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La Liturgia, expresión sublime de la Gloria de Dios
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El  Arzobispo Raymond Burke, Prefecto de la Signatura Apostólica, celebró el  pasado 11 de julio una Solemne Misa Pontifical en la Iglesia de los  Santos Pedro y Pablo, en el marco de una conferencia litúrgica en  Irlanda. El blog The New Liturgical Movement  presenta una síntesis de la homilía.
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En un modo maravilloso, la participación  en la Santa Misa, el encuentro con Cristo Glorioso y Resucitado en el  Sacrificio Eucarístico, abre nuestros ojos para que podamos conocernos a  nosotros mismos y a nuestro prójimo por los frutos que da nuestra vida  diaria; y, por la Gracia de Dios podemos alejar de nosotros el pecado y  abrazar la obediencia de la fe con sus frutos de amor y de Vida Eterna.  La Sagrada Liturgia y, sobre todo, el Santo Sacrificio de la Misa, es la  fuente y cumbre de nuestra vida en Cristo. En la santidad de Cristo,  que encontramos en la acción de la Santa Misa, recibimos la inspiración y  la fuerza para ser santos en cada aspecto de nuestras vidas, así como  Él es santo. De modo particular, comprendemos la relación esencial de la  confesión de nuestros pecados y la recepción de la absolución en el  Sacramento de la Penitencia con nuestra participación plena en la Santa  Misa.
Uniendo  nuestros corazones al Corazón de Jesús en Su Sacrificio Eucarístico,  comprendemos el realismo de Su mandamiento con respecto a nuestra vida  cotidiana: “Por lo tanto, sed perfectos como es perfecto el Padre que  está en el cielo” (Mt 5,48). La participación en la celebración de la  Santa Misa abre nuestras mentes y corazones para reconocer el gran  Misterio de la Fe, hecho presente en cada celebración de la Santa Misa.  Nuestro Santo Padre, el Papa Benedicto XVI, con su Carta Apostólica  Summorum Pontificum, promulgada hace tres años, el 7 de julio del 2007,  ha deseado que las dos expresiones del único Rito Romano en la Iglesia,  es decir, el Misal Romano del Beato Juan XXIII y el Misal Romano del  Siervo de Dios Pablo VI, se enriquezcan mutuamente en vistas a una mayor  santidad de vida entre los fieles, y con el objetivo de atraer a Cristo  a aquellos que aún no creen en Él. La gloriosa presencia de Cristo con  nosotros en la Iglesia aparece más plenamente en la Sagrada Liturgia y,  sobre todo, en el Santo Sacrificio de la Misa.
En su Carta a los Obispos cuando la  promulgación de Summorum Pontificum, el Papa Benedicto XVI subraya la  unidad orgánica de las dos expresiones del Rito Romano con estas  palabras:
“No  hay ninguna contradicción entre una y otra edición del Misal Romano. En  la historia de la Liturgia hay crecimiento y progreso pero ninguna  ruptura. Lo que para las generaciones anteriores era sagrado, también  para nosotros permanece sagrado y grande y no puede ser abruptamente  prohibido o incluso considerado perjudicial. Nos hace bien a todos  conservar las riquezas que han crecido en la fe y en la oración de la  Iglesia y darles el justo puesto”.
Al establecer la edición de 1962 del Misal Romano como la Forma Extraordinaria de la Santa Misa del Rito Romano, el Santo Padre ha deseado que todos nosotros lleguemos a comprender más completamente el único Misterio de la Fe, el Cuerpo y la Sangre de Cristo, el Pan Celestial, hecho presente en la Consagración en cada celebración válida de la Santa Misa.
¡Cuán oportuna es la reforma de la  Sagrada Liturgia la que nuestro Santo Padre nos está guiando y  dirigiendo! Vivimos en un era que cada vez m´s olvida a Dios y Su plan  para nuestra libertad, para nuestra salvación eterna. Vivimos en una era  en la que muchos ya no son capaces de distinguir los buenos frutos de  una ida santa de los malos frutos nacidos de la esclavitud del pecado.  La confusión y el error están tan presentes que han incluso entrado en  la vida de la Iglesia y amenazaron la expresión más sublime y perfecta  de su vida: la Sagrada Liturgia, el culto público a Dios. La situación  era tan grave ya en 1972 que el Siervo de Dios Pablo VI, en su homilía  para la Solemnidad de los Santo Pedro y Pablo llegó a declarar que  sentía que “a través de una rendija el humo de Satanás ha entrado en  el templo de Dios”. La reforma de la Sagrada Liturgia, especialmente a  través del mutuo enriquecimiento de la celebración de las dos formas del  Rito Romano, purificará nuestro culto de todo lo que sea indigno, de  todo lo que sea culto a nosotros mismos en lugar de culto a Dios, y  dará, por tanto, frutos de una mayor santidad de vida. La Sagrada  Liturgia no sólo nos conducirá a valorar la santidad de vida en Cristo,  sino que también abrirá nuestros ojos para que abracemos el buen fruto  que nos lleva a la vida y al amor, y para que rechacemos el fruto malo  que nace del pecado y nos conduce a la muerte.
