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Presentamos la traducción de un interesante artículo publicado por “The Australian” sobre la nueva versión del Misal Romano en inglés que incluye amplios comentarios sobre el tema del Cardenal George Pell, Presidente de “Vox Clara”.
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Para orar a Dios Omnipotente en la Misa, afirma [el cardenal] George Pell, no es apropiado “usar las mismas palabras que en una barbacoa”.
Sobre el escritorio del cardenal descansa un tomo imponente, de cubierta color rojo y 1266 páginas: la nueva edición inglesa del Misal Romano, una de las pocas copias en el mundo.
No contiene en absoluto una jerga de barbacoa, pero cuando la nueva traducción de la Misa católica sea introducida, sus sorprendentes cambios pueden convertirse en un tema de constante conversación en las reuniones en la Iglesia y posiblemente más allá. Porque, al introducirlos, la Iglesia ha dado un poderoso golpe en la guerra cultural contra el postmodernismo y “el sinsentido” en favor de una erudición rigurosa y precisión en el lenguaje.
La traducción del Misal Romano oficial en Latín y de las oraciones asociadas fue aprobada por Benedicto XVI el 25 de marzo, Fiesta de la Anunciación. Un mes después, el Comité Vox Clara, del cual Pell es presidente, se unió al Papa para un almuerzo celebrativo en la Casina Pío IV, un pequeño palacio del siglo XVI en los jardines vaticanos.
Fue la culminación de nueve años de trabajo a cargo de Vox Clara – comité formado por Juan Pablo II para asistir a la Congregación vaticana para los Sacramentos en la supervisión del proyecto – y de la Comisión Internacional para el Inglés en la Liturgia [ICEL], un grupo de expertos en liturgia que incluye a obispos y que realizó la traducción. Juan Pablo II había disuelto la formación de la previa ICEL cuando sus borradores fueron vistos como demasiado políticamente correctos.
Para fortalecer la calidad y la precisión de la nueva traducción, Vox Clara y la nueva ICEL, liderada por Mons. Arthur Roche, Obispo de Leeds, trabajaron en conformidad con una instrucción vaticana, Liturgiam Authenticam, preparando lo que se requería. A su vez, ICEL fue guiada por la Ratio Translationis para la lengua inglesa, un amplia serie de lineamientos preparada por Vox Clara.
El proceso, no obstante, fue consultivo. El proyecto fue revisado en su totalidad y aprobado dos veces por conferencias episcopales de Estados Unidos, Canadá, Australia, Gran Bretaña, Irlanda, India, África y el Caribe. La sustancia y el estilo reflejan la determinación de la Iglesia de reafirmar sus doctrinas y creencias, luego de los trastornos de los pasados 40 años.
Con demasiada frecuencia, en la práctica, las reformas del Concilio Vaticano II se transformaron en algo que nunca se buscó: liturgias extravagantes y una erosión de la doctrina, aparentemente “en el espíritu del Concilio”.
A medida que las iglesias protestantes se tambalean hacia la izquierda, ordenando mujeres al episcopado y a homosexuales, y cuestionando doctrinas siempre sostenidas sobre la Resurrección, el Nacimiento Virginal y la salvación, el Papa Benedicto XVI y la jerarquía católica están convencidos de que unas liturgias más ricas, más reverentes, son esenciales para el fortalecimiento de la fe y la práctica religiosa. Aunque es controversial en algunos rincones católicos liberales, este acercamiento está atrayendo un amplio apoyo, incluido el que viene de fuera de la Iglesia, con cientos de miles de anglicanos tradicionales preparándose para cruzar el Tiber. Una vez dentro de la Iglesia Católica, conservarán sus tradiciones litúrgicas propias.
En Australia, la nueva Misa será introducida el año próximo, probablemente para el Domingo de Pentecostés, luego de un exhaustivo proceso educativo.
El texto reemplazará a una versión con la que las comunidades se han hecho familiares luego de 40 años pero a la que muchos líderes de la Iglesia, Pell incluido, consideran como demasiado coloquial y “un poco rebajada”: una traducción defectuosa del Misal oficial.
El nuevo documento no es una traducción literal pero es más precisa y emplea términos fuertes como “venerable”, “compasión”, “sacrificio”, “víctima”, “consubstancial” y “salvación eterna”.
“Los anteriores traductores parecían un poco avergonzados de referirse a los Ángeles, al sacrificio y a la Virginidad Perpetua”, dice Pell, antes de partir a las 8:00 de la mañana para pasar un día hablando con estudiantes de las escuelas católicas en Sydney.
“Fueron un poco suaves acerca del pecado y la redención”.
Esta versión no lo es. En lugar de confesar haber pecado “por mi culpa”, los sacerdotes y el pueblo admitirán haber pecado “por mi culpa, por mi culpa, por mi gravísima culpa” [“through my fault, through my fault, through my most grievous fault”].
Pell y Mark Coleridge, Arzobispo de Canberra y Goulburn – y un escriturista altamente calificado que guió el comité editorial del Misal Romano de ICEL – enfatizan que los cambios en las respuestas del pueblo han sido mínimos comparados con los cambios de los términos para los sacerdotes.
