terça-feira, 30 de novembro de 2010

Calendario litúrgico del uso extraordinario del Rito Romano


DICIEMBRE

MIERCOLES 1. Feria (III clase, morado). Misa del domingo I de Adviento, sin aleluya, prefacio de Adviento, y en su defecto, el común.
JUEVES 2. Santa Bibiana, virgen y mártir. (III clase, rojo). Conmemoración del Adviento. Gloria y prefacio de Adviento, y en su defecto, el común.
Primer jueves de mes: se permite misa votiva de Jesucristo Sumo y eterno sacerdote (III clase) donde se realice algún acto por la santificación de los sacerdotes. Se conmemora la feria y a San Francisco Javier.
VIERNES 3. San Francisco Javier, confesor. (III clase, rojo). Conmemoración del Adviento. Gloria y prefacio de Adviento, y en su defecto, el común.
Primer viernes de Mes: se permite misa votiva del Sagrado Corazón (III clase) donde se realice algún acto en su honor. Se conmemora la feria y a San Francisco Javier.
SABADO 4. San Pedro Crisólogo, obispo y doctor. (III clase, blanco) Conmemoración del Adviento y de santa Bárbara. Gloria y prefacio de Adviento, y en su defecto, el común.
Primer sábado de Mes: se permite misa votiva del Inmaculado Corazón de María (III clase) donde se realiza algún acto en su honor. Se conmemora la feria y Pedro Crisologo.
DOMINGO 5. II Domingo de Adviento. (I clase, morado) No se dice Gloria. Credo. Prefacio de Adviento y, en su defecto, el de la Santísima Trinidad.
LUNES 6. San Nicolás (III clase, ) Conmemoración de la feria. Prefacio de Adviento, en su defecto, el común.
MARTES 7. San Ambrosio (III clase, blanco) Conmemoración del domingo II de Adviento. Gloria y prefacio de Adviento, y en su defecto, el común.I Vísperas de la Inmaculada Concepción
MIERCOLES 8. Solemnidad de la Inmaculada Concepción de María (I clase, azul) Gloria. Conmemoración de la feria de Adviento. Credo. Prefacio de la Virgen María, se dice “et te in Conceptione Inmaculata”.
JUEVES 9. Feria (III clase, morado) Misa de la feria de Adviento, sin aleluya, prefacio de Adviento, y en su defecto, el común.
VIERNES 10. Feria (III clase, morado) Misa del domingo II de Adviento, sin aleluya, prefacio de Adviento, y en su defecto, el común. Conmemoración de San Melquíades, papa y mártir.
En algunas diócesis, Santa Eulalia de Mérida, virgen y mártir.
SABADO 11. San Dámaso, papa y confesor. (III clase, blanco) Conmemoración de la feria de Adviento. Gloria y prefacio de Adviento, y en su defecto, el común.
DOMINGO 12. III Domingo de Adviento –domingo gaudete– (I clase, rosa o morado) No se dice Gloria. Credo. Prefacio de Adviento y, en su defecto, el de la Santísima Trinidad.
En Méjico y América Latina, la fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe (I clase) se traslada al día siguiente.
LUNES 13. Santa Lucía, virgen y mártir (III clase, rojo) Gloria, conmemoración de la feria, sin aleluya, prefacio de adviento o en su defecto común.
MARTES 14. Feria (III clase, morado) Misa del domingo III de Adviento, sin aleluya, prefacio de Adviento, y en su defecto, el común.
MIERCOLES 15. Miércoles de Témporas. (II clase, morado) Misa propia.
JUEVES 16. San Eusebio, obispo y martir (III clase, morado) Gloria, conmemoración de la feria, sin aleluya, prefacio de adviento o en su defecto común.
VIERNES 17. Viernes de Témporas (II clase, morado) Misa propia.
SÁBADO 18. Sábado de Témporas (II clase, morado) En las misas que no sean conventuales ni se confieren Órdenes Sagradas, se puede decir la misa brevior.
En algunas diócesis, Expectación del Parto de la Santísima Virgen.
DOMINGO 19. IV Domingo de Adviento (I clase, morado) No se dice Gloria. Credo. Prefacio de Adviento y, en su defecto, el de la Santísima Trinidad.
LUNES 20. Feria (II clase, morado) Misa del domingo IV de adviento, sin aleluya, prefacio de adviento, o en su defecto, común.
MARTES 21. Santo Tomás Apóstol (II clase, rojo) Conmemoración de la feria de Adviento. Gloria, Credo y prefacio de Apóstoles.
MIERCOLES 22. Feria (II clase, morado) Misa del domingo IV de Adviento, sin aleluya, prefacio de Adviento, y en su defecto, el común.
JUEVES 23. Feria (II clase, morado) Misa del domingo IV de Adviento, sin aleluya, prefacio de Adviento, y en su defecto, el común.
VIERNES 24. Vigilia de Navidad. (I clase, morado) Sin Gloria, ni aleluya; prefacio de Adviento, y en su defecto, el común.I Vísperas de la Natividad del Señor
SABADO 25. NATIVIDAD DEL SEÑOR (I clase, blanco)
  • Hoy cada sacerdote puede celebrar tres misas y recibir estipendio por cada una de ellas:
    Misa de Media Noche (o misa del Gallo): no se puede comenzar antes de las 12. Gloria. Credo. Prefacio de Navidad. Comunicantes propios: se dice Noctem Sanctissimam
  • Misa de la Aurora: Gloria. Credo. Prefacio de Navidad. Comunicantes propios. Conmemoración de San Anastasia.
  • Misa del Día: No se dice el último evangelio.La imagen del Niño Jesús, expuesta a la veneración de los fieles, es en la misa cantada y solemne incesada con triplici ductu después de la cruz.
DOMINGO 26. Domingo dentro de la Octava de Navidad. (II clase, blanco) Gloria y Credo. Prefacio y comunicantes de Navidad. Conmemoración de San Esteban, promártir.
LUNES 27. San Juan, apóstol y evangelista (II clase, blanco) Gloria, Credo y prefacio de e comunicantes de navidad.
MARTES 28. Conmemoración de los Santos Inocentes. (II clase, rojo) Conmemoración de la Octava de Navidad. Gloria y Credo. Prefacio y comunicantes de Navidad.
MIERCOLES 29. Octava de Navidad (II clase, blanco) Conmemoración de Santo Tomás de Canterbury. Gloria y Credo. Prefacio y comunicantes de Navidad.
JUEVES 30. Octava de Navidad (II clase, blanco) Gloria y Credo. Prefacio y comunicantes de Navidad.
En algunas diócesis, Traslación del Apóstol Santiago.
VIERNES 31. Octava de Navidad (II clase, blanco) Conmemoración de San Silvestre, papa y mártir. Gloria y Credo. Prefacio y comunicantes de Navidad.
Al ser último día del año, se concede Indulgencia Plenaria a todas las personas que, en comunidad, recen o cante el Te Deum en acción de gracias.