Mientras estudiamos estos días las  enseñanzas del Papa Benedicto XVI sobre la música sacra, ofrezcamos  nuestras fervientes plegarias de acción de gracias por el fiel, valiente  e incansable ejercicio de su oficio de Vicario de Cristo en la tierra  de nuestro Santo Padre. Demos gracias a Dios, de modo especial, por todo  lo que el Santo Padre ha hecho para promover la belleza de la Sagrada  Liturgia y la reverencia con la que celebramos el Misterio de la Fe. En  estos días, cuando los enemigos de la Iglesia atacan tan ferozmente a la  persona del Santo Padre, oremos con las palabras de la oración  tradicional por el Romano Pontífice: “Que el Señor lo proteja, preserve  su vida, lo bendiga en la tierra y lo defienda de sus enemigos”.  Seguramente vuestra participación en la Solemne Misa Pontifical es una  expresión de la unidad de mente y corazón con el Romano Pontífice en su  principal tarea pastoral, en la más alta expresión de su caridad, es  decir, en la promoción de la celebración digna de la Sagrada Liturgia.
Vuestra apreciación de la  belleza ricamente articulada de la Forma Extraordinaria del Rito Romano  es, en definitiva, una expresión de vuestra atracción hacia la  incomparable belleza de la acción de Cristo, nuestro Señor, en el  Sacrificio Eucarístico, que hace siempre presente para nosotros la  donación de Su Vida en el Calvario. Recordamos las palabras de nuestro  Santo Padre acerca de la belleza de la Sagrada Liturgia. El Papa  Benedicto nos recordó que “la verdadera belleza es el Amor de Dios,  revelado definitivamente a nosotros en el Misterio Pascual” y que “la  belleza de la Liturgia es parte de este misterio, es una expresión  sublime de la Gloria de Dios y, en cierto sentido, es un vislumbre del  Cielo en la tierra”. Oremos, de modo especial, para que nuestra  participación en la Santa Misa de hoy profundice nuestro maravillarnos  ante la incomparable belleza del Amor de Dios para con nosotros en  Jesucristo, expresada del modo más pleno en la Sagrada Liturgia.
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Fuente: The New Liturgical Movement
Traducción: La  Buhardilla de Jerónimo
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 inundado por um mistério de luz que é Deus   e N´Ele vi e ouvi -A ponta da lança como chama que se desprende, toca o eixo da terra, – Ela estremece: montanhas, cidades, vilas e aldeias com os seus moradores são sepultados. - O mar, os rios e as nuvens saem dos seus limites, transbordam, inundam e arrastam consigo num redemoinho, moradias e gente em número que não se pode contar , é a purificação do mundo pelo pecado em que se mergulha. - O ódio, a ambição provocam a guerra destruidora!  - Depois senti no palpitar acelerado do coração e no meu espírito o eco duma voz suave que dizia: – No tempo, uma só Fé, um só Batismo, uma só Igreja, Santa, Católica, Apostólica: - Na eternidade, o Céu!
inundado por um mistério de luz que é Deus   e N´Ele vi e ouvi -A ponta da lança como chama que se desprende, toca o eixo da terra, – Ela estremece: montanhas, cidades, vilas e aldeias com os seus moradores são sepultados. - O mar, os rios e as nuvens saem dos seus limites, transbordam, inundam e arrastam consigo num redemoinho, moradias e gente em número que não se pode contar , é a purificação do mundo pelo pecado em que se mergulha. - O ódio, a ambição provocam a guerra destruidora!  - Depois senti no palpitar acelerado do coração e no meu espírito o eco duma voz suave que dizia: – No tempo, uma só Fé, um só Batismo, uma só Igreja, Santa, Católica, Apostólica: - Na eternidade, o Céu!