quinta-feira, 7 de agosto de 2014

LA SUPRESIÓN DEL SACRIFICIO PERPETUO. LOS ENEMIGOS DEL SANTO SACRIFICIO DE LA MISA

 

LA SUPRESIÓN DEL SACRIFICIO PERPETUO

El culto de Dios dejará de ser celebrado, al menos públicamente… En una palabra: El Sacrificio de nuestros altares será proscrito, en esos terribles días; en todas partes será prohibido, salvo lo que se pueda hacer en la sombra subterránea de las catacumbas… O sea, algo similar a lo que les sucedía a los primeros cristianos en tiempo de persecuciones… (Cardenal Billot en “La Parusía”)
VISTO EM
“SATANÁS LOGRÓ QUE QUEDARA SUPRIMIDO LEGALMENTE EL SANTO SACRIFICO PERPETUO” (cita del autor del artículo)
Artículo de FIRMES EN LA FE
Firmado por Tomás Tello. Visto en el blog MISSA GREGORIANA EN PORTUGAL.
Pretendo al ofrecer esta lectura que ayude a aumentar nuestro conocimiento sobre la materia. Sin que esto signifique, tanto al leerlo como al publicarlo, aceptar todos los extremos del artículo.
LA SUPRESIÓN DEL SACRIFICIO PERPETUO fue para mí una revelación sorprendente, dada la presente situación eclesial, cuando leí, por primera vez, el comentario del Card. Billot, s.j ., a los versículos de Daniel, que hacen referencia a la supresión del Sacrificio perpetuo. Era citado en la obrita de Gabrielle RochonL’INFAME TRAHISON” (Montréal, 1980, págs. 22-25). Posteriormente, lo volví a leer en su contexto de la Obra completa del Card. Billot “LA PARUSÍA”, publicada en EINSICHT, en noviembre de 1987.
A partir de aquel momento quedó perfectamente claro, con un golpe de luz deslumbradora, aquel versículo de San Mateo (24,15):
“Cuando veáis puesta en el lugar santo la Abominación de la Desolación, la anunciada por el proteta Daniel (el que lea entienda)”. O el paralelo de San Marcos: ”Cuando veáis la Abominación desoladora, puesta donde no debiera estar (el que lea entienda)” (13,14).
Los comentarios que conozco las aplican a la destrucción de Jerusalén y a la profanación del templo.
Debido a la impresión que me causó el Comentario del Card. Billot, por encajar tan bien en las presentes circunstancias, intenté remontar la corriente de la Tradición, para ver lo que la misma nos dice sobre el tema, ya que el Card. Billot no aporta citas, ni hace alusión alguna a la Tradición.
Cristo nos dice que el que lea entienda; esto es, que debemos esforzarnos en penetrar su sentido. Con esto se nos avisa que, contra todas las apariencias, el sentido no debe ser tan somero, ni tan obvio, como el que nos ofrecen comunmente los comentaristas. Cristo nos remite al profeta Daniel. Se impone el deber de consultarlo. Cuando Cristo lo cita, es porque indudablemente nos dará la clave para su comprensión. Esto es lo que hace el Card. Billot, en su Comentario.
En efecto, Daniel pone en íntima conexión, en varios pasajes, la Supresión del Sacrficio perpetuo con la instalación de la Abominación de la Desolaclon. Vease, ademas de la cita introductoria, Dan. 9,27 y 12,11. Sólo en el cap. 8 se habla de la supresión del Sacrificio cotidiano, sin hacer mención expresa de la Abominación de la Desolación:
“Y creció hasta el mismo Jefe del Ejército y fue por él suprimido el Sacriticio cotidiano y derribado el lugar del Santuario” (Dan. 8,11).
Aquí tenemos los datos del profeta Daniel, al que CrIsto nos remite.
Los comentaristas que he leído, refieren esto exclusivamente a la persecución de Antioco y a la colocación de la estatua de Júpiter Olímpico en el Santuario, o a la profanación de Jerusalén por las tropas romanas, sin referirse a su significado profundo, pero los sucesos del Antiguo Testamento eran sólo “Umbra futurorum”, como nos dice San Pablo; o sea, imagen, figura o símbolo de una realidad mesiánica futura.
