sábado, 6 de novembro de 2010

Respuestas del Papa a los periodistas durante su vuelo a España : Yo diría que este viaje tiene dos temas. Tiene el tema de la peregrinación, del estar en camino, y tiene el tema de la belleza, de la expresión de la verdad en la belleza, de la continuidad entre tradición y renovación. Yo pienso que estos dos temas del viaje son también un mensaje: estar en camino, no perder el camino de la fe, buscar la belleza de la fe, la novedad y la tradición de la fe que sabe expresarse y sabe encontrarse con la belleza moderna, con el mundo de hoy.

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 spagna28
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Ofrecemos nuestra traducción de la entrevista que Su Santidad Benedicto XVI ha concedido a las periodistas en el vuelo que lo llevaba a España en su décimo octavo viaje apostólico internacional para peregrinar a Santiago de Compostela en este Año Santo Compostelano y consagrar la iglesia de la Sagrada Familia en Barcelona.
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Santidad, en el mensaje para el reciente congreso de los santuarios que se desarrollaba precisamente en Santiago de Compostela, usted ha dicho que vive su pontificado con los sentimientos del peregrino. También en su escudo está la concha del peregrino. ¿Quiere decirnos algo sobre la perspectiva de la peregrinación, también en su vida personal y en su espiritualidad, y sobre los sentimientos con los que se dirige como peregrino a Santiago?

¡Buen día! Podría decir que el estar en camino está ya incluido en mi biografía. Pero esto tal vez es una cosa exterior, sin embargo, me ha hecho pensar en la inestabilidad de esta vida, en el estar en camino. De la peregrinación uno podría decir: Dios está en todas partes, no hay necesidad de ir a otro lugar, pero también es cierto que la fe, según su esencia, es un ser peregrino. La Carta a los hebreos demuestra qué ve en la figura de Abraham que sale de su tierra y se convierte en un peregrino hacia el futuro por toda la vida, y este movimiento abrahámico permanece en el acto de fe, es un ser peregrino sobre todo interiormente pero debe expresarse también exteriormente. Alguna vez, salir de la cotidianeidad, del mundo de lo útil, del utilitarismo, salir sólo para estar verdaderamente en camino hacia la trascendencia, trascenderse a sí mismo y la cotidianeidad y así encontrar también una nueva libertad, un tiempo de replanteamiento interior, de identificación de sí mismo, de ver al otro, Dios, y así es también siempre la peregrinación: no sólo un salir de sí mismo hacia el más grande sino también un ir juntos. La peregrinación reúne, vamos juntos hacia el otro y así nos encontramos recíprocamente. Basta decir que los caminos de Santiago son un elemento en la formación de la unidad espiritual del continente europeo, peregrinando aquí se han encontrado, han encontrado la identidad europea común, y también hoy renace este movimiento, este sueño de estar en movimiento espiritual y físicamente, de encontrarse el uno al otro y de encontrar así silencio, libertad, renovación, y de encontrar a Dios.
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Gracias, Santidad. Ahora volvemos la mirada hacia Barcelona. ¿Qué significado puede tener la consagración de un templo como la Sagrada Familia al comienzo del siglo XXI? ¿Y hay algún aspecto específico de la visión de Gaudí que lo ha impresionado en particular?

En realidad, esta catedral es también un signo propio para nuestro tiempo. Encuentro en la visión de Gaudí, sobre todo, tres elementos. El primero, esta síntesis entre continuidad y novedad, tradición y creatividad. Gaudí ha tenido esta valentía de insertarse en la gran tradición de las catedrales, de atreverse en su siglo, con una visión totalmente nueva, de nuevo esta realidad catedral como lugar del encuentro entre Dios y el hombre en una gran solemnidad, y esta valentía de estar en la tradición pero con una creatividad nueva que renueva la tradición y demuestra así la unidad y el progreso de la historia, es algo bello. En segundo lugar, Gaudí quería este trinomio: libro de la naturaleza, libro de la Escritura, libro de la liturgia. Y esta síntesis es precisamente hoy de gran importancia. En la liturgia, la Escritura se hace presente, se convierte en realidad hoy, no es ya una Escritura de dos mil años atrás sino que es celebrada, realizada. Y en la celebración de la Escritura habla la creación, encuentra lo creado, y encuentra su verdadera respuesta porque, como nos dice San Pablo, la criatura sufre, y en lugar de ser destruida, despreciada, aguarda a los hijos de Dios, aquellos que la ven en la luz de Dios. Y, de este modo, esta síntesis entre sentido de la creación, escritura y adoración es precisamente un mensaje muy importante para la actualidad. Y finalmente, tercer punto, esta catedral ha nacido por una devoción típica del siglo XIX: San José, la Sagrada Familia de Nazareth, el misterio de Nazareth, pero precisamente esta devoción de ayer, se podría decir, es de grandísima actualidad porque el problema de la familia, de la renovación de la familia como célula fundamental de la sociedad, es el gran tema de hoy y nos indica hacia donde podemos ir tanto en la construcción de la sociedad como en la unidad entre fe y vida, entre religión y sociedad. Familia es el tema fundamental que se expresa aquí, diciendo que Dios mismo se ha hecho hijo en la familia y nos llama a construir y vivir la familia.
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Y continuando en esta línea, Gaudí y la Sagrada Familia representan, como usted ha dicho, el binomio entre fe y arte. ¿Cómo puede la fe reencontrar hoy su puesto en el mundo del arte y de la cultura? ¿Es este uno de los temas importantes de su pontificado?