Para el pueblo, una de las más notables diferencias será su respuesta, dada varias veces durante la Misa, al sacerdote cuando diga: “El Señor esté con vosotros”. En lugar de responder “Y también contigo” [“And also with you”] responderán “y con tu espíritu” [“and with your spirit”] – una traducción directa del latín “Et cum spiritu tuo”.
Sólo las versiones inglesa y portuguesa (para Brasil) usan “y también contigo”. El resto del mundo, dice Pell, usan “y con tu espíritu”. Esta última fórmula reconoce que la ordenación sacerdotal afecta el espíritu del hombre, dándole el poder de consagrar el pan y el vino en el Cuerpo y la Sangre de Cristo. “No es cuestión de virtud moral, sino de diferencia ontológica”.
Los sacerdotes también dirán “orad hermanos, para que mi sacrificio y el vuestro (y no “nuestro sacrificio”, como hasta ahora) sea aceptable a Dios, Padre Todopoderoso” [“pray brethren, that my sacrifice and may be acceptable to God, the Almighty Father”]. Al mismo tiempo que se adhiere al latín “meum ac vestrum sacrificium”, el cambio evita desdibujar los roles de los sacerdotes y de los laicos.
En su conjunto, la nueva traducción tiene “una cadencia diferente”, afirma Pell. “Es poderosa, solemne y hermosa, y la gente llegará a amarla”.
Coleridge concuerda, señalando que más del 80 por ciento de las oraciones se remontan a más de 1000 años atrás. Algunas, como el Kyrie Eleison (Señor, ten piedad) fueron escritas en griego durante los dos primeros siglos de la Iglesia. “Es un rico mosaico tomado de distintos siglos”, dice. “Tiene un lenguaje diferente y es retórica y teológicamente superior”.
Pero no todos están convencidos. En marzo, el director de la Comisión Litúrgica de Brisbane, Tom Elich, escribió en Liturgy News Magazine que la traducción usa “expresiones complicadas, palabras incomprensibles y oraciones que no respetan la gramática en su intento por ser fiel al latín”.
Cuando se lo entrevista, Elich no muestra entusiasmo, pero es más circunspecto. “Esto es lo que la Iglesia ha preparado para nosotros en este tiempo, y ahora nos toca a nosotros hacerlo funcionar”.
Cita una sección de la nueva Plegaria Eucarística III como ejemplo de su preocupación. Dice: “Mira, te rogamos, esta oblación de Tu Iglesia y, reconociendo la Víctima por cuya muerte quisiste reconciliarnos contigo, concédenos que, nutridos por el Cuerpo y la Sangre de Tu Hijo y llenos con Su Santo Espíritu, podamos ser un cuerpo y un espíritu en Cristo” [“Look, we pray, upon the oblation of your church and, recognising the victim by whose death you willed to reconcile us to yourself, grant that we, who are nourished by the body and blood of your son and filled with his holy spirit, may become one body and one spirit in Christ”].
A Pell no le preocupa que las personas encuentren, inicialmente, un poco desalentadora tal formulación, con su énfasis en los sagrado y lo trascendente. Compara el texto de la Misa con un buen libro para los niños, en el sentido de que estimulará el pensamiento y ampliará el conocimiento de los que asisten a Misa.
Esto, dice, llevará a una comprensión más profunda de la teología, al encontrar la gente una ocasional palabra no familiar como “oblación” [oblation], término teológico para “ofrenda” [offering] o “don” [gift].
“Si alguien escribe un artículo académico, lo leerán unos pocos cientos de personas”, dice.
“Algunos miles leen un libro teológico, pero la Misa, una celebración en la que decenas de millones de personas participarán repetidamente durante décadas, es una forma altamente efectiva de catequesis”.
“Antes de recibir la Comunión, por ejemplo, una de las respuestas de la comunidad es ‘Señor, no soy digno de que vengas bajo mi techo, pero sólo dilo de palabra, y mi alma quedará sanada’ [‘Lord, I am not worthy that you should come under my roof but only say the word, and my soul shall be healed’]”. Pell dice que la versión actual “Señor, no soy digno de recibirte, pero sólo dilo de palabra, y quedaré sanado” [“Lord, I am not worthy to receive you, but only say the word and I shall be healed”] perdía la riqueza de la referencia escriturística, tomada de la respuesta del centurión en el Evangelio de San Lucas cuando Cristo se acercó a su casa para sanar a su sirviente moribundo.
Uno de los cambios más controversiales es la fórmula de la consagración, que ahora dirá que la Sangre de Cristo será “derramada por vosotros y por muchos” en lugar de “por todos”, como aparece actualmente.
Afirma Pell que, mientras que Cristo murió por todos, la nueva traducción, que se adhiere a la fórmula latina oficial “pro multis” (por muchos), refuerza el tema de que cada individuo – como los dos ladrones crucificados a cada lado de Cristo en el Calvario – es libre de elegir o rechazar la Misericordia de Dios y la salvación eterna.
Para el cardenal, la impresión del Misal es el fin de un capítulo exigente pero inmensamente gratificante de su vida. Como presidente de Vox Clara, estuvo al frente de todas las veinte reuniones en Roma, estudiando miles de páginas y recorriendo más de 650.000 km en vuelos hacia y desde la Ciudad Eterna. Es improbable que el ejercicio se repita por generaciones, quizá siglos.
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Fuente: The Australian
Traducción: La Buhardilla de Jerónimo