sábado, 15 de janeiro de 2011

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BREVE CATECISMO DE LA DOCTRINA CATÓLICA SOBRE EL SANTO SACRIFICIO DE LA MISA. 1/ ¿Qué es la Santa Misa? Según la enseñanza infalible de la Santa Iglesia, la Misa es la renovación incruenta del sacrificio de la Cruz; en el Calvario Nuestro Señor al precio de su Sangre (lo que es la prueba de Su amor), ha librado al género humano de la esclavitud del pecado y lo ha reconciliado con Dios. Este Sacrificio es de un valor infinito, más agradable a Dios que lo que puedan agraviar la totalidad de los pecados de todos los hombres.




1/ ¿Qué es la Santa Misa?
Según la enseñanza infalible de la Santa Iglesia, la Misa es la renovación incruenta del sacrificio de la Cruz; en el Calvario Nuestro Señor al precio de su Sangre (lo que es la prueba de Su amor), ha librado al género humano de la esclavitud del pecado y lo ha reconciliado con Dios. Este Sacrificio es de un valor infinito, más agradable a Dios que lo que puedan agraviar la totalidad de los pecados de todos los hombres.


2/ Pero Nuestro Señor Jesucristo no está ya sobre la tierra, ¿para qué ofrecer ese Sacrificio?
Nuestro Señor está físicamente, substancial y personalmente, presente sobre el altar por la transubstanción, cambiando el pan y el vino en su Cuerpo y en su Sangre. Desde el momento que la víctima está realmente presente, puede haber sacrificio.

3/ ¿Cuándo Nuestro Señor está presente sobre el altar?

Ese milagro, extraordinario ocurre cuando el sacerdote –sólo él tiene el poder de hacerlo en virtud de su carácter sacerdotal recibido el día de su ordenación- pronuncia las palabras de la Consagración.


4/ ¿Siempre es Jesús el Sacerdote durante el Sacrificio de la Misa?
El es el Sacerdote principal. El sacerdote humano es sólo un instrumento. El Salvador sigue queriendo de hecho ofrecerse El mismo por el ministerio de sus Sacerdotes, lo mismo que yo escribo con la ayuda de mi lapicero. La oblación de Nuestro Señor Jesucristo es la continuación de la Cruz que nunca ha cesado en su Corazón. Esta oblación, siempre viviente en El, es el alma de la Santa Misa.


5/ Sobre la Cruz, la preciosa sangre fue realmente derramada. ¿En la Misa cómo es inmolada la víctima?
El Sacrificio es realizado por la doble consagración. En virtud de las palabras de la consagración, el cuerpo de Jesús está presente bajo las apariencias del pan y la Sangre bajo las apariencias del vino. Es por “concomitancia” (en el cielo el Cuerpo y la sangre de Jesucristo están unidos; Nuestro Señor está glorioso y no puede ni sufrir ni morir) que, el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo están presentes bajo cada una de las especies. Hay pues una separación sacramental del Cuerpo y de la Sangre que significa la inmolación de la víctima.


6/ ¿Esa separación sacramental es suficiente par que haya un sacrificio real?
Sí, porque la inmolación exterior es sólo signo de la inmolación interior. Puede allí haber un sacrificio sin inmolación física real, pero solamente sacramental, realizada por la doble consagración.


7/ ¿El sacrificio de la Santa Misa es esencialmente el mismo que el de la Cruz?
Sí, porque son el mismo Sacerdote y la misma víctima. Sin embargo podemos advertir estas dos diferencias:
-Sobre el altar Nuestro Señor se ofrece El mismo de manera incruenta, mientras que en la Cruz El ha derramado físicamente su Sangre.
-Sobre el altar El se ofrece por el ministerio del Sacerdote, mientras que sobre la Cruz El ha ofrecido directamente su Sacrificio.


8/ ¿Qué relación hay entre la Cruz y la Santa Misa?
En los dos casos es el mismo acto de amor del Salvador. Nuestro Señor Jesucristo ha merecido (sus méritos son infinitos porque El es una Persona Divina), todas las gracias de salvación y El aplica ahora esas gracias merecidas en el pasado a cada uno de nosotros en particular. En resumen, la Cruz ha abierto el tesoro de la gracia y la Santa Misa distribuye el uso práctico de ese tesoro.


9/ ¿Cuáles son los efectos de la Santa Misa?
En la Santa Misa se ofrece a Dios un sacrificio por los pecados de los hombres, una acción de gracias y una adoración de valor infinito. La Santa Misa nos concede pues toda clase de gracias, a la vez espirituales y temporales, en la medida de nuestras disposiciones interiores. La Santa Misa Católica tiene y tendrá siempre, el efecto de elevar a los hombres hasta la Cruz y de unirlos a Nuestro Señor Jesucristo crucificado.


10/ ¿Estás verdades pueden cambiar?
No, porque ellas han sido definidas por la Iglesia de manera irreformable, lo mismo que será siempre verdadero que 2+2 son 4. La certeza de fe es mayor que la certeza matemática, porque está basada sobre la autoridad de Dios que revela.


11/ ¿Qué es el rito de San Pío V (o Misa Tridentina, Misa Tradicional)?
Es el rito de la Misa promulgado por ese Papa en el año 1570. No fue propiamente hablando una reforma, sino más bien una codificación, una restitución, una unificación. Fue promulgada por la Bula “Quo Primum Tempore”, con intención de obligar a todos los clérigos a seguirla.


12/ ¿Qué antigüedad tiene ese rito?
A causa de la persecución y de la ley del secreto (ley del arcano), los textos más antiguos del Canon datan del siglo IV. Pero el Concilio de Trento nos enseña que remonta a los Apóstoles. El ofertorio ha sido compuesto entre el siglo VIII y el XI. Todas las oraciones y ceremonias en torno a las palabras de la consagración han sido introducidas por la Santa Iglesia para realzar la majestad de tan gran misterio, para instruirnos, aumentar nuestra fe e inflamar nuestra devoción. “No hay en toda la Cristiandad un rito tan venerable como el del Misal Romano” dice un de los más sabios liturgistas (Fortescue)


13/ ¿La doctrina Católica del Santo Sacrificio de la Misa está correctamente expresada en el rito de San Pío V?
Sí, se encuentra perfectamente expresada. Este rito proviene visiblemente del corazón de nuestra Santa Madre la Iglesia y es el fruto de una larga tradición. Cuando leemos nuestro misal todo él es piedad, ilumina el espíritu e inflama el corazón.


14/ Este rito pude ser abolido?
No, no pude ser abolido. Un papa no lo hará jamás, porque ese rito es tan venerable que sería contra la prudencia y la inteligencia abolir ese rito apostólico para reemplazarlo por otro rito (católico).
Esa Santa Misa está canonizada. San Pío V la ha canonizado definitivamente, ha establecido ese rito como la manera oficial de decir la Santa Misa, válido para todos los sacerdotes de rito romano, en todo tiempo. Hay otras cosas que pueden ser mejoradas en la Santa Iglesia (los Papas pueden dar definiciones en lo que concierne a la Fe y a la moral, por ejemplo. María Corredentora), pero Dios ha elegido un Santo (San Pío V) para fijar el rito de la Misa en su perfección para los siglos futuros.


15/ ¿Qué bienes producen los frutos de la Santa Misa Católica?
La santificación de las almas, la santificación de nuestros familiares, padres, la edificación de la Cristiandad, etc…


 
 DE:http://wwwapostoladoeucaristico.blogspot.com/

Scrive Ratzinger: «In apparenza tutto è in ordine e presumibilmente anche il rituale procede secondo le prescrizioni. E tuttavia è una caduta nell’idolatria (…), si fa scendere Dio al proprio livello riducendolo a categorie di visibilità e comprensibilità». E ancora: «Si tratta di un culto fatto di propria autorità (…) diventa una festa che la comunità si fa da sé; celebrandola, la comunità non fa che confermare se stessa». Il risultato è irrimediabile: «Dall’adorazione di Dio si passa a un cerchio che gira attorno a se stesso: mangiare, bere, divertirsi». Un effetto domino.Sono convinto che la crisi ecclesiale in cui oggi ci troviamo dipende in gran parte dal crollo della liturgia» .


Bux: c'è Messa e Messa.

 

Una Messa da manuale


Il teologo Nicola Bux spiega perchè in cima alle preoccupazioni di Benedetto XVI c'è il "crollo della riturgia. E perchè il restauro delle forme di culto passa necessariamente per il discusso Motu Proprio sul rito in latino.
di Valerio Pece

«In questo modo si impedisce pure “ai fedeli di rivivere l’esperienza dei due discepoli di Emmaus: ‘E i loro occhi si aprirono e lo riconobbero’”». Ecco spiegato in modo mirabile di cosa si parla quando si parla di cattiva liturgia. La citazione è presa da Redemptionis sacramentum, documento fortemente voluto da Giovanni Paolo II.
Sono rimasti in pochi oramai a negare che in campo liturgico ai documenti ufficiali del Concilio Vaticano II si sia sostituito abusivamente un invasivo “Spirito del Concilio”. Due esempi su tutti: il canto gregoriano e il latino, l’uso dei quali era indicato tra le “consegne” liturgiche più importanti del Concilio. Non si sa bene come, nella prassi, com’è noto, tutto è svanito. «Effettivamente come questo sia successo se lo chiedono in molti», dice a Tempi il teologo don Nicola Bux. «È una pagina ancora da chiarire. I fatti sono questi: Paolo VI costituì il Consilium ad exsequendam Constitutionem de Sacra Liturgia, con il compito, appunto, di “eseguire” ciò che era nella Costituzione conciliare Sacrosanctum Concilium. Su questa esecuzione è poi accaduto di tutto, perché confrontando la lettera del testo e le applicazioni successive appaiono differenze notevoli. Prendiamo il gregoriano. Al numero 116 della Sacrosanctum Concilium si legge che la Chiesa lo riconosce come “il canto proprio della liturgia romana” e come tale gli riserva “il posto principale”. Ora, “canto proprio” è un’espressione specifica, significa che il gregoriano è tutt’uno con il rito latino. Eliminare il canto proprio è come strappare la pelle di dosso a una persona. È quello che è stato fatto». La ragione accampata è che non lo si saprebbe cantare. «Ma questo è un falso problema», spiega il teologo. «Se pensiamo a quanti mottetti la gente canta, solo perché questi sono stati custoditi e perpetuati: la Salve Regina, il Kyrie… E poi basta davvero che il canto sia in italiano perché la gente canti?».


