La Sagrada Eucaristía corona todos los dones del Sagrado Corazón de Jesús a los hombres; por eso la Iglesia nos invita hoy, después de la Octava del Corpus Christi, a considerar el amor del Corazón de Cristo, fuente y motivo de todo don.
En efecto, la Fiesta del Sagrado Corazón de Cristo es la fiesta de su amor hacia nosotros: He aquí el Corazón que tanto ha amado a los hombres, dijo a Santa Margarita María.
La Iglesia, en la Santa Liturgia, nos muestra que, en el Corazón de Cristo, herido por nuestros pecados, Dios se ha dignado misericordiosamente darnos infinitos tesoros de amor, como dice la Colecta de la Misa.
Los textos litúrgicos de hoy son como una reseña de los inmensos beneficios que se derivan del amor de Cristo y un himno de alabanza a su amor.
Cogitationes Cordis ejus, canta el Introito de la Misa…
Los designios de su Corazón permanecen de generación en generación; arrebatan las almas a la muerte y las alimentan en tiempo de carestía.
El Corazón de Jesús anda siempre en busca de almas que salvar, que soltar de los lazos del pecado, que lavar con su Sangre y que alimentar con su Cuerpo.
El Corazón de Jesús está siempre vivo en la Eucaristía, para saciar el hambre de los que le ansían, para acoger y consolar a cuantos, abatidos por las amarguras de la vida, se refugian en Él en busca de paz y alivio.
Y Jesús mismo nos sostiene en las asperezas del camino: Cargad sobre vosotros mi yugo y aprended de Mí, que soy manso y humilde de corazón, y hallareis descanso para vuestras almas.
Es cierto que es imposible eliminar el dolor de la vida; pero, en cambio es posible, a quien vive por Jesús, sufrir en paz y encontrar en su Corazón el reposo del alma cansada. Sigue leyendo
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La primera es la posibilidad de vivir
nuestra vocación fundamental: la santidad, que consiste en un amor
apasionado a Dios y un amor de entrega al prójimo. “Del Corazón del Redentor, de
su costado traspasado nació la Iglesia, que se renueva incesantemente mediante
los sacramentos. Procurad alimentaros espiritualmente con la oración y con una
intensa vida sacramental; profundizad en el conocimiento personal de Cristo y
tended con todas las fuerzas a la santidad, el "alto grado de la vida
cristiana"” (Benedicto
XVI, Discurso a una peregrinación de la diócesis de Verona,
4-junio-2005).
Devoción al Corazón de Cristo (I)
Deberíamos plantearnos hoy una serie de preguntas que nos ayuden a
comprender y vivir mejor esta devoción absolutamente cristológica y de raigambre
teologal. Y las preguntas, que luego iremos respondiendo para recibir luz, serán
cinco:
¿Por qué hay una urgencia en la Iglesia para revitalizar la verdadera
devoción al Corazón de Cristo?
¿Cuál es el núcleo de la devoción al Corazón de Jesús?
¿Qué valores encierra esta devoción?
¿Cuáles son las aplicaciones prácticas de esta devoción?
¿Cómo vivir esta devoción?
Primera pregunta: ¿Por qué hay una urgencia en la Iglesia
para revitalizar la verdadera devoción al Corazón de Cristo?
Aunque esta devoción ha pasado por alguna que otra crisis cuando se
confundió con una devoción más, mezclada con aspectos excesivamente
sentimentales, y vinculando esta devoción a una imagen concreta, una
iconografía, que poco reflejaba su contenido profundo, hoy es urgente recuperar
el contenido preciso, exacto, evangélico, espiritual y social que tiene el culto
al Corazón de Jesucristo.
Y es que “sigue siendo siempre actual la tarea de los cristianos de
continuar profundizando en su relación con el Corazón de Jesús para reavivar en
sí mismos la fe en el amor salvífico de Dios, acogiéndolo cada vez mejor en su
vida” (Benedicto
XVI, Carta al Prepósito General de la Compañía de Jesús con motivo del 50º
aniversario de la Encíclica Hauretis aquas, 15-mayo-2006). En la medida en que revitalicemos esta
devoción al Corazón de Cristo, reavivaremos nuestra fe –tantas veces
lánguida, mortecina, medio apagada por tantos combates y tantos cansancios, tan
atacada y denostada- en el amor
salvífico de Dios: reavivaremos nuestra fe sabiéndonos profundamente amados
por Dios, acogidos por Dios, y recibiendo su Amor en nuestras vidas,
transformando la existencia, dejándonos inundar por la corriente vivificadora de
su Amor. ¡¡Sólo el Amor de Dios puede transformar el corazón, cambiar nuestro
corazón de piedra, incapaz de amar, en un corazón de carne, como el de
Jesucristo!!
La segunda pregunta: ¿Cuál es el núcleo de la devoción al Corazón de Jesús?
Devoción al Corazón de Cristo (y II)
Vayamos a la cuarta
pregunta: ¿Cuáles son las aplicaciones prácticas de la devoción al Corazón de
Jesús?
La segunda aplicación espiritual que luego resulta ser muy práctica y
cotidiana es la siguiente: si sabemos que somos de verdad amados por Dios en el
Corazón de Cristo, nada nos puede faltar. Vivamos, pues, sin sobresaltos, ni
agobios, ni angustias: su amor no nos va a fallar, y su Providencia rige
amorosamente nuestras vidas. Esta aplicación, pues, tiene un nombre: abandono confiado en el Amor de Dios.
¡¡Él proveerá lo que es mejor para nosotros porque nos ama!!
Señalemos una tercera aplicación: si el Amor de Dios es inmenso, y nos lo
ha manifestado en Cristo Jesús, “nuestra paz será hacer su voluntad”. Vivir por amor la voluntad concreta de
Dios, sea la que sea, se exprese de la forma en que se quiera expresar:
vivir y hacer la voluntad de Dios, porque es para nuestro bien. Porque nos ama,
queremos lo que él quiera, amamos lo que Él desee, no como una imposición
externa, sino que, por ese amor, nuestra voluntad se une a la suya queriendo lo
mismo. ¿Qué dice el Corazón de Jesús? “Mi
alimento es hacer la voluntad del Padre” (Jn 4,34).
La última pregunta es más fácil y breve de
responder: ¿Cómo vivir esta devoción? ¿Cuáles son las prácticas de esta
devoción?