domingo, 28 de outubro de 2012

FIESTA DE CRISTO REY (ÚLTIMO DOMINGO DE OCTUBRE - CALENDARIO TRADICIONAL)

"Así dice el Señor: El cielo es mi trono, y la tierra, el estrado de mis pies… todo eso lo hicieron mis manos" Isaías (66, 1)

No debe haber ninguna diferencia entre los individuos, las familias y los Estados; porque los hombres no están menos sujetos a la autoridad de Cristo en su vida colectiva que en su vida privada. Él es la única fuente de salvación, de las sociedades como de los individuos: no hay salvación en ningún otro; ningún otro nombre fue dado a los hombres en el cual puedan salvarse....Es evidente que también en sentido propio y estricto le pertenece a Jesucristo como hombre el título y la potestad de Rey; pues sólo en cuanto hombre se dice de El que recibió del Padre la potestad, el honor y el reino; porque como Verbo de Dios, cuya sustancia es idéntica a la del Padre, no puede menos de tener común con él lo que es propio de la divinidad y, por tanto, poseer también como el Padre el mismo imperio supremo y absolutísimo sobre todas las criaturas...
Por tanto, con nuestra autoridad apostólica, instituimos la fiesta de nuestro Señor Jesucristo Rey, y decretamos que se celebre en todas las partes de la tierra el último domingo de octubre, esto es, el domingo que inmediatamente antecede a la festividad de Todos los Santos. Asimismo ordenamos que en ese día se renueve todos los años la consagración de todo el género humano al Sacratísimo Corazón de Jesús, con la misma fórmula* que nuestro predecesor, de santa memoria, Pío X, mandó recitar anualmente. (Pío PP XI, Quas Primas, 11 de Diciembre de 1925).


El último domingo de Octubre se celebra la Fiesta de Cristo Rey, según el calendario tradicional del Rito Romano.

Al instituirla mediante la encíclica Quas Primas, recordó el Papa Pío XI que "La celebración de esta fiesta, que se renovará cada año, enseñará también a las naciones que el deber de adorar públicamente y obedecer a Jesucristo no sólo obliga a los particulares, sino también a los magistrados y gobernantes.

A éstos les traerá a la memoria el pensamiento del Juicio Final, cuando Cristo, no tanto por haber sido arrojado de la gobernación del Estado cuanto también aun por sólo haber sido ignorado o menospreciado, vengará terriblemente todas estas injurias; pues su regia dignidad exige que la sociedad entera se ajuste a los mandamientos divinos y a los principios cristianos, ora al establecer las leyes, ora al administrar justicia, ora finalmente al formar las almas de los jóvenes en la sana doctrina y en la rectitud de costumbres".

* Consagración del Género Humano al Sacratísimo
Corazón de Jesús ordenada por el Papa:

Dulcísimo Jesús, Redentor del género humano, miradnos humildemente postrados delante de vuestro altar; vuestros somos y vuestros queremos ser y a fin de poder vivir más estrechamente unidos con Vos, todos y cada uno espontáneamente nos consagramos en este día a vuestro Sacratísimo Corazón.

Muchos, por desgracia, jamás os han conocido; muchos, despreciando vuestros mandamientos, os han desechado. Oh Jesús benignísimo, compadeceos de los unos y de los otros, y atraedlos a todos a vuestro Corazón Sacratísimo.

Oh Señor, sed Rey, no sólo de los hijos fieles que jamás se han alejado de Vos, sino también de los pródigos que os han abandonado; haced que vuelvan pronto a la casa paterna, para que no perezcan de hambre y de miseria. Sed Rey de aquellos que, por seducción del error o por espíritu de discordia, viven separados de Vos: devolvedlos al puerto de la verdad y a la unidad de la fe, para que en breve, se forme un solo rebaño bajo un solo Pastor. Sed Rey de los que permanecen todavía envueltos en las tinieblas de la idolatría o del islamismo; dignaos atraerlos a todos a la luz de vuestro reino.

Mirad, finalmente, con ojos de misericordia a los hijos de aquel pueblo que en otro tiempo fue vuestro predilecto: descienda también sobre ellos como bautismo de redención y de vida, la sangre que un día contra sí reclamaron.

Conceded, oh Señor, incolumnidad y libertad segura a vuestra Iglesia; otorgad a todos los pueblos la tranquilidad en el orden; haced que del uno al otro confín de la tierra no suene sino esta voz:

¡Alabado sea el Corazón Divino, causa de nuestra salud,
a Él se entonen cánticos de honor y de gloria
por los siglos de los siglos!
Amén.

Oremos

Omnipotente sempiterno Dios, que por tu amado Hijo, Rey universal, quisiste restaurar todas las cosas: concede, propicio, que todas las naciones de la tierra, a quienes separa la herida del pecado, se sometan a su suavísimo imperio. Que contigo vive... Amén.