La stessa Chiesa in tutto il mondo
I biografi concordano che il fascino esercitato dal cattolicesimo su convertiti quali Newman, Benson e Chesterton, fu dovuto anche a quell’universalismo della liturgia latina che ancora oggi gioca un ruolo importante nel persuadere molti anglicani a bussare alla Chiesa di Roma. Ebbene, oltre il gregoriano certi occultamenti hanno riguardato anche il latino. Eppure la Sacrosanctum Concilium al n. 36 prescrive espressamente: “L’uso della lingua latina, salvo diritti particolari, sia conservato nei riti latini”. «Tradurre le letture nelle lingue parlate – sostiene don Bux – è stata cosa buona, dobbiamo capirla. Ma il Papa ha aggiunto che “una presenza più marcata di alcuni elementi latini aiuterebbe a dare una dimensione universale, a far sì che in tutte le parti del mondo si possa dire: Io sono nella stessa Chiesa”. Almeno alla preghiera eucaristica e alla colletta il latino dovrebbe tornare. Tra l’altro Paolo VI stabilì che i messali nazionali fossero pubblicati sempre bilingui, italiano e latino. Per permettere in ogni momento la celebrazione in latino, poi per tenere allenati i sacerdoti, e infine poiché l’italiano cambia e le traduzioni, spesso vere e proprie interpretazioni, tendono sempre più a tradire. C’era una lettera del Papa che lo prescriveva: non gli hanno obbedito».
La liturgia è sacra se ha le sue regole. E se da un lato l’ethos, cioè la vita morale, è un elemento chiaro per tutti, dall’altro lato si ignora quasi totalmente che esiste anche uno jus divinum, un diritto di Dio a essere adorato. Don Bux: «Si dice: Dio, anche se c’è, con la mia vita non c’entra. Invece Dio c’entra con tutto. “Tutto mi appartiene”, si legge nelle Scritture, anche la vita del regista Monicelli gli apparteneva. Attenzione, perché il Signore è geloso delle sue competenze, e il culto è quanto di più gli è proprio. Invece proprio in campo liturgico siamo di fronte a una deregulation». Per sottolineare quanto senza jus ed ethos il culto diventa necessariamente idolatrico, nel suo recentissimo libro (Come andare a Messa e non perdere la fede, Piemme) don Nicola Bux cita un passo dell’Introduzione allo spirito della liturgia di Joseph Ratzinger. Scrive Ratzinger: «In apparenza tutto è in ordine e presumibilmente anche il rituale procede secondo le prescrizioni. E tuttavia è una caduta nell’idolatria (…), si fa scendere Dio al proprio livello riducendolo a categorie di visibilità e comprensibilità». E ancora: «Si tratta di un culto fatto di propria autorità (…) diventa una festa che la comunità si fa da sé; celebrandola, la comunità non fa che confermare se stessa». Il risultato è irrimediabile: «Dall’adorazione di Dio si passa a un cerchio che gira attorno a se stesso: mangiare, bere, divertirsi». Un effetto domino.
È fondamentale notare – scrive don Bux – che «la caricatura del divino in sembianza bestiale» è un chiaro indice del fatto che «lo stravolgimento del culto trascina con sé l’arte sacra». Difficile non pensare all’architettura di tante chiese moderne. Decadimento che riguarda anche musica e costumi, visto che intorno al vitello d’oro si cantava e danzava in modo profano. Insomma, è tutto legato alla liturgia. Non per nulla nella sua autobiografia (La mia vita, San Paolo) Ratzinger dichiarava solennemente: «Sono convinto che la crisi ecclesiale in cui oggi ci troviamo dipende in gran parte dal crollo della liturgia» .

Un gesto di ecumenismo
Facilmente, frequentando la Messa per dieci domeniche in parrocchie diverse, capiterebbe di assistere a dieci differenti liturgie. E se è vero che cattolico significa universale, qualcosa forse non torna. Eppure l’enciclica Ecclesia de Eucharistia era stata chiarissima: «La liturgia non è mai proprietà privata di qualcuno, né del celebrante, né della comunità». La tesi di don Bux è che in soccorso alla liturgia potrebbe andare quel Motu proprio Summorum Pontificum che nel 2007 ha liberalizzato la forma straordinaria del rito latino. Per il teologo «le due forme del rito possono arricchirsi a vicenda, proprio a partire da questo clima religioso di Mistero, il Sitz im Leben, l’ambiente vitale dove è possibile incontrare Dio». Ma si può già fare un primo bilancio del Motu proprio? Don Bux risponde così: «Una settimana fa ero a Parigi. La Messa che dietro richiesta ho celebrato in forma straordinaria era affollatissima di giovani. Il parroco di Sainte-Clotilde mi diceva che celebra tranquillamente con i due riti, senza alcun problema. La verità è che dovremmo tutti liberarci da questa deleteria contrapposizione tra vecchio e nuovo rito, il nostro amato Papa incoraggia e desidera la continuità. E celebrare sia in forma ordinaria che straordinaria significa mettere in pratica questa continuità della Chiesa. Seguiamolo!».
Non si può nascondere, però, che siano molti a boicottare il Motu proprio. Per tutti, l’ex vescovo di Sora, Luca Brandolini, che alla notizia della liberalizzazione del rito straordinario confidò a Repubblica di aver pianto per quel “giorno di lutto”. Eppure in una prospettiva ecumenica la liberalizzazione della Messa antica è un passo avanti. «Lo ha dimostrato – aggiunge don Bux – il defunto patriarca di Mosca Alessio II, il quale applaudì al Motu proprio con parole chiarissime: “Il Papa ha fatto bene. Tutto ciò che è recupero della tradizione avvicina i cristiani tra loro”».
Secondo il teologo «il movimento di giovani creatosi intorno al rito antico è in forte crescita». Ma nessuno, specie se nato negli anni Settanta-Ottanta, può essere “tradizionalista” in nome della nostalgia per i bei tempi che furono. «Molti giovani domandano una sola cosa: incontrare il sacro. Ecco la ragione del successo della Messa gregoriana. Ignorare questa richiesta, che ha un contorno tutto spirituale e per nulla ideologico (come invece si vorrebbe far credere), è almeno contraddittorio per chi, per definizione, dovrebbe “episcopein”, cioè osservare, scrutare». La situazione è paradossale: «Si era fatto di tutto per rinnovare la liturgia e attirare i giovani, e adesso proprio loro non si sentono attratti. È un fatto che con la forma straordinaria del rito non pochi di loro riescano maggiormente ad adorare il Signore. La liturgia serve per dare al Signore la lode e la giusta adorazione. Una liturgia che non mette al primo posto il Signore è una fiction, e loro se ne accorgono. Quando i sacerdoti recitano la preghiera eucaristica (cioè il momento culminante della Messa, quello del Suo sacrificio per noi) continuando a roteare lo sguardo sul popolo invece che guardare alla Croce dinanzi a loro, diventa allora chiaro che non stanno parlando col Signore, non sono rivolti a Lui. E ciò non è senza conseguenze: i fedeli saranno portati a distrarsi, a scapito della partecipazione».

Ma quali “spalle al popolo”
Sta nascendo un movimento liturgico nuovo che guarda al modo di celebrare di Benedetto XVI. «La cosa di gran lunga più importante che il Papa vuol farci comprendere – dice don Bux – è l’orientamento del sacerdote, del suo sguardo soprattutto. “Là dove lo sguardo su Dio non è determinante, ogni altra cosa perde il suo orientamento” scrive magnificamente Benedetto XVI, ed è appunto questo il nocciolo della questione: il giusto orientamento». Sembra dunque di essere arrivati a uno snodo rischioso. «“In alto i nostri cuori, sono rivolti al Signore”, lo diciamo ma non lo facciamo. Se il sacerdote guardasse la croce, o il tabernacolo, ci sarebbe per i fedeli un effetto fortissimo. Se proprio dall’offertorio alla comunione il sacerdote non vuol stare rivolto ad Dominum, cioè a Oriente, abbia almeno la Croce al centro dinanzi a sé. Si badi bene, questo sarebbe possibile anche con i nuovi altari, per cui senza tornare a distruggere nulla (abbiamo assistito già alla demolizione dissennata di tanti altari antichi e belli), basterebbe porre sull’altare la croce e voltarsi ad essa. Esattamente come fa Benedetto XVI, che interpone la croce tra sé e i fedeli, una croce ben visibile». In fondo Ratzinger aveva in mente proprio questo quando si rammaricava perché «il sacerdote rivolto al popolo dà alla comunità l’aspetto di un tutto chiuso in se stesso». Eppure – si obietta – dare le spalle al popolo o anche solo interporre la croce sull’altare fa venir meno il senso di convivialità. «Conosco l’obiezione: è l’idea di Messa-banchetto che fa tanto “comunità di base anni Settanta”, dura a morire. Per questo fu coniata l’espressione “Messa di spalle al popolo”. Davvero è pensabile che le spalle al popolo del sacerdote farebbero perdere il senso di comunione? Ma questa, per esser tale, non deve venire prima dall’alto? Davvero il mistero della comunione ecclesiale si risolve nel guardare l’assemblea?», chiosa don Bux.

