A inicios de noviembre todas las discusiones sobre la liturgia sacramental habían concluido. Faltaban las votaciones, pero la marcha de los debates nos podía ya orientar sobre el tema. Se dibujaban seis líneas generales sobre las que iba a construirse la constitución en torno a este particular. Así las presentaba nuestro analista:
1) No tocará los aspectos dogmáticos ni jurídicos de los sacramentos, ya que esto corresponde a otros esquemas. Este estudiará sólo los aspectos pastorales y litúrgicos.
2) No deben esperarse decisiones concretas, sino más bien principios generales para cuya aplicación trabajarán después las comisiones de estudio a lo largo de varios años. Ningún cambio, pues, inmediato.
3) Las tres tendencias fundamentales que el esquema apoyará serán: a), sentido social de los sacramentos, subrayando la participación de la comunidad como tal en su recepción; b), esfuerzo por una mayor inteligibilidad de las fórmulas y de los ritos sacramentales; c), tendencia a la simplificación en todos ellos.
4) No puede esperarse una gran revolución en las rúbricas, La revisión de éstas se realizará con gran cautela para no perder viejos tesoros.
5) Puede esperarse una notable introducción de las lenguas vulgares en la práctica de los sacramentos, mucho más amplia que en la misa.
6) Se dará una mayor libertad a las conferencias episcopales para la aceptación o adaptación de los ritos secundarios.
Quizá lo que más nos interesa comentar son los tres pilares sobre las que se preveía la elaboración del esquema, a saber: el sentido comunitario de los sacramentos, la inteligibilidad de los ritos y la tendencia general a la simplificación de estos.
Notemos que las tendencias racionalistas de la cultura occidental habían hecho mella en la administración de los sacramentos. De ahí derivaban esas tres líneas a las que parecía tender el Sagrado Sínodo. En realidad no podemos censurar ese sentimiento, al parecer general, en los padres conciliares. De suyo la liturgia romana siempre había tendido a esos tres aspectos: vivencia comunitaria de los sacramentos y un fuerte acento tanto sobre la simplicidad como sobre la sencilla comprensión de las fórmulas rituales. De todo el amplio abanico de la Liturgia cristiana es sin duda alguna la liturgia romana la más austera y concisa de todas. No deja de ser lógico pues, que tras la amplia extensión misional vivida por la Iglesia en el siglo XIX, desde el seno mismo de ésta, surgiera la necesidad de un replanteamiento de la situación.
Siguiendo los comunicados oficiales y las noticias que llegaban desde el Aula conciliar, se vislumbraban algunos trazos fundamentales. Como es nuestra costumbre los plasmaremos tal como los presentó el P. Martín Descalzo para dar pie a algún comentario u opinión al respecto.
“BAUTISMO. - Se insistirá en el catecumenado de los adultos convertidos, siguiendo y perfeccionando el nuevo rito que reparte la ceremonia del bautismo -para los adultos- en siete días, como signo de una más solemne y meditada entrada en la Iglesia. Se tenderá a simplificar algunas ceremonias complicadas. Algún Padre ha pedido, por ejemplo, la supresión del triple soplo y del uso de la saliva, que hoy no resultan simbólicos para nadie. Es muy probable que se recomiende el bautismo hecho en público ante toda la comunidad parroquial, quizá reuniendo a todos los niños nacidos en la semana en una o dos ceremonias solemnes y comunes, como hoy se hace ya en muchas naciones de Hispanoamérica. Que se prepare una misa especial para el bautismo de adultos. Que se permita a los obispos de tierras de misión el añadir otros ritos y ceremonias, para que el bautismo de los nuevos convertidos sea una verdadera fiesta. Que se prepare una fórmula breve de bautismo para los sitios donde no hay sacerdote. Y... como dato curioso diremos que un obispo pidió que el bautismo se hiciera con agua caliente.”
