La oración de Jesús
Hace poco visité el blog “Meditación y silencio” y en
él Blanca habla de su experiencia en la “Oración de Jesús” u oración del
corazón, plegaria que tiene su origen en el cristianismo ortodoxo griego, al
igual que ella la conozco hace muchos años y tuve un período en que la
practicaba, el recuerdo que tengo es muy profundo, es una oración que abre y
despeja completamente el chakra cardíaco, y el sentimiento al realizarla es de
puro amor y humildad. Similar al Zikr del sufismo integra la mente y el corazón.
Porqué uno la deja, no sé, quizás, la perseverancia flaquea, o en mi caso tomás
otro camino, lo cierto es que no solo es hermosa sino muy poderosa. Para quienes
no la conozcan transcribo un fragmento de un texto que pertenece a
la Philokalia
conjunto de escritos del cristianismo del primer milenio, compilados en el siglo
XVIII.
“Ustedes saben que al respirar inhalamos y exhalamos el aire.
Los órganos que realizan esta función son los pulmones, que están alrededor del
corazón. De modo tal que el aire, pasando por ellos, envuelve por lo tanto al
corazón. De este modo, la respiración es un camino natural hacia el corazón.
Así, habiendo recogido la mente dentro de ustedes mismos, condúzcanla hacia el
canal de la respiración, a través del cual el aire alcanza el corazón y, junto
con este aire inhalado, fuercen a la mente a descender hacia el corazón, a
entrar y permanecer allí. Acostúmbrenla, hermanos, a no salir del corazón
demasiado pronto porque al principio se siente muy sola en esa reclusión
interior, pero, cuando se acostumbra a ello, comienza por el contrario, a
desagradarle estar afuera dando vueltas sin meta y ya no es más agobiante para
ella estar adentro. Como un hombre que ha estado lejos de su hogar, cuando
vuelve, está fuera se sí de tanta alegría por ver nuevamente a sus hijos y
esposa los abraza y no puede expresar todo lo que quisiera, lo ,mismo ocurre con
la mente: cuando se une al corazón está plena de indecible alegría y
deleite.
Así comprende el hombre que el Reino de los Cielos está
verdaderamente dentro de nosotros y, viéndolo en sí mismo, intenta luchar con la
plegaria pura para mantenerlo y fortalecerlo allí y considera todo lo externo
como algo no valioso de atención y totalmente falto de atractivo.
Cuando, de este modo, entren en el lugar del corazón como les
he dicho, den gracias a Dios y, alabando su misericordia, sostengan con firmeza
este hacer que les enseñará cosas que no podrían aprender jamás de otro modo.
Más aun, deben saber que cuando la mente se establece firmemente en el corazón,
no debe permanecer allí en silencio y ociosa sino debe repetir constantemente la
plegaria: “Señor, Jesucristo, Hijo de Dios, ten piedad de mí” sin
cesar. Porque esta práctica, que mantiene a la mente lejos de los sueños, le
permite eludir y ser impenetrable a las sugerencias del enemigo y, cada día, la
acerca más y más al amor y al anhelo de Dios”.
(Del Discurso acerca de
la Sobriedad
de Niséforo el Solitario)