Mis hijos amados deseo hablarles de la pequeñez espiritual, ser pequeño espiritualmente no debe confundirse con la mediocridad espiritual, ser pequeño es tener un corazón de niño y ser pobre de espíritu. Ser pobre de espíritu significa: despojarse de tu humanidad y abandonarse en las Manos del Padre, para que Él disponga, para que Él decida, para que Él actúe según su Divina Sabiduría.
Ser pequeños es confiar plenamente en Mi Misericordia, es esperar continuamente todo de la Divina Providencia.
Ser pequeño también es alegrarse en el servicio, sentir paz en la comunión fraterna con el prójimo, y vivir sin miedo Mi Palabra y Mis Mensajes. Las almas pequeñas son las que Yo escojo para compartirles Mi Cruz, Mis Dolores, Mis Sufrimientos, Mis Lágrimas, porque esas almas no escatiman nada, se dan todo, incluyendo su propia vida, la donan por amor por la conversión de todos.
Y ¿porqué en este tiempo he escogido un pequeño Elías? Porque una alma grande en sí misma jamás entendería Mis Deseos y Mi Voluntad; tiene que ser una alma pequeña para que trasmita Mi Mensaje. Y ¿porqué un Elías? Porque Elías es el que reúne, el que congrega, el que exhorta al pueblo a abandonar: la prostitución espiritual, la infidelidad a Dios, la división del pueblo de Dios, para unirse, para amarse, para servirse.
Y en este tiempo donde la división, la confusión, y el odio gobiernan al mundo es necesaria un alma pequeña, para que recoja, reúna y congregue. Es, por eso, que, también, solamente las almas pequeñas escucharán al Niño que guía el rebaño ¡Sólo las almas pequeñas! ¡Es tan grande en el Cielo el alma que es pequeña en la tierra!
Yo también soy pequeño en la Eucaristía, escondido en un sencillo pedacito de Pan ¡Dios también es pequeño! Y en eso consiste la grandeza de Dios en ser: tan sencillo, tan pequeño, tan misericordioso. Les amo y les bendigo: en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén