sexta-feira, 16 de julho de 2010

Cardenal Cañizares: “Debemos dar un giro de 180 grados”

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Tres años después de la publicación del Motu Proprio “Summorum Pontificum”, el Cardenal Antonio Cañizares, Prefecto de la Congregación para el Culto Divino, hace un balance en esta entrevista concedida a un periódico alemán y cuya traducción al español hemos realizado desde la versión ofrecida por The New Liturgical Movement.
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Eminencia, el Papa, en la Carta al episcopado mundial, hablando sobre las conversaciones preliminares que llevaron al Motu Proprio “Summorum Pontificum”, mencionó reacciones que van desde una aceptación gozosa hasta una áspera oposición. ¿Ha cambiado el clima desde entonces?

El clima ha permanecido esencialmente el mismo. Pero creo que se está gestando un movimiento. Ahora se comprende mucho mejor de qué se trata el Motu Proprio. La comprensión de la liturgia en la tradición de la Iglesia ha crecido. Lo mismo es cierto acerca de la hermenéutica de la continuidad. Todo esto no sólo beneficiará la aceptación e implementación del Motu Proprio sino que también enriquecerá la renovación litúrgica y la llevará hacia delante – en el sentido que el espíritu de la liturgia ha revivido nuevamente.
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En Francia, dos seminarios diocesanos forman a sus seminaristas en ambas formas del Rito Romano. ¿Qué piensa de este modelo?

Existe sólo una liturgia. Consecuentemente, ambas formas de la celebración del Rito Romano encajan con facilidad en la misma formación – precisamente porque son una y la misma liturgia. Es también importante notar que la Iglesia, debido a la hermenéutica de la continuidad, no congela el Misal de Juan XXIII pero tampoco ha roto con él. La tradición de la Iglesia está siendo más integrada en el desarrollo del Concilio Vaticano II. Por lo tanto, la educación litúrgica para todos tendrá que estar siempre alineada con la Sacrosanctum Concilium. Dada la riqueza del Rito Romano en sus enteras tradiciones – y esto incluye el Misal de Juan XXIII y la reforma litúrgica post-conciliar – no se puede poner una contra la otra. Son expresiones de la misma riqueza litúrgica.
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¿Comparte el punto de vista del Obispo de Toulon, que considera ideal formar a sus seminaristas en ambas formas?

El Obispo de Toulon, un hombre excelente, quiere ver la entera tradición de la Iglesia en esta luz de la hermenéutica de la continuidad. Y dado que la Sacrosanctum Concilium es aún válida, él implementa esta formación, original, en que la celebración se enseña en ambas formas del Rito Romano. Los buenos frutos en Toulon son evidentes.
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¿Qué elementos de la Forma Extraordinaria podrían ser integrados en la Forma Ordinaria del Rito?

El sentido del misterio y de lo sagrado, y sobre todo el sentido de lo que significa el Reino de Dios. Se trata de la grandeza de Dios y del Misterio de Dios. El hombre realmente es siempre indigno de tener parte en este don divino de la Liturgia. Necesitamos nuevamente reconocer el derecho de Dios, el “ius divinum” – y cuanto antes mejor. Hoy la liturgia aparece a menudo como algo a lo que el hombre tiene derecho, y en lo que él actúa. Esto refleja la secularización de la sociedad, mientras que otros aspectos quedan oscurecidos tras ella. Y esto ha hecho que la reforma del Concilio Vaticano II no haya desarrollado la riqueza y grandeza que se esperaba.
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¿Qué recomienda a los sacerdotes? ¿Por dónde deberían empezar?

Los sacerdotes deberían prepararse para la Misa como está previsto en la Forma Extraordinaria. Lo mismo se aplica para el rito penitencial y la conciencia de que somos esencialmente indignos de la celebración, pero que ponemos nuestra confianza en la misericordia y el perdón de Dios y así nos aproximamos a la presencia de Dios en la celebración. Un tesoro que no debemos olvidar es el ofertorio como está descrito en los textos de las oraciones [de la Forma Extraordinaria]. Expresan una actitud profunda. Deberíamos internalizarla.
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En su Carta a los obispos, el Santo Padre ha remarcado que su objetivo con el Motu Proprio es la reconciliación interna de la Iglesia. ¿Qué piensa sobre el debate en torno a las ordenaciones ilícitas de la Fraternidad de San Pío X?

Las ordenaciones son un elemento incisivo en un tiempo de graves decisiones. Hubiera sido altamente deseable retrasar las ordenaciones, porque si un día hay una oportunidad real de apertura y posibilidad de acuerdo, esta chance puede ser dificultada por el hecho de las ordenaciones.
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En cuanto a la Jornada Mundial de la Juventud en Madrid, en 2011, ¿qué recomienda a los jóvenes que sienten curiosidad acerca de la antigua Misa?

Los jóvenes deben ser educados en el espíritu de la liturgia. Sería un error comprometerlos con una u otra Forma en un modo polémico. Necesitan ser introducidos en la adoración y en el espíritu del misterio. Deben enseñárseles la alabanza y la acción de gracias – y todo lo que ha hecho la celebración litúrgica de la Iglesia a través de los siglos. Hoy los jóvenes carecen, sobre todo, de educación litúrgica – más allá de la Forma que defienden particularmente. Éste es un gran desafío para el futuro cercano, también para la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos. Hoy necesitamos un nuevo movimiento litúrgico, como lo hubo en el siglo XIX y en el siglo XX. Y esto no se trata de una u otra Forma, sino de la Liturgia como tal.
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¿Y cómo puede hacerse realidad este nuevo movimiento litúrgico?

Necesitamos una nueva introducción al cristianismo. También para los niños y los jóvenes. Una introducción a la Liturgia no significa solamente conocer algo de la celebración, aunque por supuesto eso es indispensable tanto teológica como doctrinalmente. Los jóvenes y los niños deberían participar en liturgias celebradas con gran dignidad, enteramente permeadas por el Misterio de Dios, en las que el individuo sabe que es incluido. La participación activa no significa hacer algo, sino entrar en la adoración y el silencio, en la escucha y también en la oración de petición y todo lo que realmente constituye la Liturgia. Mientras esto no suceda, no habrá renovación litúrgica. Tenemos que dar un giro de 180 grados. El ministerio con los jóvenes debiera ser un lugar donde tenga lugar el encuentro con Cristo Vivo en la Iglesia. Donde Jesucristo parece como alguien del pasado, no es posible ni la educación litúrgica ni la participación activa. Hasta que no vuelva a despertarse la conciencia de Cristo Vivo, nada saldrá de esta tan necesitada renovación.
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