Según se puede deducir de los lugares del Antiguo Testamento, donde se habla de la Abominación de la Desolación (por ejemplo, I Mac. 1,47; 50, 57 y II Mac. c. 6), la Abominación de la Desolación no es otra cosa que la sustitución del verdadero culto de Dios por un culto falso, ofrecido a los ídolos, o la profanación del lugar sagrado. De ahí, la íntima relación entre la supresión del Sacrificio perpetuo y la Abominación de la Desolación.
Esto quiere decir que, al aplicar Cristo a una profecía suya, la profecía de Daniel, la supresión del Sacrificio perpetuo (o lo que es igual la supresión del Santo Sacrificio de la Misa) estaba ya evidentemente profetizada en el Antiguo Testamento; pues, el único Sacrificio Perpetuo, a partir del Sacrificio del Calvario, cuando quedó abolida la antigua alianza y establecida la nueva y eterna, es el SACRIFICIO DE LA MISA. No hay otro. Todo esto lo explica y aplica muy acertada y exactamente el Card. Billot, en su citada obra.
Conclusión. Abominación de la Desolación es igual a la supresión del verdadero culto de Dios, a la supresión del Sacrificio perpetuo. Es así que el único Sacrificio perpetuo, cuando Jerusalén fue tomada por las tropas romanas y fue destruido el templo, era el Sacrificio de la MISA, luego lo que se profetizó es que la MISA, la OBLATIO MUNDA, que le sería ofrecida a Dios, desde la salida del sol hasta el ocaso, habría de ser abolida. Esto es lo que sucedió con la promulgación del Novus Ordo Missae (N. O. M.).
Esto es lo que consta en la Sagrada Escritura. Pero es preciso bucear en la Tradición para ver como interpreta esta profecía.
Es una lástima que el Card. Billot no cite la Tradición. Gabrielle Rochon apostilla así a las conclusiones del Card. Billot: “Explicaciones enteramente de acuerdo con los Santos Padres de la Iglesia y toda la tradición apostólica de la Santa Iglesia Romana” (p. 22). Pero no aduce ningún testimonio de la misma. Yo estaba persuadido de que la exégesis del Card. Billot se tendría que basar en la Tradición pero, ¿en qué grado?
Procuré rellenar la laguna dejada por el Card. Billot. Era consciente de las dificultades que la empresa entrañaba para mí, por no ser especialista en la materia, por mis ocupaciones profesionales y por no tener cómodo acceso a las fuentes desde el medio en que se desenvuelve mi vida. Sin embargo, esta idea obsesiva me hacía no cejar en el empeño. El primer material testimonial al respecto, me llegó a través de la Revista EINSICHT. Era una cita de San Alfonso María de Ligorio, cuyo tenor es:
“Satanás suprimirá el Sacrificio de la Misa, y eso se llevará acabo a causa de la falta de fe de los hombres” (“Zerstorung der HI. Messe in N. 0. M.”, de Visser, Einsicht, febrero 1985).
Posteriormente, leí otro testimonio, citado por el abate Zins, de San Jerónimo:
“El Anticristo abolirá el ejercicio público del único verdadero Sacrificio del altar” (V. S. Jer. “in Danielem 12,11. SUB TUUM PRAESIDIUM, nº 3, 2º Trim. 1986, p. 34).
Esto era ya sumergirse en las fuentes de la Tradición, en la Patristica. Pero… tenían que existir más. La expectativa quedó satisfecha, al adquirir la obra del Padre Antonio Orbe, s.j., “La Teología de San Ireneo” (B. A. C., Madrid, 1988).
Por esta obra, me he podido enterar que San Ireneo, testigo casi de primera mano de la Tradición Apostólica, afirma que el Santo Sacrificio de la Nueva Alianza será desterrado por obra del Anticristo.
“Deinde et tempus tyrannidis ejus significat, in quo tempore fugabuntur sancti qui purum sacrificium offerunt Deo.” O sea: “Más tarde indica el tiempo de su tiranía, cuando serán perseguidos los santos que ofrecen a Dios el sacrificio puro” (1. V, 25,4).