La Comunidad de Hermanos de la Fraternidad de Cristo Sacerdote, que tienen como Rito propio el Uso extraordinario, celebraron el Primer Domigo de Adviento en la Iglesia del Salvador de Toledo, donde a diario celebran la Santa Misa -Uso extraordinario- y el Oficio Divino Tradicional.

I DOMINGO DE ADVIENTO

La Comunidad de Hermanos de la Fraternidad de Cristo Sacerdote, que tienen como Rito propio el Uso extraordinario, celebraron el Primer Domigo de Adviento en la Iglesia del Salvador de Toledo, donde a diario celebran la Santa Misa -Uso extraordinario- y el Oficio Divino Tradicional.
La Misa diaria de Comunidad es a la 8.15 de la mañana. Los domingos y festivos la Misa cantada es a las 9 de la mañana. Los fieles también pueden participar a diario en las Horas del Oficio, especialmente Laudes a las 7.45 de la mañana, Vísperas cantadas a las 6 de la tarde y Completas a las 9.15 de la noche.




DOMINGO PRIMERO DE ADVIENTO

En cuanto nos disponemos a vivir el tiempo litúrgico del Adviento, casi de forma mecánica y espontánea, viene a nuestra mente el recordatorio de la virtud teologal de la esperanza. Efectivamente, Adviento es tiempo de esperanza, como habrá de serlo todo el tiempo que dure nuestra vida, nuestro paso por este mundo pasajero, en el que somos caminantes, viadores y peregrinos hacia la meta definitiva: el puerto de la feliz eternidad.

El camino vital que cada uno ha de recorrer personalmente, sin olvidar que no caminamos solos, pues avanzamos en compañía de nuestros hermanos, y viene en todo momento el Señor a nuestro lado, y contamos con la presencia íntima y cercana de nuestra Madre la Virgen y con la compañía de los Santos que no cesan de interceder por nosotros. Ese camino vital, decimos, no está exento de peligros, dificultades y escollos que habremos de salvar. No es una senda llana, ni un viaje apacible, pues como nos advierte el mismo Señor: “Entrad por la puerta estrecha, porque ancha es la puerta y espaciosa la senda que lleva a la perdición, y son muchos los que por ella entran. ¡Qué estrecha es la puerta y qué angosta la senda que lleva a la vida, y cuán poco los que dan con ella! (Mt 7, 13-14).

Esa realidad del camino y de la peregrinación llena de dificultades y peligros, requiere de nosotros la conciencia clara de que nuestra vida es una verdadera milicia, lo que nos convierte en soldados de Cristo –Milites Christi-, teniendo presente en todo instante “que no es nuestra lucha contra la sangre y la carne, sino contra los principados, contra las potestades, contra los dominadores de este mundo tenebroso, contra los espíritus malos de los aires” (Ef. 6, 12) Veamos, pues, como la Palabra de Vida eterna nos ilumina con desbordante claridad y nos sitúa con todo realismo frente a las dificultades que de forma permanente y continua se hacen presentes en nuestra andadura cotidiana con el fin de desalentarnos en la lucha, desviarnos del camino y desesperarnos en el dolor.

No es difícil comprender, ante esta realidad que venimos describiendo, hasta que punto se nos impone la necesidad de la virtud de la esperanza, pues ¿qué sentido tendría la lucha sin la esperanza de vencer?, ¿qué sentido el camino sin la esperanza de alcanzar un día la meta?, ¿y qué sentido el sufrimiento y el padecer sin la esperanza de alcanzar una ulterior, plena y definitiva felicidad? Sin esperanza no se puede luchar. Sin esperanza no se puede caminar. Sin esperanza no se puede padecer ni sufrir pacientemente.

Si el tener valor para la lucha nos parece harto difícil, al igual que la fortaleza para caminar sin claudicar, quedándose tendido al borde el camino, o si la paciencia para perseverar en medio de los sufrimientos y penalidades se nos antoja casi imposible, dada nuestra extrema pobreza y debilidad. ¿Qué pensar, entonces, de la virtud de la esperanza, tan necesaria como imprescindible para caminar, luchar y padecer? ¿Estará a nuestro alcance?


Sin duda alguna que lo está, no porque nosotros logremos alcanzarla, sino porque por pura gracia, por pura misericordia y por puro amor, nos ha sido acercada, dada e infundida en lo profundo de nuestro ser, en el centro mismo de nuestra alma. Como virtud teologal la poseemos desde el día del santo bautismo. Como semilla sembrada en la tierra de nuestra alma fue depositada por el Espíritu Santo con la finalidad de crecer, desarrollarse, florecer y fructificar.

La esperanza cristiana es fruto de la fe, virtud que también como semilla fue sembrada en nosotros por el mismo Espíritu Santo, siendo el fruto de ambas la caridad. Es, por lo tanto, sobre este fundamento de las virtudes teologales: fe, esperanza y caridad, que se ha de levantar el edificio de nuestra vida cristiana, el templo de nuestra santificación, la cumbre y cima de nuestra identificación con Cristo, que se expresa de forma elocuente y admirable en las palabras del Apóstol San Pablo: “Estoy crucificado con Cristo, y ya no vivo yo, es Cristo quien vive en mí. Y aunque al presente vivo en carne, vivo en la fe del Hijo de Dios, que me amó y se entregó por mí” (Gal 2, 19-20).

Necesitamos vivir en la esperanza cada uno de los días de nuestra vida, con la clara conciencia de que la misma es un prolongado y continuo adviento a través del cual Cristo que viene nos invita a salir a su encuentro. Él se acerca a nosotros por medio de los sacramentos, especialmente en el Sacramento de su Presencia eucarística, también cuando entramos en la intimidad de nuestro cuarto y cerrada la puerta rezamos a nuestro Padre que está en lo escondido. Se acerca a diario a través de nuestro prójimo, especialmente en sus humildes hermanos: enfermos, pobres y pequeños. Todos estos advenimientos del Señor que sale a nuestro encuentro y se nos acerca, son de alguna manera una preparación para el encuentro definitivo, cara a cara con Él.