Gli strani intenti di Bugnini
C’è poi la lezione silenziosa di Benedetto XVI sulla comunione data in bocca e in ginocchio. «Un atteggiamento di riverenza – osserva il teologo pugliese – che rallenta la processione di comunione e rende più consapevoli del gesto. Avendo sempre chiaro che la comunione sulla mano è un gesto permesso da un indulto, cioè un atto dalla durata limitata, che invece è diventato regola». Don Bux aggiunge: «Oggi anche il tabernacolo è diventato “segno di conflitto”. Come non comprendere che se il tabernacolo non è più al centro, non sarà più ritenuto nemmeno il centro?». Da qui la sua proposta ai sacerdoti: uno scambio tabernacolo-sede sacerdotale al centro del presbiterio. «La gente tornerà a credere nel santissimo Sacramento, noi preti guadagneremo in umiltà e al Signore sarà restituito il posto che gli spetta ».
Tornando al Concilio “tradito”, Annibale Bugnini, indiscusso protagonista della riforma liturgica, dichiarava tranquillamente all’Osservatore Romano: «Dobbiamo togliere dalle nostre preghiere cattoliche e dalla liturgia cattolica ogni cosa che possa essere l’ombra di una pietra d’inciampo per i nostri fratelli separati, ossia i protestanti». Anche al di là della sua discussa appartenenza massonica su cui tanto è stato scritto (tra gli altri, dal vaticanista Andrea Tornielli su 30 Giorni), la vera domanda è se un intento come quello riportato sia stato ininfluente rispetto alla situazione in cui oggi versa la liturgia, a quella cioè che Benedetto XVI chiama «deformazione al limite del sopportabile». «Delle sue responsabilità – afferma don Bux – Annibale Bugnini risponderà al Signore. Un aiuto a capire la riforma può arrivare dal libro di Nicola Giampietro che contiene la testimonianza del cardinale Ferdinando Antonelli, autorevole protagonista di quel Consilium deputato a eseguire i documenti della riforma. Antonelli ha scritto cose decisamente forti sul clima che aleggiava in quel Consilium di cui Bugnini era il factotum, nonché sul ruolo di quei sei esperti protestanti che ebbero una funzione molto maggiore di quella di semplici osservatori. Servirebbe certamente pubblicare i diari secretati di Annibale Bugnini. Non foss’altro che per una maggiore comprensione di cosa sia stata davvero la riforma liturgica postconciliare».

Fonte: settimanale Tempi.it

Dom Prosper Guéranger, O.S.B.:Mary said to Jesus: They have no wine. It is the office of the Mother of God to tell him of the wants of men, for she is also their Mother. But Jesus answers her in words, which are apparently harsh: Woman! what is it to me and to thee? My hour is not yet come. The meaning of these words is, that, in this great Mystery, he was about to act, not as the Son of Mary, but as the Son of God. Later on, the hour will come when, dying upon the Cross, he will do a work, in the presence of his Mother, and he will do it as Man, that is, according to that human nature which he has received from her. Mary at once understands the words of her Son, and she says to the waiters of the Feast, what. she is now ever saying to her children: Do whatsoever he shall say to you.

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SECOND SUNDAY AFTER THE EPIPHANY  

The third Mystery of the Epiphany shows us the completion of the merciful designs of God upon the world, at the same time that it manifests to us, for the third time, the glory of our Lord and Saviour, Jesus Christ. The Star has led the soul to faith; the sanctified Waters of the Jordan have conferred purity upon her; the Marriage-Feast unites her to her God. We have been considering during this Octave, the Bridegroom revealing himself to the Spouse; we have heard him calling her to come to him from the heights of Libanus; and now, after having enlightened and purified her, he invites her to the heavenly feast, where she is to receive the Wine of his divine love.
A Feast is prepared; it is a Marriage-Feast; and the Mother of Jesus is present at it, for it is just, that, having co-operated in the mystery of the Incarnation of the Word, she should take part in all that her Son does, and in all the favours lie bestows on his elect. But, in the midst of the Feast, the Wine fails. Wine is the symbol of Charity or Love, and Charity had failed on the earth; for the Gentiles had never tasted its sweetness; and as to the Synagogue, what had it produced but wild grapes? [Is. v. 2]. The True Vine is our Jesus, and he calls himself by that name [St. John, xv. l]. He alone could give that Wine which gladdeneth the heart of man [Ps. ciii. 15]; He alone could give us that Chalice which inebriateth [Ibid. xxii. 5], and of which the Royal Psalmist prophesied.
Mary said to Jesus: They have no wine. It is the office of the Mother of God to tell him of the wants of men, for she is also their Mother. But Jesus answers her in words, which are apparently harsh: Woman! what is it to me and to thee? My hour is not yet come. The meaning of these words is, that, in this great Mystery, he was about to act, not as the Son of Mary, but as the Son of God. Later on, the hour will come when, dying upon the Cross, he will do a work, in the presence of his Mother, and he will do it as Man, that is, according to that human nature which he has received from her. Mary at once understands the words of her Son, and she says to the waiters of the Feast, what. she is now ever saying to her children: Do whatsoever he shall say to you.
Now, there were six large waterpots of stone there, and they were empty. The world was then in its Sixth Age, as St. Augustine and other Holy Doctors tell us. During these six ages, the earth had been awaiting its Saviour, who was to instruct and redeem it. Jesus commands these waterpots to be filled with water; and yet, water does not suit the Feast of the Spouse. The figures and the prophecies of the ancient world were this water, and until the opening of the Seventh Age, when Christ, who is the Vine, was to be given to the world, no man had contracted an alliance with the Divine Word.
But, when the Emmanuel came, he had but to say, Now draw out, and the waterpots were seen to be filled with the wine of the New Covenant, the Wine which had been kept to the end. When he assumed our human nature - a nature weak and unstable as Water - he effected a change in it; he raised it up even to himself, by making us partakers of the divine nature [II. St. Peter, i. 4]; he gave us the power to love him, to be united to him, to form that one Body, of which he is the Head, that Church of which he is the Spouse, and which he loved from all eternity, and with such tender love, that he came down from heaven to celebrate his nuptials with her.
O the wonderful dignity of man! God has vouchsafed, says the Apostle, to show the riches of his glory on the vessels of mercy, which had no claim to, nay, were unworthy of such an honour. Jesus bids the waiters fill them with water, and the water of Baptism purifies us; but, not satisfied with this, he fills these vessels, even to the brim, with that heavenly and new Wine, which was not to be drunk save in the kingdom of his Father [Rom. ix. 23]. Thus, divine Charity, which dwells in the Sacrament of Love, is communicated to us; and, that we might not be unworthy of the espousals with himself to which he called us, he raises us up even to himself. Let us, therefore, prepare our souls for this wonderful union, and, according to the advice of the Apostle, let us labour to present them to our Jesus with such purity as to resemble that chaste Virgin, who was presented to the spotless Lamb [II. Cor. xi. 2].
St. Matthew, the Evangelist of the Humanity of our Lord, has received from the Holy Ghost the commission to announce to us the Mystery of Faith by the Star; St. Luke, the Evangelist of Jesus' Priesthood, has been selected, by the same Holy Spirit, to instruct us in the Mystery of the Baptism in the Jordan; but the Mystery of the Marriage-Feast was to be revealed to us by the Evangelist John, the Beloved Disciple. He suggests to the Church the object of this third Mystery, by this expression: This beginning of miracles did Jesus in Cana of Galilee, and he MANIFESTED his glory [St. John, ii. 11]. At Bethlehem, the Gold of the Magi expressed the Divinity of the Babe; at the Jordan, the descent of the Holy Ghost and the voice of the Eternal Father proclaimed Jesus, (known to the people as a carpenter of Nazareth) to be the Son of God; at Cana, it is Jesus himself that acts, and he acts as God, for, says St. Augustine, He who changed the water into wine in the waterpots could be no other than the same who, every year, works the same miracle in the vine. Hence it was, that, from that day, as St. John tells us, his disciples believed in him [Ibid.], and the Apostolic College began to be formed.
We cannot, therefore, be surprised that the Church - filled, as she is, with holy enthusiasm at the Feast of her Jesus' glory, his Epiphany, and desirous to add fresh joy to the solemnity - should have chosen this Second Sunday after the Epiphany as the day on which to honour the Most Holy Name of JESUS. It is on the Wedding-Day that the Bride-groom gives his Name to his Bride, and it is the sign that, from that day forward, she belongs to him alone. The Church, therefore, would honour the Name of her Divine Spouse with un especial Feast, and no day could be more appropriate for it than this of the Marriage at Cana.
In the Old Covenant, the Name of God inspired fear and awe: nor was the honour of pronouncing it granted to all the children of Israel. We can understand this. God had not yet come down from heaven to live on earth, and converse with men; he had not yet taken upon himself our poor nature, and become Man like ourselves; the sweet Name expressive of love and tenderness, could not be applied to him.
But, when the fulness of time had come - when the mystery of love was about to be revealed - then did heaven send down the Name of ‘Jesus’ to our earth, as a pledge of the speedy coming of him who was to bear it. The archangel Gabriel said to Mary: Thou shalt call his Name JESUS. ‘Jesus’ means Saviour. How sweet will this Name not be to poor lost man! It seems to link earth to heaven! No name is so amiable, none is so powerful. Every knee in heaven, on earth, and in hell, bows in adoration at hearing this Name! and yet, who can pronounce it, and not feel love spring up within his heart? But we need such a saint as Bernard, to tell us of the power and sweetness of this blessed Name. He thus speaks of it in one of his Sermons.

