quarta-feira, 2 de dezembro de 2009

Los teólogos según el Papa


Tomás de la Torre

Sacerdote de la diócesis de Jaén. Aficionado a los medios de comunicación social y preocupado por la evangelización que debe hacer la Iglesia a través de ellos.Si necesitas ponerte en contacto con él puedes hacerlo en: .

En los tiempos que corren cualquiera es un teólogo. Un montón de personajillos salidos de las madrigueras de la ignorancia se etiquetan ellos solos como teólogos. Algunos publican unos ladrillos que son indigestos. Otros pasan la gorra entrando en los estudios de radio o televisión pontificando sobre la última cuestión fronteriza que esté entre la razón y la fe.
El número de teólogos ha crecido en función de cómo se ha podido escribir o decir las mayores tonterías en el menor tiempo posible, lo que ha supuesto que los teólogos crezcan y mucho por metro cuadrado. Cuando los medios de comunicación han jaleado a don equis teólogo, y si es laico o laica, mucho mejor, resulta que algunos han vendido algún libro que ha tenido que ser parado en seco por el Magisterio de la Iglesia por los pisotones que le han pegado al dogma católico, a la moral eclesial y al propio depósito de la fe.
Ayer el Papa dejó delineado, desde su propia experiencia vital, el perfil de un teólogo en el siglo XXI lo hizo según aparece en Ecclesia digital:
“Benedicto XVI celebró la Santa Misa esta mañana temprano en la Capilla Paulina del Palacio Apostólico Vaticano con los miembros de la Comisión Teológica Internacional.En la homilía, el Papa delineó la figura del verdadero teólogo, que no cae en la tentación de medir con el metro de su inteligencia el misterio de Dios, y afirmó que en los últimos doscientos años, por lo que respecta al estudio de la Sagrada Escritura, “hay especialistas y (…) maestros de la fe que han penetrado en los detalles (…) de la historia de la salvación. Pero no han podido ver el misterio en sí mismo, el núcleo central; que Cristo era realmente el Hijo de Dios”. Pero en la historia de la Iglesia, prosiguió el Santo Padre, hay una larga lista de hombres y mujeres capaces de humildad y de llegar a la verdad, y citó entre ellos a Santa Teresa de Lisieux, a San Damián de Veuster, “pequeños que llegaron a ser doctos”, modelos en los que inspirarse, “que pueden anunciar su misterio porque se sintieron tocados en lo profundo del corazón”. “Después de la resurrección -concluyó el Papa-, el Señor toca el corazón de Saulo en el camino de Damasco, de Saulo que es uno de los doctos que no ven. (…) Se vuelve ciego y al mismo tiempo vidente. El gran sabio pasa a ser pequeño y ve la (…) sabiduría de Dios (…) más grande que todas las sabidurías humanas”.”
Con estos criterios muchos teólogos deben colgar la pluma y hasta la cabeza, ya que solamente les sirve para peinársela. Y atenerse a estos criterios que están sacados desde la hondura de una experiencia personal de intimidad con Dios en la oración, en la lectura y en la contemplación de los misterios de nuestra fe. Alguien dejó escrito que el teólogo que escribe sentado lo que se le ocurre y no lo ha pasado antes por la experiencia de estar arrodillado ante el Jesús en la Eucaristía, su doctrina está hueca y le falta el magnetismo de la mística cristiana.
Ojalá que los verdaderos teólogos, según el corazón del Papa, abunden para que ahonden en el progreso de la revelación de Dios al hombre, porque el papel del teólogo es necesario en la Iglesia del Señor.
Tomás de la Torre Lendínez
fonte: el olivo