Todos los obstáculos que encontramos en el camino, el combate espiritual que libramos en todo momento, lo peligros que permanentemente nos acechan en nuestra andadura, no pretenden más que frustrar nuestro encuentro con Cristo Salvador. Ahora, mientras vamos de camino y luchamos, un encuentro siempre velado. Definitivamente, al final de la lucha un encuentro sin velos y ya definitivo, cara a cara, contemplando la hermosura de su rostro. ¿Cómo vencer, entonces, dichos obstáculos? ¿Podemos nosotros, en cuanto pobres criaturas que somos, luchar contra los dominadores de este mundo tenebroso, contra los espíritus malos de los aires, llegando a vencerlos definitivamente? Nuevamente, el Apóstol San Pablo, nos ofrece la respuesta: “Tomad, pues la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y vencido todo, os mantengáis firmes. Estad, pues, alerta, ceñidos vuestros lomos con la verdad, revestida la coraza de la justicia y calzados los pies, prontos para anunciar el evangelio de la paz. Embarazad en todo momento el escudo de la fe, con que podáis apagar los encendidos dardos del maligno. Tomad el yelmo de la salvación y la espada del espíritu, que es la palabra de Dios, con toda suerte de oraciones y plegarias, orando en todo tiempo en espíritu y para ello velando con toda perseverancia y súplica por todos los santos” (Ef. 6, 13-18).


No seremos derrotados en nuestra esperanza si empuñamos las armas que Dios nos ofrece para la lucha que hemos de librar en nuestra peregrinación terrena: el ceñidor de la verdad, la coraza de la justicia, el escudo de la fe, el yelmo de la salvación, la espada del espíritu y toda suerte de oraciones y plegarias. Al crecer nuestra fe en Dios, crecerá nuestra esperanza y con ello crecerá nuestro amor. En la medida en que se espera con mayores ansias la venida y el encuentro con el Amado, del mismo modo se inflama el amor mayormente.

Nuestra espera es una espera confiada, y así cuanto mayor es nuestra confianza mayor es también nuestra esperanza, y cuanto más esperamos más confiamos, porque esperanza y confianza se nutren de su Palabra divina: “El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán” (Lc. 21, 33) La oración, la escucha atenta y meditativa de su Palabra es el aceite que mantiene viva y chispeante la llama de la esperanza. Permanezcamos, pues, en continua oración, en compañía de la Madre de Jesús y Madre nuestra Santísima. Ella que es Maestra y Modelo de oración no sólo nos enseñará a meditar todas estas cosas guardándolas en nuestro corazón, sino que además nos alcanzará la gracia de una fe más viva, una esperanza más firme y una caridad más ardiente.

¡Ven a librarnos! ¡Ven pronto a visitarnos! ¡Ven, y no tardes! ¡Ven, Señor Jesús!
*P. Manuel María de Jesús

Mensagem do Papa ao Patriarca de Constantinopla



O Cardeal Kurt Koch guia pela primeira vez a Delegação da Santa Sé para a festa de Santo André, Patrono do Patriarcado Ecumênico, no quadro da troca anula de delegações para as respectivas festas dos Santos patronos. O Presidente do Pontifício Conselho para a Promoção da Unidade dos Cristãos está acompanhado pelo Secretário do Dicastério, Dom Brian Farrel, e do Rev. Andrea Palmieri, Oficial. Em Istambul uniu-se à Delegação da Santa Sé o Núncio Apostólico na Turquia, Dom Antonio Lucibello. A Delegação participou da Solene Divina Liturgia, presidida por Bartolomeu I na Igreja Patriarcal do Fanar e teve um encontro com o Patriarca e com a Comissão sinodal encarregada das relações com a Igreja Católica. O Cardeal Koch entregou ao Patriarca Ecumênico uma mensagem autógrafa do Papa, da qual deu pública leitura, acompanhada de um presente. 



A Sua Santidade Bartolomeu I
Arcebispo de Constantinopla
Patriarca Ecumênico

É com grande alegria que na ocasião da Festa de Santo André Apóstolo, irmão de São Pedro e Patrono do Patriarcado Ecumênico, lhe dirijo esta carta, confiada ao Venerável Irmão o Cardeal Kurt Koch, Presidente do Pontifício Conselho para a Promoção da Unidade dos Cristãos, para desejar a Vossa Santidade, aos membros do Santo Sínodo, ao clero, aos monges e a todos os fiéis, abundância de dons celestes e de bençãos divinas.

Neste alegre dia de festa, juntamente com todos os irmãos e irmãs católicos, uno-me a Vossa Santidade na ação de graças a Deus pelas maravilhas que Ele realizou, na sua misericórdia, através da vida e do martírio de Santo André. Os Apóstolos, oferecendo generosamente a sua vida em sacrifício pelo Senhor e pelos seus irmãos, deram testemunho da Boa Nova por eles proclamada até os confins do mundo então conhecido. A Festa do Apóstolo, que cai no mesmo dia nos calendários litúrgicos do Oriente e do Ocidente, representa, para todos aqueles que pela graça de Deus e pelo dom do Batismo aceitaram a mensagem da salvação, um forte convite a renovar a própria fidelidade ao ensinamento dos Apóstolos a se tornarem anunciadores incansáveis da fé em Cristo, com a palavra e o testemunho de vida.

Neste nosso tempo, tal convite é urgente como nunca antes e interpela todos os cristãos. Num mundo marcado por uma crescente interdependência e solidariedade, somos chamados a proclamar com renovada convicção a verdade do Evangelho e a apresentar o Senhor Ressuscitado como a resposta às mais profundas perguntas e anseios espirituais dos homens e das mulheres de hoje.

A fim de poder alcançar esta grande meta, devemos continuar a progredir no caminho em direção à plena comunhão, demostrando que já unimos os nossos esforços para um testemunho comum do Evangelho diante dos homens do nosso tempo. Por esta razão quero exprimir a minha sincera gratidão a Vossa Santidade e ao Patriarcado Ecumênico pela generosa hospitalidade oferecida, em outubro passado na Ilha de Rodes, aos Delegados das Conferências Episcopais da Europa, que se reuniram com representantes das Igrejas Ortodoxas da Europa para o II Fórum Católico-Ortodoxo sobre o tema "Relações Igreja-Estado: perspectivas teológicas e históricas".

Santidade, sigo com atenção os seus sábios esforços pelo o bem da Ortodoxia e pela promoção dos valores cristãos em muitos contextos internacionais. Assegurando-lhe, nesta Festa de Santo André Apóstolo, a lembrança em minhas orações, renovo meus votos de paz, saúde e de abundantes bênçãos espirituais sobre Vossa Santidade e sobre todos os fiéis.

Com sentimentos de estima e proximidade espiritual, ofereço-lhe um abraço fraterno no nome de n osso único Senhor Jesus Cristo.