Así es. Vosotros sabéis que yo insisto mucho en la relación entre fe y razón, que la fe, y la fe cristiana, tiene su identidad sólo en la apertura a la razón, y que la razón se vuelve ella misma si trasciende hacia la fe. Pero igualmente importante es la relación entre fe y arte porque la verdad, fin y vida de la razón, se expresa en la belleza y se vuelve ella misma en la belleza, se encuentra como verdad. Y donde está la verdad debe nacer la belleza, donde el ser humano se realiza de modo correcto, bueno, se expresa en la belleza. La relación entre verdad y belleza es inseparable y por eso tenemos necesidad de la belleza. En la Iglesia, desde el comienzo, también en la gran modestia y pobreza del tiempo de las persecuciones, el arte, la pintura, la expresión de la salvación de Dios en las imágenes del mundo, el canto, y luego también el edificio, todo esto es constitutivo para la Iglesia y sigue siendo constitutivo para siempre. De este modo, la Iglesia era madre de las artes por siglos y siglos; el gran tesoro del arte, música, arquitectura, pintura, ha nacido de la fe en la Iglesia. Actualmente hay un cierto disenso, pero esto hace mal tanto al arte como a la fe: el arte que perdiera la raíz de la trascendencia ya no se dirigiría hacia Dios, sería un arte partido a la mitad, perdería la raíz viva; y una fe que tuviese el arte sólo en el pasado, ya no sería fe en el presente, y es hoy que se debe expresar de nuevo como verdad que es siempre presente. Por eso, el diálogo o el encuentro, diría, entre arte y fe está inscrito en la más profunda esencia de la fe. Debemos hacer todo lo posible para que también hoy la fe se exprese en arte auténtico, como Gaudí en la continuidad y en la novedad, y para que el arte no pierda el contacto con la fe.
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En estos meses se está poniendo en marcha el nuevo dicasterio para la nueva evangelización. Y muchos se han preguntado si precisamente España, con los desarrollos de la secularización y de la disminución de la práctica religiosa, es uno de los países en los que usted pensó como objetivo para este nuevo dicasterio o si no es el objetivo principal…

De por sí, con este dicasterio he pensando en el mundo entero porque la novedad del pensamiento, la dificultad de pensar en los conceptos de la Escritura, de la teología, es universal, pero naturalmente hay un centro y es el mundo occidental con su secularismo, su laicidad, y la continuidad de la fe que debe buscar renovarse para ser la fe hoy y para responder al desafío de la laicidad. En Occidente, todos los grandes países tienen su propio modo de vivir este problema: hemos tenido, por ejemplo, los viajes a Francia, a la República Checa, al Reino Unido, donde por todas partes está presente de modo específico para esta nación, para esta historia, el mismo problema, y esto vale también de un modo fuerte para España. España era siempre, por una parte, un país originario de la fe; pensemos que el renacimiento del catolicismo en la época moderna ocurrió sobre todo gracias a España: figuras como San Ignacio de Loyola, Santa Teresa y San Juan de Ávila, son figuras que han finalmente renovado el catolicismo y formado la fisonomía del catolicismo moderno. Pero es igualmente cierto que en España ha nacido también una laicidad, un anticlericalismo, un secularismo fuerte y agresivo como hemos visto precisamente en los años ’30, y esta disputa, más aún, este choque entre fe y modernidad, ambos muy vivaces, se realiza también hoy nuevamente en España: por eso, para el futuro de la fe y del encuentro – no desencuentro, sino encuentro – entre fe y laicidad, tiene un punto central también la cultura española. En este sentido, he pensado en todos los grandes países de Occidente pero sobre todo también en España.
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Con el viaje a Madrid del año próximo para la Jornada Mundial de la Juventud, usted habrá hecho tres viajes a España, algo que no ocurrió para ningún otro país. ¿Por qué este privilegio? ¿Es un signo de amor o de particular preocupación?

Naturalmente es un signo de amor. Se podría decir que es una coincidencia que venga tres veces a España. La primera, el gran encuentro internacional de las familias, en Valencia: ¿cómo el Papa podría estar ausente si las familias del mundo se encuentran? El próximo año la, JMJ, el encuentro de la juventud del mundo en Madrid, y el Papa no puede estar ausente en esta ocasión. Y finalmente tenemos el año santo de Santiago, tenemos la consagración después de más de cien años de trabajo de la catedral de la Sagrada Familia de Barcelona, ¿cómo podría no venir el Papa? De por sí, las ocasiones son también los desafíos, casi una necesidad de ir, pero precisamente el hecho de que precisamente en España se concentren tantas ocasiones muestra también que es realmente un país lleno de dinamismo, lleno de fuerza de la fe, y la fe responde a los desafíos que están igualmente presentes en España: por eso decimos que la casualidad ha hecho que venga pero esta casualidad demuestra una realidad más profunda, la fuerza de la fe y la fuerza del desafío para la fe.
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Gracias, Santidad. Y ahora, si quiere decir alguna otra cosa para concluir nuestro encuentro, ¿hay algún mensaje particular que usted espera dar a España y al mundo actual con este viaje?

Yo diría que este viaje tiene dos temas. Tiene el tema de la peregrinación, del estar en camino, y tiene el tema de la belleza, de la expresión de la verdad en la belleza, de la continuidad entre tradición y renovación. Yo pienso que estos dos temas del viaje son también un mensaje: estar en camino, no perder el camino de la fe, buscar la belleza de la fe, la novedad y la tradición de la fe que sabe expresarse y sabe encontrarse con la belleza moderna, con el mundo de hoy. Gracias.
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