‘The Name of Jesus is Light, and Food, and Medicine. It is Light, when it is preached to us; it is Food, when we think upon it; it is the Medicine that soothes our pains when we invoke it. Let us say a word on each of these. Tell me, whence came there, into the whole world, so bright and sudden a light, if not from the preaching of the Name of Jesus? Was it not by the light of this Name that God called us unto his admirable Light? Wherewith being enlightened, and in this light, seeing the Light, we take these words of Paul as truly addressed to ourselves: Heretofore, you were darkness; but now, light in the Lord [Eph. v. 8].
‘Nor is the Name of Jesus Light only; it is also Food. Art thou not strengthened, as often as thou thinkest of this Name? What is there that so feeds the mind of him that meditates upon this Name? What is there that so restores the wearied faculties, strengthens virtue, gives vigour to good and holy habits, and fosters chastity? Every food of the soul is dry, that is not steeped in this unction; it is insipid, if it be not seasoned with this salt. If thou write, I relish not thy writing, unless I read there the Name of Jesus. If thou teach me, or converse with me, I relish not thy words, unless I hear thee say the Name of Jesus. JESUS is honey to the mouth, and music to the ear, and gladness to the heart.

‘It is also Medicine. Is any one among you sad? Let but Jesus come into his heart, and the mouth echo him, saying Jesus! and lo! the light of that Name disperses every cloud, and brings sunshine back again. Have any of you committed sin? and is despair driving you into the snare of death? Invoke the Name of life, and life will come back to the soul. Was there ever a man, that, hearing this saving Name, could keep up that common fault of hardness of heart, or drowsiness of sluggishness, or rancour of soul, or languor of sloth? If any one, perchance, felt that the fountain of his tears was dry, did it not gush forth more plentifully than ever, and flow more sweetly than ever, as soon as he invoked the Name of Jesus? If any of us were ever in danger, and our heart beat with fear, did not this Name of power bring us confidence and courage the moment we pronounced it? When we were tossed to and fro by perplexing doubts, did not the evidence of what was right burst on us as we called upon the Name of light? When we were discouraged, and well nigh crushed, by adversity, did not our heart take courage, when our tongue uttered the Name of help? All this is most true; for all these miseries are the sicknesses and faintings of our soul, and the Name of Jesus is our Medicine.
‘But, let us see how all this comes to pass. Call upon me in the day of trouble, says the Lord; I will deliver thee, and thou shall glorify me [Ps. xlix 15]. There is nothing which so restrains the impulse of anger, calms the swelling of pride, heals the wound of envy, represses the insatiability of luxury, smothers the flame of lust, quenches the thirst of avarice, and dispels the fever of uncleanliness - as the Name of Jesus. For when I pronounce this Name, I bring before my mind the Man, who, by excellence, is meek and humble of heart, benign, sober, chaste, merciful, and filled with everything that is good and holy, nay, who is the very God Almighty - whose example heals me, and whose assistance strengthens me. I say all this, when I say Jesus. Here have I my model, for he is Man; and my help, for he is God; the one provides me with precious drugs, the other gives them efficacy; and from the two I make a potion such as no physician knows how to make.
‘Here is the electuary, my soul, hid in the casket of this Name Jesus; believe me, it is wholesome, and good for every ailment thou canst possibly have. Ever have it with thee, in thy bosom and in thy hand; so that all thy affections and actions may be directed to JESUS.’ [Fifteenth Sermon on the canticle of Canticles.]
This is the sweet and powerful Name, which was given to our Emmanuel, on the day of his Circumcision. But, as that day was the Octave of Christmas, and was already sacred to the Maternity of Mary, the present Sunday, the Second after the Epiphany, was chosen for celebrating the mystery of the Name of the Lamb. The first promoter of the Feast was St Bernardine of Siena, who lived in the fifteenth century. This holy man established the practice of representing the Holy Name of Jesus surrounded with rays, and formed into a monogram of its three first letters, IHS [The Name was, anciently, often written Ihesus; hence, in its contracted form alluded to, the letter H would be given: the E  following was virtually included in the aspirate. Translator.] The custom spread rapidly through Italy, and was zealously propagated by the great St John of Capestrano, who, like St Bernardine of Siena, was of the Order of Friars Minor. The Holy See gave its formal approbation to this manner of honouring the Name of our Saviour, and, in the early part of the sixteenth century, Pope Clement VI, after long entreaties, granted to the whole Franciscan Order the privilege of keeping a special Feast in honour of the Most Holy Name of Jesus.
Rome extended the same favour to various Churches; and, at length, the Feast was inserted in the universal Calendar. It was in the year 1721, at the request of Charles VI, Emperor of Germany, that Pope Innocent XII decreed that the Feast of the Most Holy Name of Jesus should be kept throughout the whole Church; he also chose the Second Sunday after the Epiphany as the day. We have already explained how appropriately their respective mysteries have been thus blended into the one solemnity.

Dom Prosper Guéranger, O.SB. : Maria dice al Salvatore: "Non hanno più vino". Spetta alla Madre di Dio far presenti a lui le necessità degli uomini, dei quali pure è la madre. Tuttavia, Gesù le risponde con una apparente freddezza: "Che importa a me e a te, o donna? Non è ancora giunta la mia ora". Questo perché, in quel grande Mistero, egli avrebbe agito non più come Figlio di Maria, ma come Figlio di Dio. Più tardi, nell'ora che deve venire, apparirà agli occhi di quella stessa Madre, morente sulla croce, secondo l'umanità che aveva ricevuta da essa. Maria ha compreso subito l'intenzione divina del suo Figliuolo, e proferisce le parole che ripete sempre a tutti i suoi figli: Fate quello che vi dirà.

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DOMENICA SECONDA
DOPO L'EPIFANIA
Il miracolo di Cana.
Il terzo Mistero dell'Epifania ci mostra la realizzazione dei piani della divina misericordia sul mondo, come pure ci manifesta una terza volta la gloria dell'Emmanuele. La Stella ha guidato l'anima alla fede, l'Acqua santificata del Giordano le ha conferito la purezza, il Banchetto nuziale la unisce al suo Dio. Abbiamo cantato lo Sposo che usciva radioso incontro alla Sposa; l'abbiamo sentito chiamarla dalle vette del Libano; ora che l'ha illuminata e purificata, vuole inebriarla del vino del suo amore.
Si è preparato un banchetto, un banchetto nuziale; la Madre di Gesù vi assiste; poiché, dopo aver cooperato al mistero della Incarnazione del Verbo, è giusto che sia associata a tutte le opere del suo Figliuolo, a tutti i favori che egli prodiga ai suoi eletti. Ma nel bel mezzo del banchetto viene a mancare il vino. Fin'allora la Gentilità non aveva conosciuto il dolce vino della Carità; la Sinagoga non aveva prodotto che graspi selvatici. Cristo è la vera Vite, come dice egli stesso. Egli solo poteva dare quel vino che allieta il cuore dell'uomo (Sal 103), e offrirci a bere di quel calice inebriante che David aveva cantato (Sal 22).
Maria dice al Salvatore: "Non hanno più vino". Spetta alla Madre di Dio far presenti a lui le necessità degli uomini, dei quali pure è la madre. Tuttavia, Gesù le risponde con una apparente freddezza: "Che importa a me e a te, o donna? Non è ancora giunta la mia ora". Questo perché, in quel grande Mistero, egli avrebbe agito non più come Figlio di Maria, ma come Figlio di Dio. Più tardi, nell'ora che deve venire, apparirà agli occhi di quella stessa Madre, morente sulla croce, secondo l'umanità che aveva ricevuta da essa. Maria ha compreso subito l'intenzione divina del suo Figliuolo, e proferisce le parole che ripete sempre a tutti i suoi figli: Fate quello che vi dirà.
Ora c'erano il sei grandi recipienti di pietra, ed erano vuoti. Il mondo, infatti, era giunto alla sua sesta età, come insegnano sant'Agostino e gli altri dottori insieme con lui. In queste sei età, la terra aspettava il suo Salvatore, che doveva ammaestrarla e salvarla. Gesù ordina di riempire d'acqua i recipienti; ma l'acqua non era adatta per il banchetto dello Sposo. Le figure, le profezie dell'antico mondo erano quell'acqua; e nessun uomo, fino all'avvento della sesta età in cui Cristo che è la Vite doveva comunicarsi, avrebbe stretto alleanza con il Verbo divino.
Ma quando è venuto l'Emmanuele, egli non ha che una parola da dire: "Attingete subito". Il vino della nuova Alleanza, quel vino che era riservato per la fine, riempie esso solo i recipienti. Assumendo la nostra natura umana, natura debole come l'acqua, egli ne ha voluto la trasformazione e l'ha elevata fino a sé, facendoci partecipi della natura divina (2Pt 4,1); ci ha resi capaci di stringere l'unione con lui, di formare l'unico corpo di cui egli è il Capo, la Chiesa di cui è lo Sposo, e che amava da tutta l'eternità d'un amore così ardente che è disceso dal cielo per celebrare queste nozze con essa.
San Matteo, l'Evangelista dell'umanità del Salvatore, ha ricevuto dallo Spirito Santo l'incarico di annunciarci il mistero della fede mediante la Stella; san Luca, l'Evangelista del Sacerdozio, è stato scelto per istruirci sul mistero della Purificazione mediante le Acque; spettava al Discepolo prediletto rivelarci il mistero delle Nozze divine. Perciò, suggerendo alla santa Chiesa l'intenzione di questo terzo mistero, si serve della seguente espressione: Questo il primo dei miracoli di Gesù, ed egli vi manifestò la sua gloria. A Betlemme, l'Oro e l'Incenso dei Magi profetizzarono la divinità e la Regalità nascoste del Bambino; sul Giordano, la discesa dello Spirito Santo e la voce del Padre proclamarono Figlio di Dio l'artigiano di Nazareth; a Cana, agisce Gesù stesso e agisce da Dio: "Infatti - dice sant'Agostino - Colui che trasformò l'acqua in vino nelle idrie non poteva essere se non quello stesso che, ogni anno, opera un simile prodigio nella vite". Cosicché da quel momento - come nota san Giovanni - "i suoi discepoli credettero in lui", e cominciò a formarsi il collegio apostolico.