Vaticano, 30 de novembro de 2010


BENEDICTUS PP XVI
Fonte: Santa Sé

Tradução: OBLATVS

Messaggio del Santo Padre Benedetto XVI a Sua Santità Bartolomeo

 

Messaggio del Santo Padre Benedetto XVI a Sua Santità Bartolomeo I, Patriarca Ecumenico, in occasione della Festa di Sant'Andrea (30 novembre 2010)


Il Pontefice al patriarca ecumenico Bartolomeo per la festa di sant'Andrea

Dobbiamo progredire nel cammino
verso la piena comunione

Il cardinale Kurt Koch guida per la prima volta la delegazione della Santa Sede per la festa di sant'Andrea, patrono del Patriarcato ecumenico, nel quadro dell'annuale scambio di delegazioni per le rispettive feste dei santi patroni. Il presidente del Pontificio Consiglio per la Promozione dell'Unità dei Cristiani è accompagnato dal segretario del dicastero, il vescovo Brian Farrell, e dal reverendo Andrea Palmieri, officiale. A Istanbul si è unito alla delegazione della Santa Sede il nunzio apostolico in Turchia, l'arcivescovo Antonio Lucibello. La delegazione ha preso parte alla solenne divina liturgia, presieduta da Bartolomeo nella chiesa patriarcale del Fanar, e ha avuto un incontro con il patriarca e con la commissione sinodale incaricata delle relazioni con la Chiesa cattolica. Il cardinale Koch ha consegnato al patriarca ecumenico un messaggio autografo del Papa, di cui ha dato pubblica lettura, accompagnato da un dono. Del messaggio pubblichiamo di seguito il testo in italiano.


MESSAGGIO DEL SANTO PADRE BENEDETTO XVI

A SUA SANTITÀ BARTOLOMEO I,
PATRIARCA ECUMENICO,
IN OCCASIONE DELLA FESTA DI S. ANDREA


A Sua Santità Bartolomeo I
Arcivescovo di Costantinopoli
Patriarca Ecumenico

È con grande gioia che in occasione della Festa di Sant’Andrea Apostolo, fratello di San Pietro e Patrono del Patriarcato Ecumenico, Le rivolgo questo scritto, affidato al Venerato Fratello il Cardinale Kurt Koch, Presidente del Pontificio Consiglio per la Promozione dell’Unità dei Cristiani, per augurare a Vostra Santità, ai membri del Santo Sinodo, al clero, ai monaci e a tutti i fedeli abbondanza di doni celesti e di benedizioni divine.

In questo gioioso giorno di festa, insieme a tutti i fratelli e sorelle cattolici, mi unisco a Lei nel rendimento di grazie a Dio per le meraviglie che egli ha compiuto, nella sua infinita misericordia, attraverso la vita ed il martirio di Sant’Andrea. Gli Apostoli, offrendo generosamente la loro vita in sacrificio per il Signore e per i loro fratelli, hanno dato testimonianza alla Buona Novella da essi proclamata sino ai confini del mondo allora conosciuto. La Festa dell’Apostolo, che cade in questo stesso giorno nei calendari liturgici dell’Oriente e dell’Occidente, rappresenta, per tutti coloro che per la grazia di Dio e il dono del Battesimo hanno accettato il messaggio di salvezza, un forte invito a rinnovare la propria fedeltà all’insegnamento degli Apostoli e a divenire annunciatori instancabili della fede in Cristo, con la parola e la testimonianza della vita.

In questo nostro tempo, tale invito è urgente come non mai e interpella tutti i cristiani. In un mondo segnato da una crescente interdipendenza e solidarietà, siamo chiamati a proclamare con rinnovata convinzione la verità del Vangelo e a presentare il Signore Risorto come la risposta alle più profonde domande e aspirazioni spirituali degli uomini e delle donne di oggi.

Per poter riuscire in questo grande compito, dobbiamo continuare a progredire sul cammino verso la piena comunione, mostrando di avere già unito i nostri sforzi per una comune testimonianza al Vangelo di fronte agli uomini del nostro tempo. Per questa ragione vorrei esprimere la mia sincera gratitudine a Vostra Santità e al Patriarcato Ecumenico per la generosa ospitalità offerta lo scorso ottobre sull’isola di Rodi ai Delegati delle Conferenze Episcopali d’Europa, che si sono riuniti con rappresentati delle Chiese Ortodosse d’Europa per il II Forum cattolico-ortodosso sul tema “Rapporti Chiesa – Stato: prospettive teologiche e storiche”.

Santità, seguo con attenzione i Suoi saggi sforzi per il bene dell’Ortodossia e per la promozione dei valori cristiani in molti contesti internazionali. AssicurandoLe, in questa Festa di Sant’Andrea Apostolo, il ricordo nelle mie preghiere, rinnovo l’augurio di pace, salute e di abbondanti benedizioni spirituali su di Lei e su tutti i fedeli.

Con sentimenti di stima e di vicinanza spirituale, scambio con Lei il fraterno abbraccio nel nome del nostro unico Signore Gesù Cristo.

Dal Vaticano, 30 novembre 2010

BENEDETTO XVI


© Copyright 2010 - Libreria Editrice Vaticana


More from Card. Ranjith's Reception in Sri Lanka:

 
As a follow-up on yesterday's post, here are some more images from Cardinal Ranjith's reception in Sri Lanka:







See a full image gallery at the website of the Archdiocese of Colombo.
DE:http://www.newliturgicalmovement.org/2010/11/more-from-card-ranjiths-reception.html

segunda-feira, 29 de novembro de 2010

Ven. Pio XII : O augusto sacrifício do altar não é, pois, uma pura e simples comemoração da paixão e morte de Jesus Cristo, mas é um verdadeiro e próprio sacrifício, no qual, imolando-se incruentamente, o sumo Sacerdote faz aquilo que fez uma vez sobre a cruz, oferecendo-se todo ao Pai, vítima agradabilíssima. "Uma... e idêntica é a vítima: aquele mesmo, que agora oferece pelo ministério dos sacerdotes, se ofereceu então sobre a cruz; é diferente apenas, o modo de fazer a oferta".

Ven. Pio XII : O augusto sacrifício do altar não é, pois, uma pura e simples comemoração da paixão e morte de Jesus Cristo, mas é um verdadeiro e próprio sacrifício, no qual, imolando-se incruentamente, o sumo Sacerdote faz aquilo que fez uma vez sobre a cruz, oferecendo-se todo ao Pai, vítima agradabilíssima. "Uma... e idêntica é a vítima: aquele mesmo, que agora oferece pelo ministério dos sacerdotes, se ofereceu então sobre a cruz; é diferente apenas, o modo de fazer a oferta".