Oigamos los comentarios del P. Orbe “En ese tiempo los santos serán perseguidos y desterrado el sacrificio puro a Dios“. “Está claro -dice- lo que Ireneo entiende por la persecución y fuga de los santos «qui purum sacrificium offerunt Deo». Cesará con el Anticristo el Sacrificio Puro, la Eucaristía dilatada por todo el mundo entre las gentes para glorificar el nombre del Dios Creador…. La Eucaristía será, según Daniel (9,27), eliminada durante los tres años y medio de tirania. Contra ella se cebará singularmente el odio del Anticristo por ser el sacrificio más fructuoso para el hombre…” (O.c. III, p. 45-48).
El mismo autor apoya su interpretación, citando a otros Padres. San Hipólito:
“Sobrevenido él, desaparecerá el sacrificio y la libación que, ahora, en todas partes es ofrecida a Dios por las gentes.” (“De Antichristo”, 64 initio; y, sobre todo, “In Danielem”, IV, 49,3). Citado el en la pág. 49.
Y del Pseudo-Hipólito dice que, en su obra “De consummatione mundi” (c. 34}, se hace eco, de manera ingenua, de la Eucaristía ausente en los días del Anticristo (p. 48).
Riquísima información que confirma la exactitud de la exégesis del Card. Billot. No obstante, seguí indagando, por si encontraba algo más y efectivamente, leyendo el Comentario “In Danielem” de Teodoreto de Ciro, encontré este elocuente e inequívoco testimonio de la Tradición:
“Abominationem autem desolationis vocat Antichristum, mutationem continuitatis ecclesiastici cultus, ordinem ab illius infamia et rabie dissipatum et ABOLITUM.” (Theodoretus de Cyro, “In Danielem”, Oratio X, circa finem.) “Llama Abominación de la Desolación al Anticristo, al cambio o alteración de la continuidad del culto eclesiástico, y al orden interrumpido y ABOLIDO por su perversidad y furor”.
Según lo interpreta Teodoreto se puede aplicar a la ruina de toda la estructura eclesial, llevada a cabo por Pablo VI, haciendo auténticas mutaciones en la Misa y en la Liturgia sacramental.
Vemos, pues, que la Tradición autoriza plenamente la exacta y clarividente exégesis del Card. Billot. “El culto de Dios -dice- dejará de ser celebrado, al menos públicamente… En una palabra: El Sacrificio de nuestros altares será proscrito, en esos terribles días; en todas partes será prohibido, salvo lo que se pueda hacer en la sombra subterránea de las catacumbas… O sea, algo similar a lo que les sucedía a los primeros cristianos en tiempo de persecuciones, o a lo que ha estado sucediendo tras el telón de acero, por ejemplo, en la Iglesia clandestina en Checoslovaquia.
Discrepo en cuanto al modo concreto como concibe el Card. Billot en que se llevaría a cabo la supresión del Sacrificio perpetuo. Está visto que las profecías, antes de su cumplimiento, son todas equívocas, según proclamó Pascal.
En cambio, hay testigos de la Tradición que sorprenden por hacer uso, para expresar el hecho de la desaparición del Sacrificio perpetuo, de un verbo de valor estrictamente jurídico: ABOLIR. Así San Jerónimo y Teodoreto. Ese es el verbo que ofrecen en su traducción española, Bover-Cantera y Ediciones Paulinas, en los versículos de Dan. 11,31 y 12,11; así como la Biblia de Jerusalén, en el versículo 11,31:
Abolirán el Sacrificio cotidiano…
