domingo, 6 de dezembro de 2009

Reprobaciones tardías –II. profesor Marciano Vidal


–Me sospecho que sus críticas, una vez ya señaladas las generalidades, van a ir centrándose en autores católicos concretos.
–Usted es el más fiel de mis lectores, y su intuición acierta plenamente.

El profesor de teología P. Marciano Vidal (1937-), redentorista, nacido en un pueblo de León, España, se doctora en teología moral, ejerce su docencia en las Universidades Pontificias de Salamanca (1964ss) y Comillas (1971ss), en el Instituto Superior de Ciencias Morales (1971ss), del que fue Director. Ejerce también como profesor invitado en la romana Academia Alfonsiana y difunde ampliamente su enseñanza no solo a través de sus innumerables publicaciones, sino también dando conferencias en España, Europa y América. Su bibliografía incluye un conjunto amplísimo de libros y artículos. Puede decirse que su doctrina moral, al menos en el campo católico de habla hispana –es decir, en la mitad de la Iglesia Católica–, ha sido sin duda predominante durante un cuarto de siglo. El daño de este modo realizado en la conciencia moral de tantos profesores de teología, párrocos y catequistas, religiosos y laicos, es gravísimo.

En su tiempo, al amparo en cierto modo de su enseñanza, no censurada por la Autoridad apostólica y próxima en no pocas cuestiones a la de Bernard Häring, también redentorista, y a la de otros autores extranjeros de Occidente, prolifera en lengua hispana una manga innumerable de teólogos moralistas, que se atreven a enseñar errores semejantes a los suyos, aunque no siempre tengan de él una dependencia directa: E. López Azpitarte, A. Hortelano, B. Forcano, V. Ayala, J. M. Vigil, equipo redentorista CESPLAM, etc.

La obra «Moral de actitudes», publicada en tres tomos a partir de 1974 es, sin duda, la obra principal de Marciano Vidal. Al ser censurada por Roma, el diario El Mundo (16-V-2001) comenta que «ha sido el santo y seña de generaciones de seminaristas y curas de España y del extranjero desde los años 70. Está traducida a infinidad de lenguas, incluso al coreano». Esta obra, en efecto, es muy pronto traducida en varias lenguas, alcanzando así una enorme difusión. La edición portuguesa se inicia en 1975; la italiana, en 1976. Una edición italiana de 1994ss, por ejemplo, traduce la 8ª edición española.

Es de notar que son muy escasas las críticas recibidas por Marciano Vidal durante este cuarto de siglo, el último del siglo XX. Si exploramos la producción de los teólogos moralistas de este tiempo, incluso de aquellos más netamente católicos, si buscamos las recensiones de libros publicadas en Revistas católicas, también de aquellas más ortodoxas, se revisamos los Boletines diocesanos con cartas pastorales de los Obispos, y las ponencias de Congresos de teología moral, etc. (tarea que ciertamente no estoy dispuesto a realizar), se podría comprobar que fueron rarísimas en este tiempo las impugnaciones frontales referidas a este autor y a sus tesis principales.

Una vez más fue el Papa, el Obispo de Roma, Juan Pablo II, quien con más claridad y valentía defendió la verdad moral católica de aquellos errores que se iban generalizando en temas como el pecado individual y social, mortal y venial, la opción fundamental, el conflicto de valores, el teleologismo y otros (cf. exhortación apostólica Reconciliatio et pænitentia, 1984, nn.16-17; y sobre todo, la encíclica Veritatis splendor, 1993, especialmente nn. 54-97).

La Santa Sede emitió por fin en 2001 una Notificación reprobatoria de tres principales obras del P. Marciano Vidal, culminando así un lento proceso de análisis, sólamente iniciado en diciembre de 1997. La Congregación para la Doctrina de la Fe (22-II-2001), después de analizar tres de sus obras –Moral de actitudes, el Diccionario de ética teológica y La propuesta moral de Juan Pablo II–, estima necesario advertir que estos textos «no pueden ser utilizados para la formación teológica, y que el autor debe reelaborar especialmente Moral de Actitudes, bajo la supervisión de la Comisión Doctrinal de la Conferencia Episcopal Española». Esta Comisión episcopal, que nunca se había pronunciado sobre la obra de Marciano Vidal, hizo pública su adhesión al dictamen de la Congregación romana poco después de la Notificación (A propósito de la Notificación de la Congregación para la Doctrina de la Fe sobre algunos escritos del P. Marciano Vidal, 15-V-2001).