La recuperación del catecumenado cristiano fue obra del Papa Pío XII ante la intuición que los tiempos presentes conllevaría un aumento de adultos convertidos y no sólo en el estricto ámbito de las tierras de misión. Paradójicamente el actual ritual para la administración del bautismo a adultos está mucho más en consonancia con la tradición litúrgica romana (largo periodo catecumenal, escrutinios, exorcismos de catecúmenos, petición de los catecúmenos,etc…) que el reformado ritual de Bautismo, a mi entender, elaborado demasiado a la ligera. El mismísimo Papa Benedicto XVI ha dejado entrever que la actual petición del sacramento es demasiado “cosística” (¿Qué pedís? El bautismo) siendo más adecuada la tradicional (¿Qué pedís? La fe. ¿La fe qué nos otorga? La vida eterna.) El triple soplo posee el valor simbólico de una triple invocación al Espíritu Santo (pneuma: soplo-espíritu ) y forma parte de los exorcismos prebautismales (que se alejen los espíritus inmundos que tiene que entrar el Espíritu Santo) ; el uso de la saliva nunca fue simbólico en sí mismo pues eran rememorativo de un gesto del Señor, el recuerdo de la curación del sordomudo (rito del Ephettà: que significa “abríos”) y que expresa el deseo que el neófito un día escuche y profese la fe que de la Iglesia ha recibido. Afortunadamente este último rito prevaleció en la reforma pues es antiquísimo. En cambio desapareció el de la sal, que a partir de un juego de palabras latino, poseía los fundamentos de lo que se conviene en llamar “símbolo”: “Recibe la sal de la sabiduría que te lleva a la vida eterna” (sal-sabor-sabiduría que además significa conservación-perdurabilidad).
En otro orden de cosas los bautismos ante toda la comunidad parroquial son pastoralmente incómodos e inapropiados en su orden práctico: si a los tres cuartos de hora/ una hora de una misa dominical añadimos media hora larga de bautizos “en la misa”, los fieles se largan y protestan como tenemos experiencia todos los que tenemos cura pastoral. Al contrario el bautismo de varios niños en una misma ceremonia (como ya estaba previsto en el ritual vigente ya en 1962) realizado con decoro y solemnidad ya en sí mismo posee ese ambiente festivo que quizá buscaban los padres conciliares. De todas maneras, no es necesario que esa tendencia a la algazara festiva tras un bautismo deba tener lugar en el interior del templo: puede extenderse a un convite posterior más o menos bien preparado. Es curiosísima la petición del agua caliente: creo que había algunos padres de muy limitadas luces, pues la utilización de una resistencia eléctrica para calentar la gélida agua de la fuente bautismal era de uso común ya en los años 60. Al menos en mi parroquia.
“CONFIRMACION. - Es muy probable que este sacramento se administre dentro de la misa para mostrar su unión con la Eucaristía, que se le añada la renovación de las promesas del bautismo cuando se confiere a adultos. Que se insista en el papel de los padrinos y en su responsabilidad de cuidar la educación religiosa de los apadrinados, y para ello que se prohiba la costumbre del padrino común para cientos de niños, de modo que ningún padrino pueda serlo de más de dos confirmados. Que se recomiende la confirmación hecha en presencia de toda la comunidad parroquial.”
Todo y en todo de acuerdo. Aunque dejando la posibilidad, como de hecho se ha hecho, de administrarla en casos puntuales “fuera de la misa”. En lo que quizá no esté tan de acuerdo es la praxis instaurada en el posconcilio de administrar únicamente a adolescentes el sacramento (como un rito voluntarista de adhesión a la fe) como tampoco que se postergue después de la primera comunión rompiendo la secuencia lógica de los sacramentos de iniciación cristiana.