 

CARTA ENCÍCLICA DO PAPA PIO XII
MEDIATOR DEI
SOBRE A SAGRADA LITURGIA

SEGUNDA PARTE
O CULTO EUCARÍSTICO
I. Natureza do sacrifício eucarístico
59. O mistério da santíssima eucaristia, instituída pelo sumo sacerdote Jesus Cristo e, por vontade sua, perpetuamente renovada pelos seus ministros, é como a súmula e o centro da religião cristã. Em se tratando do ápice da sagrada liturgia, julgamos oportuno, veneráveis irmãos, deter-nos um pouco, chamando a vossa atenção para esta importantíssima temática.
60. O Cristo Senhor, "sacerdote eterno segundo a ordem de Melquisedeque" (56) "tendo amado os seus que estavam no mundo",(57) "na última ceia, na noite em que foi traído, para deixar à Igreja, sua esposa dileta, um sacrifício visível, como exige a natureza dos homens, o qual representasse o sacrifício cruento que devia cumprir-se na cruz uma só vez, e para que a sua lembrança permanecesse até o fim dos séculos e nos fosse aplicada sua salutar virtude em remissão dos nossos pecados cotidianos... ofereceu a Deus Pai o seu corpo e o seu sangue sob as espécies de pão e de vinho e deu-os aos apóstolos então constituídos sacerdotes do Novo Testamento, para que sob essas mesmas espécies o recebessem, e ordenou a eles e aos seus sucessores no sacerdócio, que o oferecessem".(58)
61. O augusto sacrifício do altar não é, pois, uma pura e simples comemoração da paixão e morte de Jesus Cristo, mas é um verdadeiro e próprio sacrifício, no qual, imolando-se incruentamente, o sumo Sacerdote faz aquilo que fez uma vez sobre a cruz, oferecendo-se todo ao Pai, vítima agradabilíssima. "Uma... e idêntica é a vítima: aquele mesmo, que agora oferece pelo ministério dos sacerdotes, se ofereceu então sobre a cruz; é diferente apenas, o modo de fazer a oferta".(59)
62. Idêntico, pois, é o sacerdote, Jesus Cristo, cuja sagrada pessoa é representada pelo seu ministro. Este, pela consagração sacerdotal recebida, assemelha-se ao sumo Sacerdote e tem o poder de agir em virtude e na pessoa do próprio Cristo;(60) por isso, com sua ação sacerdotal, de certo modo, "empresta a Cristo a sua língua, e lhe oferece a sua mão".(61)
63. Também idêntica é a vítima, isto é, o divino Redentor, segundo a sua humana natureza e na realidade do seu corpo e do seu sangue. Diferente, porém, é o modo pelo qual Cristo é oferecido. Na cruz, com efeito, ele se ofereceu todo a Deus com os seus sofrimentos, e a imolação da vítima foi realizada por meio de morte cruenta livremente sofrida; no altar, ao invés, por causa do estado glorioso de sua natureza humana, "a morte não tem mais domínio sobre ele"(62) e, por conseguinte, não é possível a efusão do sangue; mas a divina sabedoria encontrou o modo admirável de tornar manifesto o sacrifício de nosso Redentor com sinais exteriores que são símbolos de morte. Já que, por meio da transubstanciação do pão no corpo e do vinho no sangue de Cristo, têm-se realmente presentes o seu corpo e o seu sangue; as espécies eucarísticas, sob as quais está presente, simbolizam a cruenta separação do corpo e do sangue. Assim o memorial da sua morte real sobre o Calvário repete-se sempre no sacrifício do altar, porque, por meio de símbolos distintos, se significa e demonstra que Jesus Cristo se encontra em estado de vítima.

Ven. PIUS XII : The august sacrifice of the altar, then, is no mere empty commemoration of the passion and death of Jesus Christ, but a true and proper act of sacrifice, whereby the High Priest by an unbloody immolation offers Himself a most acceptable victim to the Eternal Father, as He did upon the cross. "It is one and the same victim; the same person now offers it by the ministry of His priests, who then offered Himself on the cross, the manner of offering alone being different.


MEDIATOR DEI
ENCYCLICAL OF POPE PIUS XII
ON THE SACRED LITURGY



66. The mystery of the most Holy Eucharist which Christ, the High Priest instituted, and which He commands to be continually renewed in the Church by His ministers, is the culmination and center, as it were, of the Christian religion. We consider it opportune in speaking about the crowning act of the sacred liturgy, to delay for a little while and call your attention, Venerable Brethren, to this most important subject.
67. Christ the Lord, "Eternal Priest according to the order of Melchisedech,"[56] "loving His own who were of the world,"[57] "at the last supper, on the night He was betrayed, wishing to leave His beloved Spouse, the Church, a visible sacrifice such as the nature of men requires, that would re-present the bloody sacrifice offered once on the cross, and perpetuate its memory to the end of time, and whose salutary virtue might be applied in remitting those sins which we daily commit, . . . offered His body and blood under the species of bread and wine to God the Father, and under the same species allowed the apostles, whom he at that time constituted the priests of the New Testament, to partake thereof; commanding them and their successors in the priesthood to make the same offering."[58]
68. The august sacrifice of the altar, then, is no mere empty commemoration of the passion and death of Jesus Christ, but a true and proper act of sacrifice, whereby the High Priest by an unbloody immolation offers Himself a most acceptable victim to the Eternal Father, as He did upon the cross. "It is one and the same victim; the same person now offers it by the ministry of His priests, who then offered Himself on the cross, the manner of offering alone being different."[59]
69. The priest is the same, Jesus Christ, whose sacred Person His minister represents. Now the minister, by reason of the sacerdotal consecration which he has received, is made like to the High Priest and possesses the power of performing actions in virtue of Christ's very person.[60] Wherefore in his priestly activity he in a certain manner "lends his tongue, and gives his hand" to Christ.[61]

Ven. PIO XII : El Augusto Sacrificio del Altar no es; pues, una pura y simple conmemoración de la Pasión y Muerte de Jesucristo, sino que es un Sacrificio propio y verdadero, en el cual, inmolándose incruentamente el Sumo Sacerdote, hace lo que hizo una vez en la Cruz, ofreciéndose todo El al Padre, Víctima gratísima. «Una... y la misma, es la Víctima; lo mismo que ahora se ofrece por ministerio de los Sacerdotes, se ofreció entonces en la Cruz; sólo es distinto el modo de hacer el ofrecimiento»