He aquí, como se expresa la versión de los Setenta, en el versículo 31, del capítulo 11: “Kai metastésousin ton endelejismon”. El verbo I’methistemi” significa, entre otras cosas, cambiar, sustituir, mudar, transformar; los cuales, más que un simple abolir, derogar o abrogar, connotan algo más, se trata más bien de OBROGARE, en latín, que significa derogar o anular una ley, sustituyéndola por otra. Obrogare, según la definición de los juristas romanos, “est legis prioris infirmandae causa, legem aliam ferre“, o sea, consiste en promulgar una ley para anular otra anterior. Esto es, en realidad, lo que se ha conseguido con la promulgación del N. O. M.
De todos modos, una palabra clave, para entender el modo de llevarse a cabo la supresión del SACRIFICIO PERPETUO, es un verbo que tenga sentido jurídico, ya que abolir, derogar, abrogar u Obrogar , o sea suprimir legalmente, sólo lo puede hacer el Legislador. Otro procedimiento sería obrar contra Derecho y no dejaría de tener sus oponentes encarnizados que, pública o clandestinamente, se alzarían en contra de la intromisión injusta del tirano, como sucedió durante la dura época de las persecuciones primitivas y en todas las demás que ha habido a lo largo de la historia. De este modo no cesaría la celebración del Sacrificio Perpetuo; en tanto que la profecía de Daniel da por suprimido el Sacrificio Perpetuo.
Veamos. Resulta que la supresión del Santo Sacrificio Perpetuo -el Rito canonizado por un Concilio y un Papa, que lo fijó a perpetuidad bajo terribles anatemas- quedó oficialmente decretada el día en que se promulgó la CONSTITUCION APOSTOLICA “MISSALE ROMANUM” por Pablo VI, el día del Jueves Santo -justamente- 3 de abril de 1969.
Sí, así de una manera tan simple y tan poco estridente, logró Satanás que quedara suprimido “LEGALMENTE” el Santo Sacrificio Perpetuo. A esta supresión se plegaron, de momento, más del 90% de los sacerdotes. En la actualidad, no quedará ya ni siquiera el 1% que celebre el auténtico Sacrificio Perpetuo de la Nueva Alianza.
Para comprender la eficacia absoluta de esta abolición hay que fijarse en el caso de los 6.000 sacerdotes españoles -un 25 % aproximadamente de los sacerdotes de entonces- de la Hermandad Sacerdotal Española de San Antonio María Claret, que en carta, dirigida a BUGNINI, se negaban a celebrar seún el nuevo rito del N. O. M., con estas palabras: “Nosotros sacerdotes católicos no podemos celebrar una misa, de la cual M. Thurian de Taizé ha declarado que podía celebrarla sin dejar de ser protestante. LA HEREJIA NO PUEDE SER JAMÁS MATERIA DE OBEDIENCIA (subrayado mío). Pero esta actitud se quedó en agua de borrajas. Bastó que alguien les insinuara que se trataba de una ley proclamada por el Papa, y que si no celebraban según el nuevo ríto, desobedecerían al Santo Padre, para que la fortaleza de los santos quedara quebrantada (Dan. 12,7), para que toda su enérgica voluntad de oposición a la herejía se enervara y quedara deshecha cual terrón de azúcar en agua hirviente.
¡Qué fácil lo sabe hacer Satanás y cómo cumplió perfectamente la profecía de Daniel! Se alzaron los sacerdotes españoles contra Bugnini, pero se plegaron ante la ley del presunto legislador. Eficacia suma.
Aquí, en la destrucción de las estructuras multiseculares de la Iglesia, llevada a cabo por el Vaticano II y por los “papas”, a partir de Juan XXIII, manifestó el Anticristo su vigorosa potencia, realizando destrucciones prodigiosas, con toda prosperidad, exterminando a los fuertes y al pueblo de los Santos, verificando la aniquilación con en tal suavidad que no se advierte (Conf. Dan. 8, 25-26; Ap. 13,7).
Si bien la supresión o derogación del Sacrificio Perpetuo y de todo el Orden eclesiástico carece de legitimidad, sin embargo, tiene visos de legalidad y cubre todas las apariencias. Es la jugada maestra de Satanás, que no realiza por sí, dírectamente, como creía San Alfonso María de Ligorio, ni tampoco el Anticristo, como pensaba San Jerónimo. Satanás se valió para ello de la segunda Bestia, que con aspecto de cordero habla el lenguaje del Dragón (Ap. c. 13).
