NUEVO CICLO DE CATEQUESIS SOBRE EL TEMA DE LA FE
Con estas catequesis el Santo Padre quiere iniciar un camino para comprender que la fe “no es algo extraño o separado de la vida diaria; al contrario, es su alma. La fe en un Dios que es amor, y que se acercó al ser humano encarnándose y entregándose en la cruz para salvarnos y abrirnos de nuevo las puertas del cielo, indica, de forma luminosa, que la plenitud del ser humano estriba solo en el amor (...) Donde hay dominio, posesión, explotación (...) el hombre se empobrece, se degrada y desfigura. La fe cristiana, que obra en la caridad y es fuerte en la esperanza, no limita la vida sino que la humaniza”.
“Dios se ha revelado con palabras y obras en toda la larga historia de su amistad con el ser humano (...) ha atravesado el cielo para entrar en la tierra de los hombres como hombre, para que pudiéramos encontrarlo y escucharlo. Y, desde Jerusalén, el anuncio del Evangelio de la salvación se difundió hasta los confines de la tierra. La Iglesia, nacida del costado de Cristo, se hizo portadora de una esperanza nueva (...) Pero desde el principio se planteó el problema de la “regla de fe”, es decir de la fidelidad de los creyentes a la verdad del Evangelio (...) a la verdad salvadora sobre Dios y sobre el ser humano para custodiarla y transmitirla”.
La respuesta a la fórmula esencial de la fe, aseguró el pontífice, está en el Credo, en el Símbolo de la Fe en el que “se injerta la vida moral del cristiano que encuentra allí su fundamento y su justificación”. “La Iglesia tiene el deber de transmitir la fe, de comunicar el Evangelio para que las verdades cristianas sean luz en las nuevas transformaciones culturales y los cristianos sean capaces de dar razón de su esperanza”.
“Hoy vivimos en una sociedad que ha cambiado profundamente, incluso con respecto al pasado reciente, y que está en continuo movimiento. Los procesos de secularización y una mentalidad nihilista, por la cual todo es relativo, han marcado con fuerza la mentalidad común (...) Si el individualismo y el relativismo parecen dominar el ánimo de muchos contemporáneos, tampoco se puede decir que los creyentes sean completamente inmunes de estos peligros (...) El sondeo efectuado en todos los continentes para la celebración del Sínodo de los Obispos sobre la Nueva Evangelización, ha evidenciado algunos: una fe vivida de forma pasiva y privada, el rechazo de la educación en la fe, la fractura entre fe y vida”.
“Hoy, a menudo, el cristiano ni siquiera conoce el núcleo central de su fe católica, del Credo y deja así lugar a una especie de sincretismo y relativismo religiosos, sin claridad acerca de las verdades en que creer y sobre la singularidad salvadora del cristianismo (...) Tenemos que volver a Dios, al Dios de Jesucristo; tenemos que volver a descubrir el mensaje del Evangelio y hacer que entre con más profundidad en nuestra conciencia y en nuestra vida cotidiana”.
“En estas catequesis del Año de la Fe -concluyó- me gustaría brindar una ayuda para cumplir este camino, para retomar y profundizar las verdades centrales de la fe sobre Dios, sobre el ser humano, sobre la Iglesia, sobre toda la realidad social y cósmica, meditando y reflexionando sobre las afirmaciones del Credo. Y quisiera que resultase claro que estos contenidos o verdades de la fe, atañen directamente a nuestras vivencias; requieren una conversión de la existencia que da vida a un nuevo modo de creer en Dios”.
Al final de la catequesis el Papa saludó, entre otros, a los peregrinos polacos. “Ayer en el aniversario de la elección de Juan Pablo II a la sede de Pedro -dijo- lo recordamos como un gran guía de la fe, que introdujo a la Iglesia en el tercer milenio”.
Por último se dirigió en italiano a los representantes del movimiento “Actuar todos por la dignidad del cuarto mundo”, reunidos en la Plaza de San Pedro con motivo de la Jornada Mundial del Rechazo de la Miseria, convocada por las Naciones Unidas. “Os animo en vuestro compromiso para defender la dignidad y los derechos de cuantos se ven condenados a sufrir el azote de la miseria, contra la cual la humanidad debe luchar sin descanso”, subrayó Benedicto XVI.