Dom Prosper Guéranger, OSB : LE DEUXIEME DIMANCHE APRES L'EPIPHANIE.

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Le troisième Mystère de l'Epiphanie nous montre la consommation des plans de la divine miséricorde sur le monde, en même temps qu'il nous manifeste une troisième fois la gloire de l'Emmanuel. L'Etoile a conduit l'âme à la foi, l'Eau sanctifiée du Jourdain lui a conféré la pureté, le Festin Nuptial l'unit à son Dieu. Nous avons chanté l'Epoux sortant radieux au-devant de l'Epouse ; nous l'avons entendu l'appeler des sommets du Liban ; maintenant qu'il l'a éclairée et purifiée, il veut l'enivrer du vin de son amour.
Un festin est préparé, un festin nuptial ; la Mère de Jésus y assiste ; car, après avoir coopéré au mystère de l'Incarnation du Verbe, il convient qu'elle soit associée à toutes les œuvres de son Fils, à toutes les faveurs qu'il prodigue à ses élus. Mais, au milieu de ce festin, le vin vient à manquer. Jusqu'alors la Gentilité n'avait point connu le doux vin de la Charité ; la Synagogue n'avait produit que des raisins sauvages. Le Christ est la vraie Vigne, comme il le dit lui-même. Lui seul pouvait donner ce vin qui réjouit le cœur de l'homme (Psalm. CIII), et nous présenter à boire de ce calice enivrant qu'avait chanté David. (Psalm. XXII.)

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Marie dit au Sauveur : « Ils n'ont point de vin. » C'est à la Mère de Dieu de lui représenter les besoins des hommes, dont elle est aussi la mère. Cependant, Jésus lui répond avec une apparente sécheresse : « Femme, qu'importe à moi et à vous ? Mon heure n'est pas encore venue. » C'est que, dans ce grand Mystère, il allait agir, non plus comme Fils de Marie, mais comme Fils de Dieu. Plus tard, à une heure qui doit venir, il apparaîtra aux yeux de cette même Mère, expirant sur la croix, selon cette humanité qu'il avait reçue d'elle. Marie a compris tout d'abord l'intention divine de son Fils, et elle profère ces paroles qu'elle répète sans cesse à tous ses enfants : Faites ce qu'il vous dira.
Or, il y avait là six grands vases de pierre, et ils étaient vides. Le monde, en effet, était parvenu à son sixième âge, comme l'enseignent saint Augustin et les autres docteurs après lui. Durant ces six âges, la terre attendait son Sauveur, qui devait l'instruire et la sauver. Jésus commande de remplir d'eau ces vases ; mais l'eau ne convient pas pour le festin de l'Epoux. Les figures, les prophéties de l'ancien monde étaient cette eau ; et nul homme, jusqu'à l'ouverture du septième âge, où le Christ, qui est la Vigne, devait se communiquer, n'avait contracté l'alliance avec le Verbe
divin.
Mais lorsque l'Emmanuel est venu, il n'a qu'une parole à dire : « Puisez maintenant. » Le vin de la nouvelle Alliance, ce vin qui avait été réservé pour la fin, remplit seul maintenant les vases. En prenant notre nature humaine, nature faible comme l'eau, il en a ménagé la transformation ; il l'a élevée jusqu'à lui, nous rendant participants de la nature divine (II Petr. IV, 1) ; il nous a rendus

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capables de contracter l'union avec lui, de former ce seul corps dont il est le Chef, cette Eglise dont il est l'Epoux, et qu'il aimait de toute éternité d'un si ardent amour, qu'il est descendu du ciel pour célébrer ces noces avec elle.
O sort admirable que le nôtre ! Dieu a daigné, comme dit l'Apôtre, montrer les richesses de sa gloire sur des vases de miséricorde » (Rom. IX,23). Les urnes de Cana, figures de nos âmes, étaient insensibles, et nullement destinées à tant d'honneur. Jésus ordonne à ses ministres d'y verser l'eau ; et déjà, par cette eau, il les purifie ; mais il pense n'avoir rien fait encore tant qu'il ne les a pas remplies jusqu'au haut de ce vin céleste et nouveau, qui ne devait se boire qu'au royaume de son Père. Ainsi la divine charité, qui réside dans le Sacrement d'amour, nous est-elle communiquée ; et pour ne pas déroger à sa gloire, l'Emmanuel, qui veut épouser nos âmes, les élève jusqu'à lui. Préparons-les donc pour cette union ; et, selon le conseil de l'Apôtre, rendons-les semblables à cette Vierge pure qui est destinée à un Epoux sans tache. (II Cor. XI.)
Saint Matthieu, Evangéliste de l'humanité du Sauveur, a reçu de l'Esprit-Saint la charge de nous annoncer le mystère de la foi par l'Etoile ; saint Luc, Evangéliste du Sacerdoce, a été choisi pour nous instruire du mystère delà Purification par les Eaux ; il appartenait au Disciple bien-aimé de nous révéler le mystère des Noces divines. C'est pourquoi, suggérant à la sainte Eglise l'intention de ce troisième mystère, il se sert de cette expression : Ce fut le premier des miracles de Jésus, et il y MANIFESTA sa gloire. A Bethléhem, l'Or et l'Encens des Mages prophétisèrent la divinité et la royauté cachées de l'Enfant ; sur le Jourdain,

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la descente de l'Esprit-Saint, la voix du Père, proclamèrent Fils de Dieu l'artisan de Nazareth ; à Cana, Jésus agit lui-même et il agit en Dieu : « car, dit saint Augustin, Celui qui transforma l'eau en vin dans les vases ne pouvait être que Celui-là même qui, chaque année, opère un prodige semblable dans la vigne. » Aussi, de ce moment, comme le remarque saint Jean, « ses Disciples crurent en lui », et le collège apostolique commença à se former.
Nous ne devons donc pas nous étonner que, dans ces derniers temps, l'Eglise, enivrée des douceurs du festin de l'Emmanuel, et voulant accroître la joie et la solennité de ce jour, l'ait choisi de préférence à tout autre pour recevoir la glorieuse mémoire du très saint Nom de Jésus. C'est au jour nuptial que le nom de l'Epoux devient propre à l'Epouse : ce nom désormais témoignera qu'elle est à lui. Elle a donc voulu l'honorer d'un culte spécial, et unir ce cher souvenir à celui des Noces divines.
L'ancienne alliance avait environné le Nom de Dieu d'une terreur profonde : ce nom était pour elle aussi formidable que saint, et l'honneur de le proférer n'appartenait pas à tous les enfants d'Israël. Dieu n'avait pas encore été vu sur la terre, conversant avec les hommes ; il ne s'était pas encore fait homme lui-même pour s'unir à notre faible nature : nous ne pouvions donc lui donner ce Nom d'amour et de tendresse que l'Epouse donne à l'Epoux.
Mais quand la plénitude des temps est arrivée, quand le mystère d'amour est sur le point d'apparaître, le Nom de Jésus descend d'abord du ciel, comme un avant-goût de la présence du Seigneur qui doit le porter. L'Archange dit à Marie:

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« Vous lui donnerez le Nom de Jésus » ; or, Jésus veut dire Sauveur. Que ce Nom sera doux à prononcer à l'homme qui était perdu ! Combien ce seul Nom rapproche déjà le ciel de la terre ! En est-il un plus aimable, un plus puissant ? Si, à ce Nom divin, tout genou doit fléchir au ciel, sur la terre et dans les enfers, est-il un cœur qui ne s'émeuve d'amour à l'entendre prononcer ? Mais laissons raconter à saint Bernard la puissance et la douceur de ce Nom béni. Voici comme il s'exprime, à ce sujet, dans son XV° Sermon sur les Cantiques (1) :
« Le Nom de l'Epoux est une lumière, une nourriture, un remède. Il éclaire, quand on le publie ; il nourrit, quand on y pense à part soi ; et quand on l'invoque dedans la tribulation, il procure l'adoucissement et l'onction. Parcourons, s'il vous plaît, chacune de ces qualités. D'où pensez-vous qu'ait pu se répandre, par tout l'univers, cette si grande et si soudaine lumière de la Foi, si ce n'est de la prédication du Nom de Jésus ? N'est-ce pas par la lumière de ce Nom béni, que Dieu nous a appelés en son admirable lumière ? De laquelle étant illuminés, et voyant en cette lumière une autre lumière, nous oyons saint Paul nous dire à bon droit : Vous avez été jadis ténèbres ; mais maintenant vous êtes lumière dans le Seigneur.
« Or, le Nom de Jésus n'est pas seulement lumière ; ains encore, il est nourriture. N'êtes-vous donc pas confortés, toutes fois et quantes

1. Nous empruntons la traduction de ce beau fragment, dont l'Eglise a inséré une partie dans l'Office du saint Nom de Jésus, aux Méditations sur la Vie de Notre-Seigneur,par saint Bonaventure, traduites par le R. P. Dom François Le Bannier.