“PENITENCIA. - No habrá muchos cambios en la liturgia de este sacramento. Algún Padre ha pedido la abreviación de la fórmula de absolución y otros han pedido que se absuelva en lengua vulgar. Es probable que se busque una solución mixta que conserve el latín en su frase sacramental y permita en lengua vernácula las oraciones anteriores y posteriores. Algún otro Padre ha señalado cómo en este sacramento falta el sentido de fiesta que poseen todos los otros y ha pedido que, al menos algunas veces, se busque una fórmula de expresar la alegría de quienes han recuperado la gracia; sería una manera de volver de algún modo a la antigua absolución colectiva de los primeros cristianos.”
Este sacramento ha sido el más dañado a causa de la diversidad de fórmulas introducidas en el nuevo ritual y que fueron un coladero para las absoluciones colectivas que aún persisten en buena parte de la Iglesia. Yo no sé si se logró expresar el sentido festivo del sacramento, pero en lo que se refiere al sentido del pecado y del perdón sacramental ha representado un gravísimo perjuicio para fieles y sacerdotes. Sic et simpliciter.
“MATRIMONIO. - Este ha sido probablemente el sacramento más estudiado dentro del Aula. Es muy probable que el rito matrimonial se celebre dentro de la misa, entre el Evangelio y el Credo, y que se recomiende a los sacerdotes tener homilía siempre en las bodas. Se concederá una mayor autonomía a las conferencias episcopales para adaptar el rito a las costumbres del país, sobre todo en las tierras de misión, siempre que se respete la parte en que los cónyuges expresan su consentimiento. Se revisará la oración que señala, sobre todo, los derechos de la esposa, acentuando igualmente los del esposo. Los obispos misioneros han pedido que se pueda hacer ceremonia pública cuando, con dispensa del impedimento de disparidad de religión, se casa una cristiana con un pagano, dado que ésta es la única ocasión que muchos paganos tienen de conocer el cristianismo. Se ha pedido también que la liturgia del matrimonio exprese no solamente el deber de propagación de la especie, sino también la riqueza íntima del sacramento para los hogares, dado que, en la época en que la familia es directamente atacada, es necesario poner a plena luz el valor espiritual del matrimonio y del hogar familiar. Y se ha pedido, sobre todo, que se luche contra todo lo que tienda a crear un clima de superficialidad o mundanidad en este sacramento.”
Expresar únicamente que no siempre es posible celebrar el rito unido a la misa: ni la fe de los esposos ni de los asistentes lo recomienda. Y no por ello, al ser el matrimonio de derecho natural, puede ser negado a quien, conociendo el sentido del sacramento, lo pide libremente. Además en muchísimas parroquias se celebran cada fin de semana hasta diez bodas en los meses punta. Es bueno reiterar que la posibilidad de enriquecer el rito con costumbres locales era ya de índole común. Sobre todo lo demás expresar adhesión y total acuerdo. Únicamente referir que la elaboración y publicación del ritual de matrimonio en lengua castellana fue tan precipitada que olvidó y descartó las fórmulas en uso en España como apéndices del ritual y que eran de uso común (toledano, tarraconense o valentino…) Una posterior edición de hace pocos años los recuperó como 3ª formula.
“EXTREMAUNCION. - Es casi seguro que este sacramento se llamará en adelante "Unción de los enfermos" para quitarle ese tono de proximidad a la muerte, que espanta a muchos. Se aclarará que no es un sacramento de moribundos, sino de enfermos y que no tiene solo el sentido de preparar un alma para morir, sino también el de implorar la salud del cuerpo. Por ello, no se administrará cuando los enfermos estén agonizando, sino que podrá administrarse en toda enfermedad importante, aunque no haya peligro ni probabilidad de muerte. Podrá también aplicarse antes de las operaciones de alguna importancia y repetirse dentro de la misma enfermedad. Su liturgia probablemente se simplificará, y es muy probable que se mantengan solo dos unciones: la de la frente y la de las manos, suprimiendo las que se hacían en ojos, nariz, orejas y pies. Muchos Padres han pedido que se haga todo él en lengua vernácula.”