La Notificación afirma que a las obras analizadas del P. Vidal les falta «el uso de una metodología teológica correcta, la adecuada definición de la moralidad objetiva de las acciones, la precisión del lenguaje y la presentación de argumentaciones completas». Por otra parte,

–«su intento de fundamentación cristológica no consigue conceder normatividad ética concreta a la revelación de Dios en Cristo»; –es «“una ética influida por la fe”, pero se trata de un influjo débil, porque se yuxtapone de hecho a una racionalidad secularizada enteramente proyectada sobre un plano horizontal. En Moral de Actitudes no se resalta suficientemente la dimensión vertical ascendente de la vida moral cristiana»; –«y grandes temas cristianos como la redención, la cruz, la gracia, las virtudes teologales, la oración, la bienaventuranzas, la resurrección, el juicio, la vida eterna, además de estar poco presentes, no tienen casi influjo en la presentación de los contenidos morales». –Atribuye el profesor Vidal «un papel insuficiente a la Tradición y al Magisterio moral de la Iglesia […] En el comentario a la encíclica Veritatis splendor, de modo particular, se nota la concepción deficiente de la competencia moral del Magisterio eclesiástico. Aun informando a los lectores acerca de la doctrina eclesial, el autor se separa críticamente de ella al proponer una solución a los diversos problemas de ética especial». –También se debe señalar «la tendencia a utilizar el método del conflicto de valores o de bienes en el estudiode los diversos problemas éticos». –Y «en el plano práctico, no se acepta la doctrina tradicional sobre las acciones intrínsecamente malas y sobre el valor absoluto de las normas que prohiben esas acciones».

Estos principios generales falsos, lógicamente, llevan en cuestiones particulares a graves errores, que la Notificación va describiendo acerca, por ejemplo, de los métodos interceptivos y anticonceptivos, la esterilización, la homosexualidad, la masturbación, la fecundación in vitro homóloga, la inseminación artificial, el aborto y la legalización del mismo.

La Notificación crítica se produce muy tardíamente, cuando, concretamente, la Moral de Actitudes lleva siendo durante 25 años, en muchas lenguas, uno de los manuales de moral más frecuentes en Facultades, Seminarios y Librerías religiosas. Es cierto que los mismos errores u otros semejantes son también enseñados por otros moralistas católicos en gran parte de la Iglesia. Pero puede decirse que en la mitad de la Iglesia Católica, que es de habla hispana, durante un cuarto de siglo, la mayor parte de los estudiantes de teología han tenido como principal referencia los textos de Marciano Vidal –y de otros autores afines–, esos textos que en el año 2001 se dice «no pueden ser utilizados para la formación teológica». Por tanto, muchos de los profesores de moral formados en el último cuarto del siglo XX reciben esas doctrinas falsas y las difunden después ampliamente. Eso explica que la Notificación aludida, de hecho, haya sido resistida, silenciada e incluso ignorada en muchas regiones de la Iglesia, donde ha sido ocultada de modo casi total.

El daño producido por éste y otros autores afines en la conciencia moral del pueblo católico, muy especialmente en los temas referentes a la castidad, es muy grande. Pero todavía más grave es la deformación producida de los mismos principios de la moral católica en muchos fieles. La nueva Moral propuesta, partiendo de una antropología de pésima base filosófica, se mantiene –como señala la Notificación referida al P. Vidal– alejada de la Biblia, rompe con la Tradición de la moral católica, y contraría con frecuencia las enseñanzas del Magisterio apostólico. Costará decenios, con la ayuda del Espíritu Santo, restaurar en gran parte de la Iglesia la verdadera conciencia moral católica.

Se dieron excusas acerca de la tardanza en la Notificación. Un artículo publicado en L’Osservatore Romano con tres asteriscos, A propósito de la Notificación sobre algunos escritos del P. Marciano Vidal (18-V-2001) parece salir al encuentro de estas objeciones, pues para excusar la tardanza de la Nota, insiste en la necesidad que la Iglesia tiene del paso del tiempo para llegar en ciertas doctrinas teológicas a discernimientos prudentes:

«Cabría recordar, en la historia reciente de la Iglesia, las tensiones que existieron entre algunos teólogos y el Magisterio en la década de 1950. Esas tensiones –como ha reconocido el mismo Magisterio– revelaron su fecundidad sucesivamente hasta el punto de convertirse en estímulo para el concilio Vaticano II. Admitir las tensiones no significa descuido e indiferencia. Se trata más bien de “la paciencia en la maduración” (Juan Pablo II, Donum veritatis 11), que la tierra requiere para permitir que la semilla germine y produzca nuevos frutos.