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que vous rappelez à votre cœur ce doux Nom ? Qu'est-il au monde qui nourrisse autant l'esprit de celui qui pense à lui ? Qu'est-ce qui, de la même sorte, répare les sens affaiblis, donne de l'énergie aux vertus, fait florir les bonnes mœurs, et entretient les honnêtes et chastes affections ? Toute nourriture de l'âme est sèche, si elle n'est détrempée de cette huile ; elle est insipide, si elle n'est assaisonnée de ce sel.
« Quand vous m'écrivez, votre récit n'a pour moi nulle saveur, si je n'y lis le Nom de Jésus. Lorsque vous disputez ou conférez avec moi, le conteste n'a pour moi aucun intérêt, si je n'y entends résonner le Nom de Jésus. Jésus est un miel à ma bouche, une mélodie à mon oreille, une jubilation à mon cœur ; oui même, outre ce, une médecine bienfaisante. L'un de vous est-il triste? Que Jésus vienne en son cœur; que de là il passe en sa bouche, et incontinent, à la venue de ce divin Nom qui est une vraie lumière, tout nuage s'enfuit, la sérénité revient. Quelqu'un tombe-t-il dans le crime ; voire même, court-il, en se désespérant, au lacs de la mort ? S'il invoque le Nom de Jésus, ne recommencera-t-il pas de suite à respirer et à vivre ? Qui jamais oncques demeura dedans l'endurcissement du cœur, comme font tant d'autres, ou bien dedans la torpeur de la fétardie, la rancune, ou la langueur de l'ennui ? Quel est celui qui, par aventure, ayant à sec la source des larmes, ne l'ait sentie soudainement couler plus abondante et plus suave, sitôt que Jésus a été invoqué? Quel est l'homme qui, palpitant et s'alarmant, au fort des périls, puis venant à invoquer ce Nom de vaillance, n'a pas senti tout aussitôt naître en soi la confiance et fuir la

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crainte ? Quel est celui, je vous le demande, qui, ballotté et flottant à la merci des doutes, n'a pas, sur-le-champ, je le dis sans balancer, vu reluire la certitude, à l'invocation d'un Nom si éclatant ? Qui est-ce qui, durant l'adversité, écoutant la méfiance, n'a pas repris courage, au seul son de ce Nom de bon secours ? Par effet, ce sont là les maladies et langueurs de l'âme, et il en est le remède.
« Certes, et je puis vous le prouver par ces paroles : Invoque-moi, dit le Seigneur, au jour de la tribulation, et je t'en tirerai, et tu m’honoreras. Rien au monde n'arrête si bien l'impétuosité de la colère, et n'accoise pareillement l'enflure de la superbe. Rien aussi parfaitement ne guarit les plaies de la tristesse, comprime les débordements de la paillardise, éteint la flamme de la convoitise, étanche la soif de l'avarice, et bannit toutes les démangeaisons des passions déshonnêtes. De vrai, quand je nomme Jésus, je me propose un homme débonnaire et humble de cœur, bénin, sobre, chaste, miséricordieux, et, en un mot, brillant de toute pureté et sainteté. C'est Dieu lui-même tout-puissant qui me guérit par son exemple, et me renforce par son assistance. Toutes ces choses retentissent à mon cœur, lorsque j'entends sonner le Nom de Jésus. Ainsi, en tant qu'il est homme, j'en tire des exemples, pour les imiter ; et en tant qu'il est le Tout-Puissant, j'en tire un secours assuré. Je me sers desdits exemples comme d'herbes médicinales, et du secours comme d'un instrument pour les broyer, et j'en fais une mixtion telle que nul médecin n'en saurait faire de semblable.
« O mon âme ! tu as un antidote excellent,

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caché comme en un vase, dans ce Nom de Jésus ! Jésus, pour le certain, est un Nom salutaire et un remède qui jamais oneques ne se trouvera inefficace pour aucune maladie. Qu'il soit toujours en votre sein, toujours à votre main: si bien que tous vos sentiments et vos actes soient dirigés vers Jésus. »
Telle est donc la force et la suavité du très saint Nom de Jésus, qui fut imposé à l'Emmanuel le jour de sa Circoncision ; mais, comme le jour de l'Octave de Noël est déjà consacré à célébrer la divine Maternité, et que le mystère du Nom de l'Agneau demandait à lui seul une solennité propre, la fête d'aujourd'hui a été instituée. Son premier promoteur fut, au XV° siècle, saint Bernardin de Sienne, qui établit et propagea l'usage de représenter, entouré de rayons, le saint Nom de Jésus, réduit à ses trois premières lettres IHS, réunies en monogramme. Cette dévotion se répandit rapidement en Italie, et fut encouragée par l'illustre saint Jean de Capistran, de l'Ordre des Frères Mineurs, comme saint Bernardin de Sienne. Le Siège Apostolique approuva solennellement cet hommage au Nom du Sauveur des hommes ; et, dans les premières années du XVI° siècle, Clément VII, après de longues instances, accorda à tout l'Ordre de saint François le privilège de célébrer une fête spéciale en l'honneur du très saint Nom de Jésus.
Rome étendit successivement cette faveur à diverses Eglises; mais le moment devait venir où le Cycle universel en serait enrichi lui-même. Ce fut en 1721, sur la demande de Charles VI, Empereur d'Allemagne, que le Pape Innocent XIII décréta que la Fête du très saint Nom de Jésus serait célébrée dans l'Eglise entière, et il la fixa

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au deuxième Dimanche après l'Epiphanie, dont elle complète si merveilleusement les mystères.
Nous donnons maintenant les diverses parties de l'Office de cette fête auxquelles les fidèles prennent part plus généralement.

sexta-feira, 14 de janeiro de 2011

Visit of Cardinal Burke to ICRSS in St. Louis


Speaking again of Cardinal Burke visiting his old archdiocese of St. Louis, the cardinal also stopped by the Institute of Christ the King parish of St. Francis de Sales.







DE:new liturgical movement

El Papa Benedicto XVI beatificará a Juan Pablo II el 1 de mayo

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VATICANO, 14 Ene. 11 / 09:14 am (ACI)



El Papa Benedicto XVI beatificará a Juan Pablo II el próximo 1 de mayo, Domingo de Pascua de la Divina Misericordia, según informó el Director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, P. Federico Lombardi.
Sobre la beatificación de Juan Pablo II se publicó hoy un comunicado en el que se señala que este viernes 14 de enero "durante la audiencia concedida al Cardenal Angelo Amato, prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, el Papa ha autorizado a este dicasterio a promulgar el Decreto sobre el milagroatribuido a la intercesión del Venerable Siervo de Dios Juan Pablo II (Karol Wojtyla). Este acto pone fin al proceso que precede al rito de beatificación".
El texto explica luego que la causa de Juan Pablo II se inició antes de los cinco años después de la muerte que exigen las normas vigentes, gracias a una dispensa pontificia, debido a "la imponente fama de santidad de la que gozó Juan Pablo II en su vida, en la muerte y después de la muerte. Por lo demás, se observaron en su totalidad las disposiciones canónicas comunes acerca de las causas de beatificación y canonización".
El comunicado señala además que entre junio de 2005 y abril de 2007 se realizó la investigación principal romana y las rogatoriales en diferentes diócesis sobre la vida, virtudes, fama de santidad y de milagros.
"La validez jurídica de los procesos canónicos fue reconocida por la Congregación para las Causas de los Santos con el Decreto del 4 de mayo de 2007. En junio de 2009, examinada la 'Positio' (expediente de la causa), nueve consultores teólogos de la Congregación dieron su parecer positivo sobre la heroicidad de las virtudes del Siervo de Dios".
"En noviembre, siguiendo el procedimiento habitual, la misma 'Positio' fue sometida al juicio de los cardenales y obispos de la Congregación para las Causas de los Santos, que se expresaron con sentencia afirmativa".
Tras esa investigación el Papa Benedicto XVI autorizó la promulgación del decreto sobre la heroicidad de virtudes el 19 de diciembre de 2009.
El texto señala luego que la postulación de la causa de Juan Pablo II "presentó al examen de la Congregación para las Causas de los Santos la curación de la 'enfermedad de Parkinson' de la hermana Marie Simon Pierre Normand, religiosa del Institut des Petites Soeurs des Maternités Catholiques".
"Como es habitual, las numerosas actas de la investigación canónica, regularmente instruida, junto con los detallados exámenes médico-legales, se sometieron al examen científico de la Consulta Médica de la Congregación para las Causas de los Santos, el 21 de octubre de 2010".
Los expertos, indica el texto, "tras haber estudiado con la habitual minuciosidad los testimonios procesales y toda la documentación, se expresaron a favor de que la curación era científicamente inexplicable".
"Los consultores teólogos, tras haber revisado las conclusiones médicas, el 14 de diciembre de 2010 procedieron a la valoración teológica del caso y reconocieron por unanimidad la unicidad, la antecedencia y la invocación coral dirigida al Siervo de Dios Juan Pablo II, cuya intercesión había sido eficaz para la curación milagrosa".
El comunicado concluye indicando que el 11 de enero de 2011 se celebró la Sesión Ordinaria de cardenales y obispos de la Congregación para las Causas de los Santos que "emitió un fallo unánime y afirmativo, considerando milagrosa la curación de la hermana Marie Simon Pierre, en cuanto realizada por Dios de modo científicamente inexplicable, después de interceder al Papa Juan Pablo II, invocado con confianza tanto por la misma persona curada como por muchos otros fieles".
Proceso de canonización
El proceso de canonización solo puede comenzar una vez transcurridos un mínimo de cinco años desde la muerte del candidato. El primer paso es el reconocimiento de la heroicidad de virtudes; es decir, el haber vivido en grado sobresaliente la fe, la esperanza y la caridad.
Tras el decreto de heroicidad, se espera un milagro obrado por la intercesión del Siervo de Dios, con lo que se abre el camino a la beatificación.
Una vez proclamado beato, se espera a un segundo milagro debidamente investigado y aprobado por las autoridades eclesiales que abrirá el camino a la canonización.
Todos los pasos mencionados en este proceso pasan por la aprobación del Papa.
 
