Las comparaciones, como las dudas, ofenden. Comprendo, pues, que algunos se sientan ofendidos por esto que voy a decir: Sería una parcialidad flagrante y sangrante que beatificaran a Juan Pablo II antes que a Pio XII. Tanto va de Alfonso a Alfonso, que decía el Venerable Contreras (otro venerable-venerabilísimo sin beatificar).
A Pio XII los malos le colgaron el sanbenito de lo del silencio por lo de la shoá, un cuento perverso que no se lo creen ni los de la patrulla de Wiesenthal. Pero lo impusieron y lo publicaron y la bola se tragó y la causa se paró. Con milagros y con todo.
Considerando más a fondo el asunto, Pio XII no está hoy canonizado y con corona porque después del Vaticano II se vetó un determinado perfil de santidad, verbigracia el que representaría el Papa Pacelli, tan querido por los buenos como odiado por los malos. Yo sospecho también antipatías que no diré, que me callo porque no me constan; pero son probables.
Un par de veces he comentado en este blog que soy muy contrario a los expedientes/causas de canonización acelerados, así como de los nuevos procedimientos para las causas de los Santos. A pesar del parón a la beatificación-canonización de Pio XII, de todo este período crítico-revisionista han aflorado verdades, testimonios y documentos que esclarecen su pontificado, tan rico en obras como rica fue la personalidad humana y eclesial de Eugenio Pacelli.
Cuestiono, por otra parte, que el entusiasmo del “santo súbito” sea bueno para la causa de Juan Pablo II. Un pontificado admirable, pero tan cercano todavía, sin la “lejanía” necesaria que permita evaluar todas sus circunstancias . Algunas en el candelero de la actualidad como el caso de M.Maciel o el de los turbios episodios de los abusos de menores en Irlanda, dos casos “tapados” durante pontificado precedente con los que se ha enfrentado sin titubeos Benedicto XVI. Por su parte, lo de Asís, no hay por donde cogerlo digan lo que digan y como se diga; y el asunto litúrgico y otros asuntos no son, verdaderamente, ni glorias para mostrar ni ejemplos para enseñar.
Por estos y otros particulares, me causa impresión de “desproporción” saber que van a ser declarados venerables Pio XII y Juan Pablo II a la vez. Son dos causas con casi medio siglo de distancia una de la otra, con un pontificado super-revisado y otro que está recien transcurrido y con sus consecuencias todavía frescas (y yo diría que en proceso de “revelado", entiéndaseme).
No quiero ni pensar que se trate de otra “mixtura” como la de Septiembre del 2000, cuando se beatificaron a la par a Pio IX y a Juan XXIII, como equilibrando el “peso” de uno y otro (o del Vaticano I con el Vaticano II, un dificil, muy dificil, equilibrio).
Me veo obligado a aclarar para el que lea esto y no me haya leído antes que el que escribe, un servidor, le tiene grandísimo afecto a Juan Pablo II, al que pude conocer tan en directo como mis discretas circunstancias me lo propiciaron, a quien yo mismo le tengo sincera veneración, por cuya causa de beatificación he rezado.
Pero mantengo que Pio XII y su pontificado fueron y son de más valor, de más peso doctrinal e histórico, que Juan Pablo II y el suyo; sin comparación. Item más: En su momento, en vida y post mortem, la veneración por Pio XII fue entre los católicos mayor que la que tuvo y tiene Juan Pablo II.
En el Vaticano saben y les consta cuánto de malicia y falsedad ha habido en las acusaciones contra Pio XII. Por eso, por comparación de personas y hechos, haber mantenido un proceso al ralentí (y casi de manera “vergonzante", me atrevería a decir) y acelerar otro desde el día después del óbito, me parece desproporcionado. Ahora esta “conjunción” de los dos Venerables me resulta un exceso de ponderación y diplomacia.
Unicuique suum.
+Q.