"Mediator Dei"
Sobre la Sagrada Liturgia
20 de noviembre de 1947
PARTE SEGUNDA
EL CULTO EUCARÍSTICO.
I. Naturaleza del Sacrificio Eucarístico
A) MOTIVO DE TRATAR ESTE TEMA
84. El Misterio de la Santísima Eucaristía, instituida por el Sumo Sacerdote, Jesucristo, y renovada constantemente por sus ministros, por obra de su voluntad, es como el compendio y el centro de la religión cristiana. Tratándose de lo más alto de la Sagrada Liturgia, creemos oportuno, Venerables Hermanos, detenernos un poco y atraer Vuestra atención a este gravísimo argumento.
B) EL SACRIFICIO EUCARÍSTICO
1º. Institución.
85. Cristo, Nuestro Señor, «Sacerdote eterno según el orden de Melchisedec» (Sal. 109, 4)) que «habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo» (Juan, 13, 1), «en la última cena, en la noche en que era traicionado, para dejar a la Iglesia, su Esposa amada, un sacrificio visible -como lo exige la naturaleza de los hombres-, que representase el sacrificio cruento que había de llevarse a efecto en la Cruz, y para que su recuerdo permaneciese hasta el fin de los siglos y fuese aplicada su virtud salvadora a la remisión de nuestros pecados cotidianos... ofreció a Dios Padre su Cuerpo y su Sangre, bajo las especies del pan y del vino, y las dio a los Apóstoles, entonces constituidos en Sacerdotes del Nuevo Testamento, a fin de que bajo estas mismas especies lo recibiesen, mientras les mandaba a ellos y a sus sucesores en el Sacerdocio, el ofrecerlo» (5).
2º. Naturaleza.
a) No es simple conmemoración.
86. El Augusto Sacrificio del Altar no es; pues, una pura y simple conmemoración de la Pasión y Muerte de Jesucristo, sino que es un Sacrificio propio y verdadero, en el cual, inmolándose incruentamente el Sumo Sacerdote, hace lo que hizo una vez en la Cruz, ofreciéndose todo El al Padre, Víctima gratísima. «Una... y la misma, es la Víctima; lo mismo que ahora se ofrece por ministerio de los Sacerdotes, se ofreció entonces en la Cruz; sólo es distinto el modo de hacer el ofrecimiento» (6).
b) Comparación con el de la Cruz.
1) Idéntico Sacerdote.
87. Idéntico, pues, es el Sacerdote, Jesucristo, cuya Sagrada Persona está representada por su ministro. Este, en virtud de la consagración sacerdotal recibida, se asimila al Sumo Sacerdote y tiene el poder de obrar en virtud y en la persona del mismo Cristo; por esto, con su acción sacerdotal, en cierto modo; «presta a Cristo su lengua; le ofrece su mano» (7).
2) Idéntica Víctima.
88. Igualmente idéntica es la Víctima; esto es, el Divino Redentor; según su humana Naturaleza y en la realidad de su Cuerpo y de su Sangre.
3) Distinto modo.
89. Diferente, en cambio, es el modo en que Cristo es ofrecido. En efecto, en la Cruz, El se ofreció a Dios todo entero, y le ofreció sus sufrimientos y la inmolación de la Víctima fue llevada a cabo por medio de una muerte cruenta voluntariamente sufrida; sobre el Altar, en cambio, a causa del estado glorioso de su humana Naturaleza, «la muerte no tiene ya dominio sobre El» (Rom. 6, 9) y, por tanto, no es posible la efusión de la sangre; pero la divina Sabiduría han encontrado el medio admirable de hacer manifiesto el Sacrificio de Nuestro Redentor con signos exteriores, que son símbolos de muerte. Ya que por medio de la Transubstanciación del pan en el Cuerpo y del vino en la Sangre de Cristo, como se tiene realmente presente su Cuerpo, así se tiene su Sangre; así, pues, las especies eucarísticas, bajo las cuales está presente, simbolizan la cruenta separación del Cuerpo y de la Sangre. De este modo, la conmemoración de su muerte, que realmente sucedió en el Calvario, se repite en cada uno de los sacrificios del altar, ya que por medio de señales diversas se significa y se muestra Jesucristo en estado de víctima.

VEN. PIE XII : Il est un véritable renouvellement du sacrifice de la croix: Le saint sacrifice de l’autel n’est donc pas une pure et simple commémoration des souffrances et de la mort de Jésus-Christ, mais un vrai sacrifice, au sens propre, dans lequel, par une immolation non sanglante, le Souverain Prêtre fait ce qu’il a fait sur la croix, en s’offrant lui-même au Père éternel comme une hostie très agréable. " La victime est la même ; celui qui maintenant offre par le ministère des prêtres est celui qui s’offrit alors sur la croix ; seule la manière d’offrir diffère ".

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Encyclique MEDIATOR DEI


de Sa Sainteté le Pape PIE XII

SUR LA SAINTE LITURGIE


II LE CULTE EUCHARISTIQUE


I. NATURE DU SACRIFICE EUCHARISTIQUE

Le point culminant et comme le centre de la religion chrétienne est le mystère de la très sainte Eucharistie que le Christ, Souverain Prêtre, a instituée, et qu’il veut voir perpétuellement renouvelé dans l’Église par ses ministres. Comme il s’agit de la matière principale de la liturgie, Nous estimons utile de Nous y attarder quelque peu et d’attirer votre attention, Vénérables Frères, sur ce sujet très important.

Le Christ, notre Seigneur, " prêtre éternel selon l’ordre de Melchisédech " (Ps CIX, 4), " ayant aimé les siens qui étaient dans le monde " (Jn XIII, 1), " durant la dernière Cène, la nuit où il fut trahi, voulut, comme l’exige la nature humaine, laisser à l’Église, son Épouse bien-aimée, un sacrifice visible, pour représenter le sacrifice sanglant qui devait s’accomplir une fois seulement sur la croix, afin donc que son souvenir demeurât jusqu’à la fin des siècles et que la vertu en fût appliquée à la rémission de nos péchés de chaque jour… Il offrit à Dieu son Père son corps et son sang sous les apparences du pain et du vin, symboles sous lesquels il les fit prendre aux apôtres, qu’il constitua alors prêtres du Nouveau Testament, et il ordonna, à eux et à leurs successeurs, de l’offrir " (Conc. Trid., Sess. XXII, cap. 1).