DE:http://elcombateespiritual.blogspot.com

Papa Giovanni Paolo II sarà beatificato il 1° maggio 2011

 


Il Rito di Beatificazione del Venerabile Servo di Dio Giovanni Paolo II (Karol Wojtyła) avrà luogo in Vaticano, il 1° maggio 2011, II Domenica di Pasqua, della Divina Misericordia, presieduto dal Sommo Pontefice Benedetto XVI.


NOTA INFORMATIVA DELLA
CONGREGAZIONE DELLE CAUSE DEI SANTI
CIRCA L’ITER DELLA CAUSA DI BEATIFICAZIONE DEL

VENERABILE SERVO DI DIO GIOVANNI PAOLO II
(KAROL WOJTYŁA)


Il giorno 14 gennaio 2011, il Sommo Pontefice Benedetto XVI, durante l’Udienza concessa all’Em.mo Signor Cardinale Angelo Amato, Prefetto della Congregazione delle Cause dei Santi, ha autorizzato lo stesso Dicastero a promulgare il Decreto sul miracolo attribuito all’intercessione del Venerabile Servo di Dio Giovanni Paolo II (Karol Wojtyła). Questo atto conclude l’iter che precede il Rito della beatificazione, la cui data sarà decisa dal Santo Padre.

Com’è noto, la Causa, per Dispensa Pontificia, iniziò prima che fossero trascorsi i cinque anni dalla morte del Servo di Dio, richiesti dalla Normativa vigente. Tale provvedimento fu sollecitato dall’imponente fama di santità, goduta dal Papa Giovanni Paolo II in vita, in morte e dopo morte. Per il resto furono osservate integralmente le comuni disposizioni canoniche riguardanti le Cause di beatificazione e di canonizzazione.

Dal giugno 2005 all’aprile 2007, furono pertanto celebrate l’Inchiesta Diocesana principale romana e quelle Rogatoriali in diverse diocesi, sulla vita, sulle virtù e sulla fama di santità e di miracoli. La validità giuridica dei processi canonici fu riconosciuta dalla Congregazione delle Cause dei Santi con il Decreto del 4 maggio 2007. Nel giugno 2009, esaminata la relativa Positio, nove Consultori teologi del Dicastero diedero il loro parere positivo in merito all’eroicità delle virtù del Servo di Dio. Nel novembre successivo, seguendo l’usuale procedura, la medesima Positio fu poi sottoposta al giudizio dei Padri Cardinali e Vescovi della Congregazione delle Cause dei Santi, che si espressero con sentenza affermativa.

Il 19 dicembre 2009 il Sommo Pontefice Benedetto XVI autorizzò la promulgazione del Decreto sull’eroicità delle virtù.

In vista della Beatificazione del Venerabile Servo di Dio, la Postulazione della Causa presentò all’esame della Congregazione delle Cause dei Santi la guarigione dal "morbo di Parkinson" di Sr. Marie Simon Pierre Normand, religiosa dell’Institut des Petites Soeurs des Maternités Catholiques.

Come di consueto, i copiosi Atti dell’Inchiesta canonica, regolarmente istruita, unitamente alle dettagliate Perizie medico-legali, furono sottoposti all’esame scientifico della Consulta Medica del Dicastero delle Cause dei Santi il 21 ottobre 2010. I suoi Periti, dopo aver studiato con l’abituale scrupolosità le testimonianze processuali e l’intera documentazione, si espressero a favore dell’inspiegabilità scientifica della guarigione. I Consultori teologi, dopo aver preso visione delle conclusioni mediche, il 14 dicembre 2010 procedettero alla valutazione teologica del caso e, all’unanimità, riconobbero l’unicità, l’antecedenza e la coralità dell’invocazione rivolta al Servo di Dio Giovanni Paolo II, la cui intercessione era stata efficace ai fini della prodigiosa guarigione.

Infine, l’11 gennaio 2011, si è tenuta la Sessione Ordinaria dei Cardinali e dei Vescovi della Congregazione delle Cause dei Santi, i quali hanno emesso un’unanime sentenza affermativa, ritenendo miracolosa la guarigione di Sr. Marie Pierre Simon, in quanto compiuta da Dio con modo scientificamente inspiegabile, a seguito dell’intercessione del Sommo Pontefice Giovanni Paolo II, fiduciosamente invocato sia dalla stessa sanata sia da molti altri fedeli.


PROMULGAZIONE DI DECRETI DELLA CONGREGAZIONE DELLE CAUSE DEI SANTI

Oggi, 14 gennaio 2011, il Santo Padre Benedetto XVI ha ricevuto in Udienza privata Sua Eminenza Reverendissima il Card. Angelo Amato, S.D.B., Prefetto della Congregazione delle Cause dei Santi. Nel corso dell’Udienza il Sommo Pontefice ha autorizzato la Congregazione a promulgare i Decreti riguardanti:

- un miracolo, attribuito all'intercessione del Venerabile Servo di Dio Giovanni Paolo II (Karol Wojtyła), Sommo Pontefice; nato a Wadowice (Polonia) il 18 maggio 1920 e morto a Roma il 2 aprile 2005;
DE:messainlatino.it

Beatification of Pope John Paul II Scheduled for May 1, Divine Mercy Sunday


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"I am often asked, especially by young people, why I became a priest. Maybe some of you would like to ask the same question. Let me try briefly to reply. I must begin by saying that it is impossible to explain entirely. For it remains a mystery, even to myself. How does one explain the ways of God? Yet, I know that, at a certain point in my life, I became convinced that Christ was saying to me what he had said to thousands before me: 'Come, follow me!' There was a clear sense that what I heard in my heart was no human voice, nor was it just an idea of my own. Christ was calling me to serve him as a priest.

"And you can probably tell that I am deeply grateful to God for my vocation to the priesthood. Nothing means more to me or gives me greater joy that to celebrate Mass each day and to serve God's people in the Church. That has been true ever since the day of my ordination as a priest. Nothing has ever changed this, not even becoming Pope."

~ Venerable Pope John Paul II, Los Angeles, USA, September 14, 1987 ~


Mary, Mother of Jesus Christ, Eternal High Priest, Mother of all priests and our Mother, help us respond generously to the Holy Spirit's request, through the voice of His Church, to offer up to God Eucharistic adoration for priests.  Amen.
DE:http://eucharisticadorationforpriests.blogspot.com/

João Paulo II: Cardeal Saraiva Martins saúda beatificação de um Papa amigo de Portugal


Prefeito emérito da Congregação para as Causas dos Santos espera que a festa se estenda a Fátima

O cardeal português José Saraiva Martins confessou ter sentido “bastante alegria” com o anúncio da beatificação de João Paulo II, feita hoje no Vaticano, lembrando o Papa polaco como um amigo de Portugal.

O prefeito emérito da Congregação para as Causas dos Santos era o responsável por este processo quando a causa de beatificação de João Paulo II começou, em 2005, como o próprio recorda à Agência ECCLESIA.

“Fui eu que emanei o decreto” para o início da causa, refere, uma decisão que ocorreu após a dispensa pontifícia do período de espera de 5 anos após a morte, determinado pelo direito canónico.

A trabalhar na Cúria Romana há vários anos, o Cardeal Saraiva Martins realça que conhecia “muito bem” o futuro beato, de quem foi colaborador directo.

Por motivos de trabalho, o antigo responsável pela Congregação para as Causas dos Santos encontrou-se “muitas vezes” com o Papa Wojtyla: “Sempre o admirei muito, tanto do ponto de vista humano como do ponto de vista espiritual”.

João Paulo II visitou Portugal em 1982, 1991 e 2000, mostrando que tinha o país “no coração e amava muito os portugueses”.

“Era um grande devoto de Nossa Senhora de Fátima”, assinala o prefeito emérito da Congregação para as Causas dos Santos.

A sala de imprensa da Santa Sé anunciou que a cerimónia de beatificação vai decorrer a 1 de Maio, Domingo da Divina Misericórdia.

“Acho providencial que a beatificação tenha lugar no mês de Maio, de Maria e de Fátima”, declara o cardeal português, vaticinando: “Certamente que em Fátima haverá uma grande festa”.

O prefeito emérito da Congregação para as Causas dos Santos estará presente na cerimónia de beatificação e antevê “a Praça de S. Pedro e arredores totalmente cheia como no funeral” de João Paulo II.

Pouco depois de Bento XVI aprovar a publicação do decreto que comprova um milagre atribuído à intercessão de João Paulo II (1920-2005), concluindo assim o processo para a sua beatificação, o cardeal português sustenta que os católicos “ansiavam” por esta notícia.

No dia 8 de Abril de 2005, por ocasião da Missa exequial de João Paulo II, a multidão exclamou por diversas vezes «Santo subito» (santo depressa) (Nota de JPR – ‘Santo já’).

Quase seis anos depois desse momento, D. José Saraiva Martins precisa que, na perspectiva teológica, “nunca se pode dizer” que alguém é santo “antes de o ser”.

