quarta-feira, 12 de janeiro de 2011

“En el comienzo de una decadencia” : Europa se debilita a sí misma y así da aliento a sus enemigos. El riesgo, entonces, no es sólo perder las raíces (algo que ya está ocurriendo) sino también la identidad y la razón de ser: combatiendo ella misma una batalla contra el cristianismo, no reconoce el peligro que viene desde fuera.


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El pasado lunes se realizó en el Vaticano el tradicional encuentro del Santo Padre con el Cuerpo Diplomático acreditado ante la Santa Sede. En esta ocasión, Benedicto XVI pronunció un importante discurso en el que, con gran claridad y valentía, denunció todas las amenazas actuales contra la libertad religiosa, especialmente contra los cristianos. Marcello Pera, ex-Presidente del Senado Italiano y co-autor con Joseph Ratzinger del libro “Sin raíces”, ha concedido esta entrevista al periódico Avvenire en donde ha analizado las palabras del Papa y las actuales guerras contra el cristianismo.
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“Un discurso no diplomático a los diplomáticos”

El filósofo y ex-presidente del Senado Marcello Pera usa un juego de palabras para resumir el tono de las declaraciones de Benedicto XVI. “No contiene ni permite ambigüedades – explica – y pone un aut aut: o el Occidente se da cuenta de que están en curso dos guerras de religión contra el cristianismo y actúa en consecuencia, o el mundo occidental está perdido”.
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Una guerra que derrama sangre en países lejanos, y otra más sutil en nuestra casa…

Sutil pero no menos trágica: a dos siglos de distancia, Europa vuelve a adorar a la diosa razón y a reformar los calendarios, como en los tiempos de la Revolución francesa. Con el espejismo de la misma “liberté” de entonces, con el mismo objetivo de sustituir al cristianismo y, por desgracia, con los mismos medios. La guerra interna es más peligrosa, porque esta alimenta a la otra.
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El Papa, de hecho, denuncia cómo precisamente “los actos discriminatorios contra los cristianos son considerados menos graves” por los gobiernos.

Europa se debilita a sí misma y así da aliento a sus enemigos. El riesgo, entonces, no es sólo perder las raíces (algo que ya está ocurriendo) sino también la identidad y la razón de ser: combatiendo ella misma una batalla contra el cristianismo, no reconoce el peligro que viene desde fuera.
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En una Europa que se dice pluralista, muchas legislaciones intentan imponer “supuestos nuevos derechos” laicistas, denegando a los cristianos también la posibilidad de no adecuarse.

Benedicto XVI señala una terrible contradicción: Europa proclama la universalidad de los derechos humanos y los defiende en palabras, pero luego viola el primero de los derechos inalienables, que es precisamente el de la libertad de conciencia y religiosa.
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Europa pero también América

Ciertamente, es más, América se está convirtiendo en una gran Europa y Europa se está convirtiendo en una gran Bélgica o una gran Canadá, es decir, una tierra espiritualmente desolada. Los Estados Unidos corren nuestro mismo riesgo, si bien allí la sociedad civil resiste mejor, siente todavía la llamada de los orígenes. Pero la rápida europeízación es preocupante y todo Occidente no sólo se enfrenta a una crisis, la crisis económica que todos vemos, sino también al comienzo de una decadencia.
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Siempre en nombre de la tolerancia, muchos países destierran fiestas y símbolos cristianos, desde el Crucifijo hasta la Navidad. Por respeto a las religiones, suprimimos la nuestra… Los mismos telediarios que meses atrás dijeron “hoy para quien cree es Pascua”, dieron amplio espacio al Ramadán.

¿Lo ve? La diosa razón y la reforma de los calendarios. Pero mencionar a los otros y borrarse a sí mismos es el modo más suicida de ser tolerantes: no se dan cuenta que la tolerancia presupone al menos dos interlocutores, un nosotros y un ellos, y si se borra el nosotros, quedan sólo los otros. El año pasado, en el Cairo, Obama habló de “contribución del Islam al nacimiento de los Estados Unidos”: una bestialidad histórica privada de todo fundamento.
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El ataque a nuestros valores fundamentales y a las raíces cristianos parece provenir de varios frentes.

Viene tanto de la izquierda como de la derecha. Recuerdo sólo que un año atrás, Fini y Granata firmaron un manifiesto en el que sostenían los “orígenes paganos de Europa”.
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Hay una intolerancia que niega incluso la objeción de conciencia y la libertad de educación.

Si el laicismo es vivido como una verdadera religión, si la razón de los hombres es una diosa que lo regula todo, el médico o el docente que resiste se opone a un dogma, y por eso debe ser aniquilado. El Papa está dando voz a las minorías e infundiendo valor en todos nosotros, nos dice que la batalla se puede vencer muy bien siempre y cuando se reconozca con claridad lo que está ocurriendo, pero estoy apenado: esta claridad la encuentro en Benedicto XVI y en otros pocos personajes de la cultura, pero muy poco en la clase política y de la información.
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Fuente: Avvenire