Mis queridos hijos, que los sentimientos de vuestro corazón se eleven más
alto, más perfectos, a Dios.
Queridos hijos, aspiren al Cielo, deseen la Santidad, anhelen llegar a la Santidad. Sean santos, sean celosos, cuiden sus almas, vivan las virtudes, oren mucho.
Hijos, conviertan vuestro
corazón en un precioso jardín para Dios. Oren, pidan mucho, para que ustedes
sean esos Santuarios Vivos del Señor.
Hijos Míos, adórnense con las Virtudes del Espíritu Santo, con Sus Dones,
con Sus Gracias, con Sus Carismas.
Hijos, anhelen ser santos porque están
llamados a la Perfección del Amor. Están llamados a la Santidad de Dios. No
distraigan sus corazones de éste pensamiento y deseo santo. Ser agradables para Dios, eso es lo que importa, queridos hijos.
Les amo y les bendigo. En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu
Santo.