Nada obsta para el cambio de denominación. La historia sacramental así lo demuestra, así como la insistencia en los demás aspectos pastorales. Sin embargo el cambio en la fórmula estricta “Por esta santa unción y su piadosa misericordia, el Señor te perdone los pecados cometidos por el….” ( tacto, pensamiento, la escucha, las miradas, etc) implicaba reducir las unciones a dos. Esa insistencia es reduccionista y empobrecedora: a los que como simples monaguillos hemos asistido a tantas extremaunciones resultaba plásticamente claro lo que se estaba obrando. Nos quedaba oscuro lo de los “humores” (renales) pero de mayorcitos comprendimos que se trataba “de sexto”. No deseo comentar esa práctica común hoy en día de administrar una vez al año en cada parroquia el sacramento de la Unción de enfermos y a la que se apuntan todos los jubilados con la tarjeta de pensionista, la tarjeta oro de Renfe o la rosa de los Transportes Municipales. Mejor no hacerse mala sangre.
“OTROS SACRAMENTOS Y SACRAMENTALES. - Los otros dos sacramentos apenas se han estudiado. El de la Eucaristía, porque ya se ha revisado hablando de la misa. El del Orden, porque no parece que haya deseos de modificaciones importantes.
Entre los sacramentales se ha dedicado gran atención a entierros y funerales. El esquema desea para ellos un mayor espíritu pascual, una visión más serena y clara, menos fúnebre y parecida al dolor de los paganos. Algunos Padres han pedido, incluso que se quite el color negro. También se ha pedido la revisión de los cantos y oraciones, suprimiendo de ellos cuanto haya de terrorífico. Es probable que el Concilio aconseje a los sacerdotes que aprovechen estas concentraciones de fieles para predicar, explicándoles el sentido de la muerte cristiana.”
Tendríamos que dedicar más de un capítulo a comentar lo que ha representado el nuevo ritual de exequias en sus aspectos más positivos y negativos. De todas maneras el énfasis exigido por los Padres podría haberse canalizado de manera diferente en la Reforma. En cuanto se refiere al color de los ornamentos, son muchos los liturgistas ( entre ellos Mn. Pere Farnés) que encuentran inadecuado el color morado que ha comúnmente prevalecido sobre el negro (potestativo) en la reforma conciliar: el morado es color penitencial y la muerte no tiene esa índole. Por otra parte no creo que el ritual tuviera tantas cosas “terroríficas”, aspecto que no llegamos a descubrir ni siquiera en la suprimida secuencia del “Dies irae” cuya eliminación fue justificada por las imágenes paganas que decían contener (la Sibila,etc…) Hay algunos que confunden “gravedad” con terror. El resultado es que más que exequias cristianas algunas celebraciones se han convertido en ceremonias de beatificación y panegírico del finado.
Algunos Padres han propuesto la creación de algunos nuevos sacramentales. Un Padre italiano, por ejemplo, pidió un sacramental de la adolescencia, un rito litúrgico que les vinculase a la Iglesia en ese momento en que la vida se hace difícil para ellos, una especie de recuerdo más consciente de la confirmación.
Y también una ceremonia de puesta de largo como a los quince años celebran las adolescentes en Hispanoamérica. Y un sacramental para el final de la campaña turística en verano para los tour-operadores y los trabajadores de la hostelería. Y otra para el final del carnaval y otra para el inicio del curso escolar (especialmente para los tan maltratados profesores ….). ¡Faltos de luces no, simples como el mecanismo de un abanico…!
“ ¿Cuáles de todos estos proyectos serán realmente realizados? La votación de los Padres nos lo dirá. Lo que podemos saber ya desde ahora es que ningún esfuerzo importante por acercar los sacramentos a la comprensión de todos quedará sin hacerse. Y será un hermoso fruto conciliar.”
¿ Y que tendrá que ver todo este conjunto con la comprensión? ¡Cuantas barbaridades en nombre de la racionalidad y “de las luces”!
fonte:germinans germinabit