Il est un véritable renouvellement du sacrifice de la croix:

Le saint sacrifice de l’autel n’est donc pas une pure et simple commémoration des souffrances et de la mort de Jésus-Christ, mais un vrai sacrifice, au sens propre, dans lequel, par une immolation non sanglante, le Souverain Prêtre fait ce qu’il a fait sur la croix, en s’offrant lui-même au Père éternel comme une hostie très agréable. " La victime est la même ; celui qui maintenant offre par le ministère des prêtres est celui qui s’offrit alors sur la croix ; seule la manière d’offrir diffère ". (Ibid. cap. 2)

a. Prêtre identique

C’est donc le même prêtre, Jésus-Christ, mais dont la personne sacrée est représentée par son ministre, celui-ci, en effet, par la consécration sacerdotale qu’il a reçue, est assimilé au Souverain Prêtre et jouit du pouvoir d’agir avec la puissance et au nom du Christ lui-même (Cf. S. Thomas, Summa theol. IIIa, q. 22, a. 4.). C’est pourquoi par son action sacerdotale, d’une certaine manière, " il prête sa langue au Christ, il lui offre sa main ". (Jean Chrysostome, In Ioann. Hom., 86, 4.)

b. Victime identique

La victime est également la même, à savoir le divin Rédempteur, selon sa nature humaine et dans la vérité de son corps et de son sang. La manière dont le Christ est offert est cependant différente. Sur la croix, en effet, il offrit à Dieu tout lui-même et ses douleurs, et l’immolation de la victime fut réalisée par une mort sanglante subie librement. Sur l’autel, au contraire, à cause de l’état glorieux de sa nature humaine, " la mort n’a plus d’empire sur lui " (Rm VI, 9), et, par conséquent, l’effusion du sang n’est plus possible ; mais la divine sagesse a trouvé un moyen admirable de rendre manifeste le sacrifice de notre Rédempteur par des signes extérieurs, symboles de mort. En effet, par le moyen de la transsubstantiation du pain au corps et du vin au sang du Christ, son corps se trouve réellement présent, de même que son sang, et les espèces eucharistiques, sous lesquelles il se trouve, symbolisent la séparation violente du corps et du sang. Ainsi le souvenir de sa mort réelle sur le Calvaire est renouvelé dans tout sacrifice de l’autel, car la séparation des symboles indique clairement que Jésus-Christ est en état de victime.

Ven. PIO XII : Cristo Signore, «sacerdote in eterno secondo l'ordine di Melchisedec» che, «avendo amato i suoi che erano nel mondo», «nell'ultima cena, nella notte in cui veniva tradito, per lasciare alla Chiesa sua sposa diletta un sacrificio visibile - come lo esige la natura degli uomini - che rappresentasse il sacrificio cruento, che una volta tanto doveva compiersi sulla Croce, e perché il suo ricordo restasse fino alla fine dei secoli, e ne venisse applicata la salutare virtù in remissione dei nostri quotidiani peccati, offrì a Dio Padre il suo Corpo e il suo Sangue sotto le specie del pane e del vino e ne diede agli Apostoli allora costituiti sacerdoti del Nuovo Testamento, perché sotto le stesse specie lo ricevessero, mentre ordinò ad essi e ai loro successori nel sacerdozio, di offrirlo».

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PIO PP. XII
SERVO DEI SERVI DI DIO

LETTERA ENCICLICA

MEDIATOR DEI
Parte II.

Il Culto Eucaristico

Il mistero della Santissima Eucaristia, istituita dal Sommo Sacerdote Gesù Cristo e rinnovata in perpetuo per sua volontà dai suoi ministri, è come la somma e il centro della religione cristiana. Trattandosi del culmine della sacra Liturgia, riteniamo opportuno, Venerabili Fratelli, indugiare alquanto e richiamare la vostra attenzione su questo gravissimo argomento.

Il Sacrifizio Eucaristico

Cristo Signore, «sacerdote in eterno secondo l'ordine di Melchisedec»  che, «avendo amato i suoi che erano nel mondo», «nell'ultima cena, nella notte in cui veniva tradito, per lasciare alla Chiesa sua sposa diletta un sacrificio visibile - come lo esige la natura degli uomini - che rappresentasse il sacrificio cruento, che una volta tanto doveva compiersi sulla Croce, e perché il suo ricordo restasse fino alla fine dei secoli, e ne venisse applicata la salutare virtù in remissione dei nostri quotidiani peccati,  offrì a Dio Padre il suo Corpo e il suo Sangue sotto le specie del pane e del vino e ne diede agli Apostoli allora costituiti sacerdoti del Nuovo Testamento, perché sotto le stesse specie lo ricevessero, mentre ordinò ad essi e ai loro successori nel sacerdozio, di offrirlo».

L'augusto Sacrificio dell'altare non è, dunque, una pura e semplice commemorazione della passione e morte di Gesù Cristo, ma è un vero e proprio sacrificio, nel quale, immolandosi incruentamente, il Sommo Sacerdote fa ciò che fece una volta sulla Croce offrendo al Padre tutto se stesso, vittima graditissima. «Una . . . e identica è la vittima; egli medesimo, che adesso offre per ministero dei sacerdoti, si offrì allora sulla Croce; è diverso soltanto il modo di fare l'offerta».

Identico, quindi, è il sacerdote, Gesù Cristo, la cui sacra persona è rappresentata dal suo ministro. Questi, per la consacrazione sacerdotale ricevuta, assomiglia al Sommo Sacerdote, ed ha il potere di agire in virtù e nella persona di Cristo stesso; perciò, con la sua azione sacerdotale, in certo modo «presta a Cristo la sua lingua, gli offre la sua mano».

Parimenti identica è la vittima, cioè il Divin Redentore, secondo la sua umana natura e nella realtà del suo Corpo e del suo Sangue. Differente, però, è il modo col quale Cristo è offerto. Sulla Croce, difatti, Egli offrì a Dio tutto se stesso e le sue sofferenze, e l'immolazione della vittima fu compiuta per mezzo di una morte cruenta liberamente subita; sull'altare, invece, a causa dello stato glorioso della sua umana natura, «la morte non ha più dominio su di Lui»  e quindi non è possibile l'effusione del sangue; ma la divina sapienza ha trovato il modo mirabile di rendere manifesto il sacrificio del nostro Redentore con segni esteriori che sono simboli di morte. Giacché, per mezzo della transustanziazione del pane in corpo e del vino in sangue di Cristo, come si ha realmente presente il suo corpo, così si ha il suo sangue; le specie eucaristiche poi, sotto le quali è presente, simboleggiano la cruenta separazione del corpo e del sangue. Così il memoriale della sua morte reale sul Calvario si ripete in ogni sacrificio dell'altare, perché per mezzo di simboli distinti si significa e dimostra che Gesù Cristo è in stato di vittima.