Repito que es la obra maestra de Satanás, astucia insuperable, capaz de engañar -si ello fuera posible- incluso a los mismos elegidos (Mat. 24,24).
Parece ser que Daniel y San Juan se quedaron cortos en la expresión de la trágica realidad que intentaban pintarnos y no por otro motivo, sino por las deficiencias del lenguaje humano. Por eso, tuvieron que echar mano de esas macabras visiones, con el fin de impresionar nuestra imaginación. Son imágenes espantosas, terroríficas, en su expresión lingüística; pero quedan sobrepujadas por la profunda realidad. La realidad es mucho más desgarradora; sólo que al ser de orden espirítual, la humanidad no se percata de la misma. Eso es lo malo; lo verdaderamente terrorífico, que tendría que provocar lamentos más desgarradores, que los que le inspiraron a Jeremías la ruina de
Jerusalén.
¿Es posible que esto no lo vea el 99% de la Humanidad? Por eso, pudo interrogarse, con razón, el divino Maestro:
“¿Cuando venga el Hijo del Hombre, acaso encontrará la Fe en la tierra?”
Subrayo el artículo, pues -no sé por qué- las versiones en lengua vulgar suprimen dicho artículo, que consta en el original griego. Se trata de la Fe objetiva, la cual quedaría como eclipsada (“La Iglesia quedará en tinieblas“, se nos anuncia en el mensaje de la Salette), aun en aquellos que subjetivamente no la hayan perdido, sin saber en muchos puntos a qué atenerse, llenos de confusión y turbación, como se puede observar en los diversos grupos “tradicionalistas“. Sucede como durante la Pasión de Cristo, en que se produjo la desbandada.
¿Qué explicación se podría dar a esta ceguera espiritual? Indudablemente, una de orden sobrenatural, de castigo por nuestros pecados, por falta de AMOR DE LA VERDAD, que nos podría salvar (Tes. II, 2, 10).
Esta ceguera, tiene, además, una base psicológica, en combinación con los misteriosos y adorables designios divinos, que sería interesante investigar.
Ya dijo Pascal que, en las cosas de Dios, hay luz suficiente para los que no desean sino ver; así como también la suficiente oscuridad para los que tienen la disposición contraria. De este modo, no se pierde el mérito de ver, ni la responsabilidad del rechazo.
Ese lado oscuro lo es mucho más, cuando se trata de profecías antes de cumplirse. “Las profecías son equívocas; sólo después de su cumplimiento desaparece la ambigüedad” (Pascal) .Pero sólo hasta cierto punto -añado yo-. El lado oscuro permanece, según el principio de Pascal, enunciado más arriba.
Pero, al intentar dilucidar esto, tengo que terminar aquí el presente artículo, ya que ello ofrece materia para otro.
Tomás Tello
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  • Publicado en el nº 109 de la revista “ROMA“, pag. 47, con el título: “La abominación de la desolación“. (volver)
  • Nota de la Redacción: En el número 108 de ROMA se puede ver como Pablo VI el 21 de noviembre de 1964, aprobó documentos del Concilio (Lumen Gentium y Unitatis Redintegratio) que contradicen el dogma de fe que fuera de la Iglesia no hay salvación (Extra Ecclesiam nulla salus). Así mismo el mismo día “aprobó” otro documento (Orientalium Ecclesiarum) que permite dar los Sacramentos incluso la Sagrada Eucaristía a cismáticos y aun a herejes y recibirlos de ellos, contradiciendo la Tradición inveterada, al Concilio de Florencia en definición solemne, al Canon 731.2 del Derecho Canónico. (volver)
    fonte:http://firmesenlafe.com.ar/inicio/supresion-sacrificio.html

