Année 2010
Mons. Bernard Fellay, Superior de la FSSPX, impuso la sotana a nuevos seminaristas de la Fraternidad en la fiesta de la Purificación de María. Durante la homilía, Mons. Fellay se refirió a los diálogos doctrinales con Roma. Luego de que algunos medios, como es su costumbre, hayan tergiversado algunas de las frases del Superior de la FSSPX, ofrecemos nuestra traducción del informe de Messainlatino, con el cual puede entenderse mejor el sentido auténtico de las palabras del obispo.
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En la fiesta de la Purificación de la Virgen (La Candelaria, 2 de febrero pasado), Mons. Fellay entregó el hábito a trece nuevos seminaristas franceses de la FSSPX (por cierto, un número superior a los ingresos en el seminario de cualquier diócesis francesa). Durante la homilía, que puede escucharse en este vínculo, el Superior general de la Fraternidad trató también el tema de los diálogos con Roma. He aquí una paráfrasis de los conceptos expresados por mons. Fellay.
“Cuando se miran las tendencias y los pensamientos que circulan y dominan en la Iglesia actualmente, se tiene la impresión de que nuestra ceremonia de hoy no tiene puntos en común. ¿Cómo es posible que tantas cosas hayan cambiado? Y cuando escuchamos, incluso de Roma, que nada ha cambiado, es para quedar estupefactos. También la Misa: basta abrir los ojos para ver si es o no es siempre la misma. ¿Se reconoce todavía a Jesús como Hijo de Dios? El terremoto ha sacudido a la Iglesia desde sus cimientos. Y entonces, si se pregunta, ¿se llegará a un resultado en las discusiones con Roma, tendremos pronto un acuerdo? Francamente, sinceramente, hablando humanamente, no vemos llegar este acuerdo. ¿Qué quiere decir acuerdo? ¿Sobre qué estamos de acuerdo? ¿Sobre el hecho de que sólo a través de la Iglesia tenemos los medios de salvación?”
“Si nosotros discutimos –no negociamos, discutimos – es en la esperanza de que esta verdad, que proclamamos a los máximos niveles de la Iglesia, toque los corazones: ya que tenemos los medios para abrir la boca, tenemos el deber de abrirla. Esto no quiere decir malvender la verdad para tratar de encontrar un camino intermedio; absolutamente no, al contrario. Entonces, humanamente, no llegaremos nunca a un acuerdo; sí, humanamente no llegaremos a un acuerdo, por como vemos las cosas ahora, humanamente no sirve para nada. Pero cuando hablamos de la Iglesia, no hablamos humanamente. Hablamos de una realidad sobrenatural a la que Nuestro Señor ha prometido que no sucumbirá, contra la cual las puertas del infierno no prevalecerán. Y, por lo tanto, aunque estamos frente a una realidad difícil y contradictoria, nosotros sabemos que las cosas están en las manos de Dios, quien tiene los medios para poner las cosas nuevamente en su lugar. Sería oportuno recordar que hablar y discutir es necesario pero no basta: cuando se habla de salvar las almas, cuando se piensa en cómo Dios hizo salir a la Iglesia de otras crisis que ha tenido en el curso de los siglos, vemos que lo que se necesita es la santidad, con la que rejuvenece y sana a la Iglesia. Sin la Gracia, y quedando sólo en el nivel de los hombres, ya se ha perdido desde el comienzo. Todos, por lo tanto, como católicos, debemos hacer algo, avanzando en la Gracia, en el amor de Dios, en la caridad”.
Este discurso, que algunos órganos de prensa han malinterpretado como un boicot a los diálogos en curso (lo que, además, sería totalmente incoherente considerando los esfuerzos por parte de la FSSPX para obtener estos diálogos), es en realidad un discurso de apertura y confianza en la intervención sobrenatural para alcanzar el resultado, inalcanzable contando sólo con las fuerzas humanas. No hay necesidad de ser semiólogos para saber que la frase “humanamente es imposible pero Dios puede hacer las cosas posibles” tiene, evidentemente, un sentido exactamente opuesto a decir: “Dios puede todo pero humanamente es imposible”. Es decir, el énfasis está puesto siempre en la adversativa (pensad en la diferencia entre “Es un holgazán pero un buen muchacho” y “Es un buen muchacho, pero holgazán”).
Unámonos a las oraciones por el buen resultado de estos diálogos, conociendo, en particular, cuánto ruido hace por su fracaso el campo progresista.
Dignos de mención son también los conceptos que el obispo lefebvrista ha desarrollado en la homilía para explicar el valor de la sotana que los trece seminaristas han usado por primera vez y, esperamos, in aeternum. Esta “sotana toda negra” predica, ha dicho:
“Recuerda a los hombres que sois discípulos de Jesucristo y es un signo de que existe algo que sobrepasa la realidad de los hombres: la fe, las realidades sobrenaturales. Sí, la sotana habla y predica: frente a ella, los hombres reaccionan, tal vez mal, pero con frecuencia positivamente afectados. La gente ve una sotana, y ve un sacerdote. Hoy esta imagen ya no está en la realidad, salvo entre los tradicionalistas y en la publicidad (cuando se trata de publicitar una marca de spaghetti, se ven sacerdotes en sotana, nunca en clerygman), pero precisamente porque saben que, en el alma de los cristianos, el sacerdote es el sacerdote en sotana. Y cuando se piensa en el sacerdote, se piensa en otro Jesús, en un hombre que no es como los otros hombres, que está separado del mundo. El negro de la sotana es el negro del luto, de la muerte al mundo, de la renuncia a él. La sotana es ya sacrificio, no por el placer del sacrificio como fin en sí mismo como un estoico o un masoquista, sino para ponerse a disposición de las almas. Y si esa sotana se comporta bien, es una verdadera llama; si se comporta mal, es enseguida un escándalo que produce un inmenso mal”.
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Fuente: Messainlatino