RECEPÇÃO AO NOVO CARDEAL RANJITH NO SEU REGRESO AO SRI LANKA

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Rit Tridentin a Saint Eugene publica gran cantidad de imágenes de la Solemne Santa Misa usus antiquior celebrada el pasado 22 de noviembre, Fiesta de Santa Cecilia, llevada a cabo en la Parroquia de San Eugenio y Santa Cecilia, en París (Francia).

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Rit Tridentin a Saint Eugene publica gran cantidad de imágenes
Rit Tridentin a Saint Eugene publica gran cantidad de imágenes de la Solemne Santa Misa usus antiquior celebrada el pasado 22 de noviembre, Fiesta de Santa Cecilia, llevada a cabo en la Parroquia de San Eugenio y Santa Cecilia, en París (Francia). Ver más imágenes aquí
de la Solemne Santa Misa usus antiquior celebrada el pasado 22 de noviembre, Fiesta de Santa Cecilia, llevada a cabo en la Parroquia de San Eugenio y Santa Cecilia, en París (Francia). Ver más imágenes aquí

domingo, 28 de novembro de 2010

    Benoît XVI : "Chaque être humain – a.-t-il martelé - mérite toujours d’être accueilli avec respect et amour, de ne pas être considéré comme un objet que l’on possède et que l’on peut manipuler à sa guise. C’est dans cette ligne – a-t-il dit - que se situe la sollicitude de l’Église pour la vie naissante, la plus fragile, la plus menacée par l’égoïsme des adultes et par l’obscurcissement des consciences. "

     
    Pope Benedict XVI blesses as he leaves Saint Peter's Basilica after the first Vespers on November 27, 2010 in the Vatican. Benoît XVI vante les bienfaits de l'attente


    Benoît XVI a vanté les bienfaits de l’attente en ce premier dimanche de l’Avent, début de l'année liturgique, devant les fidèles rassemblés sur la place Saint Pierre pour la prière de l’Angélus, sous une pluie battante. L’homme, mais aussi les familles, les communautés et les nations ne sont vivants que s’ils attendent, si l’espérance habite leur cœur. L’attente – a expliqué le Pape – est une dimension qui traverse toute notre existence, personnelle, familiale et sociale. L’attente est présente dans une infinité de situations, des plus banales aux plus importantes, jusqu’à celles qui nous impliquent totalement, au plus profond. Benoît XVI a donné une série d’exemples : l’attente d’un enfant, de la personne aimée, d’une lettre, du résultat d’un examen décisif, l’attente d’un ami ou d’un parent venu de loin, l’attente d’être pardonné… Et il s’est adressé à la société pour lui demander ce que nous attendons ensemble, ce qui unit nos aspirations, ce qui les rapproche. C’est à la mesure de ses attentes que l’on peut juger un homme : sa stature morale et spirituelle peut être mesurée en fonction de ce qu’il espère. C’est dans l’attente que la foi ne fait plus qu’un avec notre chair et notre cœur. Et le Pape a invité les fidèles à suivre l’exemple de Marie, et à vivre les gestes quotidiens avec un esprit nouveau, avec le sentiment d’une attente profonde, que la venue de Dieu est la seule à pouvoir combler.
    Écoutez les paroles que Benoît XVI a adressées aux fidèles francophones RealAudioMP3

    L’Église est entrée dans la nouvelle année liturgique, sous le signe de la défense de la vie. Pour la première fois, samedi soir, la célébration des premières Vêpres de l’Avent, un rendez-vous cher à Benoît XVI, s'est accompagnée cette année d'une veillée de prière pour la défense de la vie naissante, à Rome et dans de nombreux diocèses du monde. Et ce dimanche à l’Angélus, le Pape a prié une nouvelle fois pour le respect de la vie naissante et a remercié Dieu pour le don de la vie, avant de lui demander sa protection sur toute existence humaine.
    En ce temps de l’Avent, les catholiques seront donc appelés à s’engager contre l’avortement, contre l’élimination et la manipulation des embryons, contre l’euthanasie, mais aussi à porter un regard positif sur la vie.
    Écoutez le commentaire de Romilda Ferrauto RealAudioMP3


    Compte rendu de la célébration du samedi 27 novembre, en la basilique Saint-Pierre
    Le Pape a prié pour la vie ce samedi soir, dans la basilique Saint-Pierre. Pour la première fois la célébration des premières Vêpres de l’Avent, un rendez-vous cher à Benoît XVI, qui marque le début de l’année liturgique, s'est accompagnée cette année d'une veillée de prière pour la défense de la vie naissante, à l’initiative du Conseil pontifical pour la famille.
    Dans son homélie, le Pape a dénoncé les tendances culturelles qui s’efforcent d’anesthésier les consciences. La science l’a démontré : l’embryon n’est pas un amas de matériel biologique, mais un nouvel être humain vivant, dynamique, merveilleusement ordonné. L’Église réaffirme les déclarations du Concile Vatican II contre l’avortement et contre toute violation de la vie naissante. Benoît XVI s’est adressé directement aux leaders politiques et économiques et aux responsables des médias pour leur demander de promouvoir une culture qui respecte la vie humaine, pour que se mettent en place des réseaux de soutien à l’accueil et au développement de la vie. Chaque être humain – a.-t-il martelé - mérite toujours d’être accueilli avec respect et amour, de ne pas être considéré comme un objet que l’on possède et que l’on peut manipuler à sa guise. C’est dans cette ligne – a-t-il dit - que se situe la sollicitude de l’Église pour la vie naissante, la plus fragile, la plus menacée par l’égoïsme des adultes et par l’obscurcissement des consciences. Benoît XVI n’a pas manqué de déplorer par ailleurs le mal infligé aux enfants après leur naissance : l’abandon, la faim, la misère, la maladie, les abus, la violence, l’exploitation, les multiples violations de droits qui blessent douloureusement la conscience de tout homme de bonne volonté. L’Incarnation nous révèle que toute vie humaine a une dignité incomparable - a ajouté le Pape en invitant les chrétiens à porter un regard nouveau sur l’homme, un regard de confiance et d’espérance.

    Le Pape, qui portait une chape violette, a récité une prière composée pour l’occasion : pour que Dieu accompagne les choix des assemblées législatives, pour que les peuples et les nations reconnaissent et respectent le caractère sacré de toute vie humaine, pour les scientifiques et les médecins afin que le progrès contribue au bien intégral de la personne et qu’aucun être ne soit supprimé ou ne souffre de l’injustice, pour que les administrateurs aident les jeunes familles à s’ouvrir sereinement à la naissance de nouveaux enfants.