LOS ENEMIGOS DEL SANTO SACRIFICIO DE LA MISA




El encarnizamiento con que el demonio ha tratado en todos los tiempos de atacar al Santo Sacrificio de la Misa es una prueba de cuán sagrado e importante debe ser, y al mismo tiempo, cuán terrible para él.


En el decurso de los diez primeros siglos de cristianismo, cuando la Iglesia de veía combatida por innumerables herejes, nadie hubo tan osado que llegara a atacar el Augusto Sacrificio. Necesitábase para ello un gran avance en la perversidad, una audacia verdaderamente infernal.


Ello no se verificó hasta el siglo once; pero debemos hacer notar que apenas hubo Berenguer de Tours proferido sus blasfemias, el mundo tembló de espanto y le gritó con indignación: “Eres piedra de escándalo de los fieles“, ya que más de cinco Concilios le habían anatematizado, hasta que, por un milagro de la misericordia divina, Berenguer abjuró de sus errores y habiendo hecho penitencia por ellos falleció confesando la verdadera doctrina (1088).


Pero la simiente por él sembrada no desapareció con él, sino fructificó por desgracia algunos años más tarde en los albigenses. Esta secta diabólica declaró ilícito el matrimonio, permitió la impureza, arguyó violentamente contra la Misa privada, que así llamábase vulgarmente la Misa rezada, y llegó a tan alto grado su encono que condenaron a terribles penas a los fieles que a ella asistían; penas que no llegaban ni en mucho a las horrorosas que imponía a los sacerdotes que tenían la audacia de celebrar los sagrados misterios.


A más de los albigenses, los enemigos más encarnizados que ha tenido la Misa han sido indudablemente los reformadores del siglo décimo sexto (XVI), ya que el propio Lutero confiesa el hecho de haber sido inspirado por Satán para abolir la Santa Misa, como acto de idolatría y que había obrado de tal suerte no ignorando que el diablo aborrecía todo lo bueno; más aún, que sus enseñanzas eran todas falsas.


Si la inteligencia de Lutero no hubiese sido ofuscada por completo por los espíritus infernales, habría a lo menos raciocinado de esta suerte: Satanás pretende que la Santa Misa es un acto de idolatría: si esto fuese así, ¿porqué quiere abolirla cuando en alabarla y fomentarla daría con el medio de insultar más despiadadamente al Altísimo?


Ahora bien; Satán ha privado del Santo Sacrificio de la Misa a todas las sectas luteranas, causándoles con ello el perjuicio más funesto y les ha imbuido de tal manera su propio odio contra este santo misterio que han llegado a proferir la terrible blasfemia de que “la Misa es una abominable idolatría”, como se lee en el catecismo de los calvinistas de Heidelberg.


¡Pobres insentatos! ¿Cómo pueden admitir, entonces que se haya salvado una sola alma desde Jesucristo? Todos los apóstoles y los sacerdotes, todos, han celebrado el Santo Sacrificio de la Misa: los mártires y los confesores han asistido a ella con ejemplar devoción; ¿acusarán acaso de idolatría a todo ese ejército de Cristo haciéndole, por consiguiente, digno del infierno? La razón natural se resiste a suponerlo.


¡Ah! Cuánto más consolador es escuchar a San Fulgencio cuando dice: “Creo sin la menor sombra de duda que el hijo unigénito de Dios hecho hombre por nosotros, se ha ofrecido sin cesar, en fe y en caridad, el sacrificio del pan y del vino“. Guardémonos bien de que no acontezca lo que a los herejes, a quinenes Satanás ha privado de la Santa Misa. No pudiendo arrebatárnosla enteramente se esfuerza en hacernos desconocer el valor sin fin del Santo Sacrificio para que no lo estimemos como es debido, haciéndonos negligentes a fin de que no podamos obtener los frutos abundantes de gracia que de la Misa debemos lucrar.

Pbtro.Martin Cochem O.F.M. (1625-1712)