrastam consigo num redemoinho, moradias e gente em número que não se pode contar , é a purificação do mundo pelo pecado em que se mergulha. - O ódio, a ambição provocam a guerra destruidora!  - Depois senti no palpitar acelerado do coração e no meu espírito o eco duma voz suave que dizia: – No tempo, uma só Fé, um só Batismo, uma só Igreja, Santa, Católica, Apostólica: - Na eternidade, o Céu!
inundado por um mistério de luz que é Deus   e N´Ele vi e ouvi -A ponta da lança como chama que se desprende, toca o eixo da terra, – Ela estremece: montanhas, cidades, vilas e aldeias com os seus moradores são sepultados. - O mar, os rios e as nuvens saem dos seus limites, transbordam, inundam e arrastam consigo num redemoinho, moradias e gente em número que não se pode contar , é a purificação do mundo pelo pecado em que se mergulha. - O ódio, a ambição provocam a guerra destruidora!  - Depois senti no palpitar acelerado do coração e no meu espírito o eco duma voz suave que dizia: – No tempo, uma só Fé, um só Batismo, uma só Igreja, Santa, Católica, Apostólica: - Na eternidade, o Céu!