A vida de um Papa “é muito complexa”, sustenta, lembrando que este dossier “tinha muitas páginas” e levou “muito tempo a preparar”.

O trabalho levado a cabo nestes anos ajudam “a perceber melhor o pontificado de João Paulo II e também a pessoa que foi o Papa”, defende.

O milagre agora comprovado pelo Vaticano refere-se à cura da freira francesa Marie Simon Pierre, que sofria da Doença de Parkinson, e aconteceu pouco depois da morte do Papa polaco.

A celebração do próximo dia 1 de Maio, no Vaticano, vai ser presidida pelo actual Papa.

LFS

(Fonte: site Agência Ecclesia)

Giovanni Paolo II beato

   
Pontifex.RomaPapa Benedetto XVI ha firmato il decreto che autorizza la beatificazione del Servo di Dio Giovanni Paolo II. Papa Giovanni Paolo II sarà beatificato il 1 maggio 2011, coincidente con la domenica della Divina Misericordia, o in albis, prima dopo Pasqua, giornata voluta proprio da Giovanni Paolo II. La beatificazione si deve all'accoglimento del miracolo della guarigione dal morbo di Parkinson di una monaca francese. La salma del defunto Papa sarà trasferita senza esibizione del corpo, nella Basilica di san Pietro. La notizia, come era logico, ha scatenato giubilo ed emozione specialmente nella Polonia e Cracovia città natale di fatto del defunto Papa con veglie di preghiera. Intanto Papa Benedetto XVI ha ricevuto in Vaticano i rappresentanti di comune, provincia e Regione Lazio ribadendo la importanza della famiglia che é "culla originaria della società". ...
... Bruno Volpe
DE:http://www.pontifex.roma.it/

quinta-feira, 13 de janeiro de 2011

Sermon de Mgr Fellay à Saint-Nicolas-du-Chardonnet le dimanche 9 janvier 2011 : Oui, nous sommes profondément indignés. Nous protestons avec véhémence contre cette répétition de ces journées d'Assise. Tout ce que nous avons dit, tout ce que déjà Mgr Lefebvre avait dit à l'époque, nous le faisons nôtre. Il est évident, mes bien chers frères, qu'une telle chose exige réparation.

Assise 2011 - Le langage clair et net d'un évêque catholique

 

Au nom du Père, du Fils et du Saint-Esprit.
Mes bien chers fidèles,
S'il est une fête qui doit réjouir nos cœurs, c'est bien la Fête de l'Épiphanie. Une fête qui compte parmi les plus anciennes de toute la liturgie, une fête qui jusqu'à Jean XXIII comptait parmi les plus grandes de toute l'année liturgique et qui, depuis, a été abaissée, dégradée, même dans beaucoup de pays déplacée au dimanche. Il faut nous demander pourquoi d'un côté cette joie – qu'est-ce qu'on célèbre aujourd'hui, qu'est-ce que l'Église veut fêter ? – et aussi pourquoi cette dégradation ? L'Épiphanie, l'Épiphanie du Seigneur veut dire manifestation. Cette Fête, on la trouve dans les liturgies grecques, elle est plus ancienne que Noël et y sont regroupées les principales manifestations de la divinité du Verbe incarné.
Ces manifestations sont de l'ordre de trois. Cette Fête de l'Épiphanie, on l'appelle d'une manière commune la Fête des Rois, la Fête des Rois mages, car effectivement – et c'est l'Évangile d'aujourd'hui – on y voit ces rois, ces rois venus de l'étranger, pas seulement de l'étranger au point de vue territorial, local, mais venus des nations païennes. L'Église veut y voir la reconnaissance par tout ce monde qui, jusque là, n'avait pas eu accès à l'Ancien Testament qui était réservé, qui était resserré dans le peuple élu ; eh bien aujourd'hui ce sont toutes ces nations qui arrivent au nom de ces trois rois, qui arrivent à Notre-Seigneur Jésus-Christ et qui viennent L'adorer.
La deuxième manifestation, c'est celle que l'on trouve au Baptême de Notre-Seigneur, où la Voix du Père se fait entendre, où l'on voit Dieu le Saint-Esprit aussi d'une manière visible sous cette forme de colombe qui repose sur Notre-Seigneur, manifestation encore une fois de la divinité de Notre-Seigneur Jésus-Christ.
Et la troisième c'est le premier miracle de Notre-Seigneur. Encore une fois la preuve cette fois-ci, c'est Notre-Seigneur Lui-même qui va donner la preuve qu'Il est Dieu, vraiment Dieu. En faisant quelque chose qui est au-dessus de toutes les forces, de toutes les capacités des créatures, en ce premier miracle où Il transforme de l'eau en vin, le miracle de Cana.
Ce sont ces trois événements qui sont célébrés dans la fête de l'Epiphanie. On ne les trouve pas tellement dans l'évocation de la Sainte Messe, mais déjà dans le bréviaire, dans les antiennes, sont manifestés ces trois éléments. Et puisque ça fait un peu beaucoup, l'Eglise va les reprendre : le Baptême de Notre-Seigneur, on va le célébrer d'une manière indépendante à l'Octave de l'Epiphanie et puis, le Premier dimanche qui suivra l'Epiphanie, ce sera le miracle de Cana.
Mais toutes ces fêtes, toutes ces fêtes sont rassemblées aujourd'hui ; et même dans la liturgie latine, cette fête est plus ancienne que Noël. Où est l'importance de cette Fête ?
Eh bien, mes bien chers Frères, dans cette reconnaissance, dans cette affirmation de la réalité de la divinité de Notre-Seigneur Jésus-Christ, ce petit enfant nouveau-né dont nous venons de célébrer la naissance, Il est vraiment homme, Il est vraiment Dieu. Étant Dieu, devenu homme, Il n'a rien perdu de Sa divinité et des attributs de la divinité. Le fait qu'Il soit homme, le fait qu'Il soit visible auprès de nous, le fait qu'Il soit tout petit enfant dans toutes les faiblesses d'un nouveau-né, dans toutes ses impuissances, n'enlève absolument rien à Sa majesté infinie, à Sa Toute-Puissance, et ainsi Il a droit, de la part de toutes les créatures, à l'adoration qui est due au seul vrai Dieu.
Et c'est ce que nous célébrons, en voyant ces rois mages, des rois, des personnages importants, des représentants disons de tous ces peuples païens et qui viennent après avoir aperçu cette étoile dans le firmament, cette nouvelle étoile, ce signe très clair annoncé dans une prophétie de l'Ancien Testament, prophétie de Balaam. Ils viennent. Il faut admirer ! Il faut admirer cette démarche ! Se mouvoir parce qu'une étoile apparaît au ciel, faire des milliers de kilomètres – et à l'époque, ce n'était pas aussi facile qu'aujourd'hui ! – et se laisser guider par cette étoile qui effectivement se fait leur guide, qui va les conduire pendant tout ce trajet jusqu'à Jérusalem et ensuite jusqu'à Bethléem, où à ce moment-là Notre-Seigneur n'est plus dans la crèche, Il est dans une maison et c'est ce que nous dit l'Eglise : les rois mages trouvent l'Enfant avec Sa Mère dans leur maison, dans une maison ; c'est tout-à-fait compréhensible que Notre-Seigneur, que saint Joseph, la Sainte Vierge ne L'aient pas laissé trop longtemps dans cette habitation plus que précaire qu'était cette étable et qu'ils ont trouvé quelque chose de plus honorable, de plus normal les premières années jusqu'à cet événement qui va suivre immédiatement cette visite des rois mages. Eh bien, la Sainte Famille vit, vit à Bethléem. Et voilà, vit à Bethléem dans une indifférence on peut dire totale de la part du peuple juif. C'est le Sauveur, c'est le Messie, Il est complètement ignoré, dans un silence impressionnant. Voilà que ces rois mages qui arrivent vont donner de l'émoi. Tout Jérusalem sera en émoi. Lorsque Hérode va demander aux spécialistes, aux experts de l'époque, aux scribes : « Qu'est-ce qui se passe ? Où doit naître ce Messie ? » il n'y a absolument aucune hésitation, remarquez-le bien. Ces scribes connaissent, connaissent très bien l'Écriture et lorsqu'on leur demande « Où va-t-Il naître cet Enfant ? », sans aucune hésitation, c'est à Bethléem. Ce sera la réponse que donnera Hérode aux rois mages.
Ils savent, ils savent et ils ne savent pas. En théorie, ils savent tout. Dans la pratique ils ignorent superbement la réalité.
On a envie de faire des parallèles. Quand on entend cette histoire d'Assise, on a vraiment envie de faire des parallèles.
En théorie, ils savent, en théorie, ils croient, mais dans la réalité, est-ce qu'ils y croient ? Est-ce qu'ils croient vraiment que Notre-Seigneur est Dieu ?Est-ce qu'ils croient vraiment que de Sa main dépend la paix, des hommes, des nations ? Est-ce qu'ils croient vraiment à toutes ces conséquences immédiates, directes, de Sa divinité ? Ce n'est pas pour faire un pique-nique qu'ils vont à Assise ! Est-ce qu'ils vont, tout comme les rois mages, adorer le vrai Dieu, et attendre de Lui, demander de Lui cette paix ? Est-ce qu'ils vont au Roi de la Paix, rex pacificus ?
Oh comme l'Histoire se répète, hélas ! Oui, nous sommes profondément indignés. Nous protestons avec véhémence contre cette répétition de ces journées d'Assise. Tout ce que nous avons dit, tout ce que déjà Mgr Lefebvre avait dit à l'époque, nous le faisons nôtre. Il est évident, mes bien chers frères, qu'une telle chose exige réparation.
DE:LaPorte latine