«Dejando de lado la metáfora, se reconoce la necesidad de permitir que las nuevas ideas se adecúen gradualmente al patrimonio doctrinal de la Iglesia, para abrirlo después a las riquezas insospechables que contenía dentro de sí. El Magisterio adopta prudentemente esta actitud y le concede particular relieve, porque sabe que de ese modo se alcanzan las comprensiones más profundas de la verdad para el mayor bien de los fieles. Es la actitud de Juan Pablo II cuando, en la encíclica citada, se abstiene de “imponer a los fieles ningún sistema teológico particular” (Veritatis splendor 29). Llegará la hora de la poda y del discernimiento, pero nunca antes de que surja y se abra lo que está germinando».

A estas consideraciones, que sin duda tienen mucho de verdad, cabe, sin embargo, responder que los errores de Marciano Vidal no eran tan nuevos como para que necesitaran largo tiempo de discernimiento, pues en realidad eran muy antiguos en el campo del protestantismo liberal y del modernismo, así como en otros moralistas católicos. La novedad de las tesis erróneas de Vidal en muchos casos afectaba más bien a ciertas formas verbales, y al hecho de que, no siendo católicas, fueran enseñadas en el campo católico.

Por otra parte, los errores de su moral fundamental eran tan graves, y tan pésimas sus consecuencias doctrinales concretas, que de su tolerancia no cabía esperar ninguna «adecuación gradual» al patrimonio doctrinal de la Iglesia, sino más bien una radicalización creciente en su error, como efectivamente sucedió.

La Notificación crítica se produce muy débilmente. –La Congregación declara únicamente que esos tres textos analizados, y concretamente la Moral de Actitudes, «no pueden ser utilizados para la formación teológica», se entiende, como manuales. ¿Pero admiten una difusión normal en el pueblo cristiano? –La Notificación dice que «confía en que, mediante su colaboración [la del profesor Vidal] con la Comisión Doctrinal de la Conferencia Episcopal Española, se llegue a un manual apto para la formación de los estudiantes de teología moral». Tarea manifiestamente imposible –así lo entendimos muchos–, que nunca se pudo cumplir.

Es lógico. Su obra era absolutamente irrecuperable. No se trataba de modificar en ella unos cuantos párrafos contrarios a la doctrina católica. Tendría Vidal que reconstruir todo el edificio mental de su teología moral, desde sus cimientos filosóficos, antropológicos, bíblicos, teológicos y su relación al Magisterio. Tarea que para él era imposible. Y ad impossibilia nemo tenetur. Nadie está obligado a hacer lo que no puede. De hecho, un año más tarde, después de haber dialogado con la citada Comisión, Marciano Vidal declaraba: «Se me pedía que si quería hacer una nueva edición de Moral de Actitudes tendría que ponerme en relación con la Comisión de la Doctrina de la Fe de la Conferencia Episcopal Española. Mantenido ese diálogo, he decidido no hacer nueva edición».

–La Congregación proscribe en la Notificación tres de las obras principales del profesor Vidal, aunque no obliga a retirarlas del mercado, ni aparta al autor de su enseñanza en Comillas. Nada dice tampoco de las otras treinta o cincuenta obras más que el mismo autor, antes y después de dicha Notificación, publica y difunde ampliamente. En ellas se aplican a temas más concretos –frecuentemente a la moral de la sexualidad– los principios gravemente erróneos de esa moral fundamental reprobada.

La revista Católicos (21-V-2001), de grata memoria, informaba que el P. Marciano Vidal, días después de la Notificación, se había confirmado en sus posiciones en dos conferencias dadas en Madrid, organizadas por un departamento de la CONFER (Conferencia Española de Religiosos). Y acompañaba la noticia con un artículo de su director, Santiago Martín, titulada con toda razón ¿Tomadura de pelo?

Esto nos hace recordar aquello del P. Castellani sobre Teilhard de Chardin (post 27): Nos toman por memos.

José María Iraburu, sacerdote

fonte.reforma o apostasía